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La valla

Me veo con un gancho en mi cuerpo, atravesado por la irresponsabilidad de una gestión, tan mal llevada, que nunca se ha pensado en un fundamento de alternativas.

Gastar los presupuestos, todo a la bulla para justificar ante un complejo grupo de personas, que ven esta invasión a lo lejos, pero con un despropósito grande. Solo cuando vienen a observar lo que es el complejo mundo de la valla, de la referencia litoral, y muchos anclajes políticos, es cuando reaccionan y se van, con el viaje pagado, sus dietas y una labor de tener la "patata caliente", durante esas jornadas, que llegan con sudores a sus habitaciones de hotel y piensan en lo que tienen que "mamar" el pobre hombre de familia, que está destinado en este lugar fronterizo, y tercermundista como es nuestra querida Ciudad Autónoma de Ceuta.

Es cuando exportamos un testimonio tan real, como macabro, de firmar todos los días un cheque en blanco, donde la letra pequeña dice: "Hoy has tenido suerte de no estar señalado por la ciudadanía".

Y es que las condiciones inhumanas de esos parajes de nuestra querida Perla del Mediterráneo, donde los rezos de los vigilantes de la "valla" se tercian con la mirada al cielo y rogando por tener suerte en vulnerar un resquicio que les queda para ser un nuevo ciudadano de primera, en este lugar tan español.

Leyes hay muchas, pero a cuál mejor para esos que desean entrar en nuestra Patria y se encuentran con una palmadita en la espalda de: "Bien muchacho, tienes la paguita, y muchos derechos que ni te lo puedes imaginar".

Los pobres dañados por la falta de protección están allí como meros observadores de una batalla ganada por el enemigo, que realmente es amigo de todos los que han pragmado el destino de gente sin "papeles", pero con un destino de caridad hacia la "Vieja Europa" que vuelve a querer tener sangre nueva, para seguir adelante con su supremacía ante la injusticia, la indecencia, falto de unas ideas democráticas y lo principal dinero para el desarrollo.

El cuento de la lechera, pero con ilegales que saltan nuestras queridas y sangrantes fronteras creadas, defendidas por nuestros antepasados y hoy vulneradas, machacadas y destrozadas por una falta de principios de pensar en nuestro futuro, y no en el prójimo que, aunque sean unos pobres desheredados de la sociedad europea, pero para entrar deben de hacerlo como en la antigua emigración de nuestros ancestros.

Pasaporte y un buen comportamiento. Respetar las leyes y ser un trabajador digno de la paga que cobra con su esfuerzo, sudor y ganas de llevar a su casa un pedazo de pan.

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