No me gustan los muros. Tampoco espero que con tal confesión alguien me haga la ola. Más bien lo contrario. Tampoco es que a estas alturas sea una de mis preocupaciones. El proyecto de blindaje del puerto tiene más de marketing y publicidad encuadrada en el momento que de otra cosa. Con la que ha caído y está cayendo, a las administraciones peperas y socialistas no les valía otra cosa que responder con contundencia. Y qué mejor, habrán pensado, que vender un muro de hormigón, aunque poniendo cara de buenos para que el plan no huela demasiado a Vox. Otro muro más para Ceuta, en donde ya quedan pocos lugares en donde no tengamos concertinas o vallas.
Ceuta va camino de convertirse en lo que fue, una ciudad presidio, carente de imagen, sin historia -aunque el presidente Vivas dice que está rehabilitando y recuperando el casco histórico que nadie ve-. Ceuta sigue el rumbo de una ‘ciudad fortaleza’ que tiene que vender a sus ciudadanos una acción demoledora, como la que representa el muro.
Pero seguimos igual. No habrá muros, ni vallas, ni concertinas que frenen unos movimientos migratorios que tienen un origen no atendido, porque tampoco quiere atenderse para que África pierda su condición de chollo europeo. Seguirá habiendo movimientos, seguirán los flujos, la nota variante es que habrá más muertes y menos personas con capacidad o interés por evitarlo para no terminar entre rejas. Y el mundo seguirá igual, con pequeñas ciudades que se miran al ombligo para solucionar sus problemas creyendo que son únicos, graves y prioritarios, sin pararse a entender un enfoque global y humanitario que todos rechazan.
PP y PSOE se dan la mano ya en todo. Y todavía siguen vendiendo los discursos de la izquierda y de la derecha como meros fantoches. No sé cómo no les da vergüenza. De la mano las dos administraciones se han puesto el mono del trabajo para difundir una imagen de control, pero siguen sin aclararnos qué sucede con los menores que hay en la calle, qué harán con las vías que van a seguir para escapar porque ese es su objetivo, o qué solución pretenden dar a la cada vez mayor cantidad de argelinos que están bloqueados en Ceuta sin capacidad de huida más que acudir al puerto.
No nos cuenten que de todo eso se va a encargar la frontera inteligente. No lo hagan porque el Tarajal sigue siendo la ruina disfrazada de eterno proyecto. No creo en muros, no me gustan. No son más que un desvío a un problema en el que nadie quiere entrar en profundidad. Quizá, de hacerlo, habría que empezar a hablar de negocios.
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