En 1516. hace exactamente quinientos años, se publicó el libro “Utopía”, obra del inglés Tomás Moro (si hay que pedir perdón, se pide, pero es que así es conocido en lenguas derivadas del latín, aunque su nombre real fuese Thomas More). Dicho autor, un intelectual, teólogo y político que desempeñó altos cargos durante el reinado de Enrique VIII, pmurió decapitado por su defensa del catolicismo frente al anglicanismo fundado por dicho rey, habiendo subido a los altares como Santo Tomás Moro, mártir.
En “Utopía”, Moro dibuja una sociedad perfecta, cuyas cualidades resalta frente a los defectos que suelen padecer los sistemas políticos, la mayoría de laquellos, por desgracia, siguen vigentes cinco siglos después, pues, según creo, derivan de la propia condición humana.
Digo todo lo anterior para referirme a un par de párrafos de “Utopía” que me permito entresacar por su actualidad. Tomás Moro escribió “procuran su beneficio bajo el nombre y título del bien común”, añadiendo que, para ello, “inventan y conciben todos los medios y argucias”. Leyendo esas palabras, lo primero que me vino a la mente fue la actitud de quienes están propugnando la independencia de Cataluña y, con ello, la rotura de la unidad de España, esos que, para disfrazar su insolidaridad, no paran de darnos la tabarra (la matraca, como dijo Soraya Saenz de Santamaría) con su cantinela. Que si “independencia”, que si “Catalunya lliure”, que si “soms una nació”, que si “Espanya ens roba”, que si “visca el Barça”, que si es “més que un club”, que si “el derecho a decidir” etc. etc.
Y pensé en ellos porque para basar su insolencia no han parado en barras, inventando verdaderas barbaridades y acudiendo a deplorables argucias. Dicen que abandonando España la vida allí va a ser maravillosa; que aquello será Jauja, que no saldrán de la UE; que los reconocerán todas las naciones,,, Mienten también, falseando la Historia, al alterar una letra para afirmar, sin el menor respeto a la verdad, que la Guerra de Sucesión surgida al morir sin descendencia Carlos II entre partidarios de las casas de Borbón y de Habsburgo, ambas pretendientes al trono español, fue una “Guerra de Secesión”, habiendo inculcado en las escuelas el odio a España.
Ahora, cuando algún cabecilla independentista ha de comparecer ante el juez por posible desobediencia, resulta que ello eso es un “ataque a Catalunya y a la democràcia”, así, con el acento al revés (el denominado “grave” que conocí cuando estudié francés). En vista de tal supuesto ataque, todos esos cabecillas organizan una numerosa y ridícula comitiva de acompañamiento, haciendo el paseillo cuando el compareciente va hacia la sede del Tribunal, “arropándolo” (como dicen los medios informativos, dando la impresión de que allí hace un frío espantoso) y aclamándolo cuanto sale tras su comparecencia. Acto seguido, el afectado -o la afectada, en el caso rreciente- declara a la prensa eso del ataque a Cataluña y a la democracia, afirmando a la vez que el “Parlament” es soberano (no lo es ni el Congreso de los Diputados, pues todos están sometidos el imperio de la Ley, sin el cual no puede haber democracia) mientras los máximos dirigentes reiteran que “el procès” –asimismo con el acento al revés- sigue adelante.
Y ahí es donde reside el auténtico problema, pues piensan llevar su propósito hasta el final. Se valieron de una argucia para lograr la mayoría absoluta en el “Parlament”, uniendo en la misma candidatura a la antes llamada Convergencia con Ezquerra Republicana en “Junts pel si”, con lo que –sumando a la antisistema CUP- lograron tal mayoría con menos votos en total que los partidos contrarios al “procès”.A mi parecer, no merecerá la pena intentar el diálogo o ceder ante otras pretensiones del “Govern” catalán. La “consulta”, a la que dan carácter de referendum, es su obsesión, su único objetivo, y pararla exigirá medidas difíciles de adoptar. No habrá más remedio, porque están en juego la unidad y la integridad de la Patria, algo en lo que, además, nos jugamos mucho.
Ojalá no haya que llegar a ese extremo, pero, en tal caso, y curiosamente, serán responsables esos irresponsables que, como Felipito Tacatún, siguen y siguen con su matraca., tabarra o latazo. por no decir otra cosa.
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