En la vida hay personas que todo lo ven imposible, difícil y hasta negativo. Por el contrario, hay otras personas como el caso de Urbano Rucaido Serrano, que se hizo el traje de una vida de felicidad y de ganas de vivir con el entusiasmo del amor a la vida y de sentirse a gusto de lo que es y de lo que tiene.
Corría el mes de noviembre de 1957 y la 1ª Bandera Paracaidista del Ejército de Tierra el día 26 de dicho mes recibían ordenes de proveerse de pertrechos, armamento y munición al completo con la consigna de que van a partir para Sidi Ifni.
Urbano Rucaido Serrano era entonces un joven caballero legionario paracaidista del 5º Curso, y como muchos de sus compañeros estaban ansiosos de correr aventuras, algo propio de la juventud, pero lo que ignoraban era que se iban a encontrar con la dureza de una guerra de las de verdad.
En la actualidad parece ser que esos valores de compañerismo, lealtad y el amor a la patria como suele decirse, "esos valores no cotizan en bolsa", pero contra esos mercaderes y traficantes de la cofa de esos valores, está el testimonio de aquella juventud que sin pedir nada a cambio, en la duras tierras y arenas de Ifni y Sahara, dejaron lo mejor de su juventud, pagado con sangre, sudor y lágrimas de ver morir muchas veces a muchos de sus compañeros
Aquel joven paracaidista Urbano Rucaido Serrano, entre combate y descanso que este último a penas existía, y de hecho en la Operación "Netol", en la I Bandera de Urbano en la 2ª Compañía que iba encuadrado, este valiente paracaidista iba en vanguardia portando el fusil ametrallador, cuya misión consistía en liberar "Arba el Mesti", objetivo que lo cumplieron con tan solo una baja, ocupando posteriormente el cruce Biugta el 1 de diciembre de 1958.
Aun le tocaría vivir a partir de la Operación "Netol" otros hechos de armas. Fue en la Operación "Pegaso", donde su 1ª Compañía de la mencionada 1ª Bandera realizó el célebre salto de "Erkunt", y cuya operación el mando daría por finalizadas las operaciones militares de Ifni, algo que el entonces General-Gobernador Mariano Gomez-Zamalloa y Quirce no lo recibió de buen agrado.
Su opinión era que había que recuperar los puestos que habían sido evacuados, Tag Agra, Tabelcut, Telata y otros como el Tenin, pero eso es la milicia, las ordenes gusten o no hay que cumplirlas y así lo aceptó aquel gran soldado héroe de cuatro guerras y su cuerpo cosido por la metralla y las balas, nada menos que diecinueve heridas llevaba su cuerpo.
No cabe duda que la vida en las trincheras conlleva horas y días de soledad, de tensión y de mucho pensar. El entonces caballero legionario paracaidista Urbano Rucaido Serrano en aquellas largas horas y días donde la única compañía eran los disparos y las explosiones de morteros y granadas y cuando descansaban había que mantenerse alerta, fue en aquellas largas horas cuando Urbano Rucaido envió varias cartas solicitando "madrinas de guerra". Para su alegría no tardaron muchos días en llegar a sus manos varias jóvenes que se ofrecían como "madrinas de guerra".
Cierto día de los aquella campaña llegaba una carta a sus manos desde las Vascongadas, cuyo remite procedía de la bella ciudad de Baracaldo. Pudo ser la lectura de aquellas líneas que destillaban nobleza y sencillez de aquella joven bilbaína que eso solo lo sabe él. Lo cierto fue que se inició un intenso intercambio de cartas que aunque bilbaína de adopción, María Esther nació en Zaragoza.
En noviembre de 2007 en la sede del Brigada Paracaidista en cuyo acuartelamiento se celebraba el 50 aniversario de la entrada en fuego, donde coincidimos con este matrimonio surgido de unas cartas de una madrina de guerra. Ante mi vi a una mujer con su esposo.
Ambos llevan como estandarte la modestia que es la antesala de la grandeza y ello solo es posible en la humildad, propio de aquellas personas que nunca se reconocen las nobles acciones, por su boca solo reconocen las propias pequeñeces expresando siempre y en todo momento la amabilidad y la sencillez.
Urbano Rucaido amplió su compromiso con el ejército y en 1958 dejaba a su unidad, la célebre y legendaria Brigada Paracaidista y se trasladaba a su nueva vida en un pueblo de Palencia y tiempo después se trasladaba a Bilbao a conocer a su madrina de guerra, Esther, y finalmente llegaba el gran día de su vida.
Emoción y alegría de conocerse después de aquel intenso intercambio de cartas y de promesas, Urbano y Esther en la Iglesia de San José de Baracaldo contraían compromiso matrimonial como así consta en el Tomo 47, pagina 74, del Registro Civil de Baracaldo se cerraba esta bonita historia de unirse la madrina y su ahijado con el orgullo de sus dos hijos y la felicidad de tener este hombre a su lado a una gran mujer, algo que tan magistralmente lo definió un intelectual: "las mujeres solo, ellas saben hacer hombres".
Atrás queda el recuerdo del caballero legionario paracaidista que en aquella guerra de su Bandera tuvo un cabo y cuatro paracaidistas muertos, un cabo 1º herido y tres paracaidistas, así como seis paracaidistas desparecidos, con hechos tan relevantes como el paracaidista Diego Zambrano Zambrano que herido en un brazo cuando sus compañeros intentan socorrerle este encorajinado se lanza abriendo fuego entre el enemigo y allí desapareció, cumpliendo su magistral lema: “triunfar o morir".
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