Se han aplicado una serie de medidas legales en los últimos meses ante los problemas urbanísticos
Una serie de medidas legales adoptadas en los últimos meses ha revelado una nueva y combativa actitud de Marruecos ante los problemas urbanísticos del país y, especialmente, contra la suciedad imperante en sus grandes ciudades.
Tanto el Gobierno estatal como entes locales, con el Ayuntamiento de Casablanca a la cabeza, han lanzado iniciativas que promueven el comportamiento cívico y abarcan diversos ámbitos, que van desde la propiedad horizontal hasta el tráfico peatonal, pasando por la gestión de residuos o la utilización de la vía pública.
Casablanca, capital económica de Marruecos, ha prohibido recientemente dejar basura fuera de las zonas acotadas, abandonar material de construcción en la vía pública o realizar trabajos de reparación de coches o frigoríficos en plena calle.
La ciudad ya cuenta, incluso, con una "policía administrativa", por el momento en fase piloto, encargada de garantizar la aplicación de estas normas.
El Omari, alcalde de Casablanca, apuesta por la sensibilización
El alcalde de Casablanca, Abdelaziz El Omari, aseguró que estos planes han de partir necesariamente de la sensibilización, enfocada a "mejorar el comportamiento de los ciudadanos, sobre todo de las generaciones más jóvenes".
El Omari participó la víspera en Casablanca en una jornada de debate en torno a la problemática del saneamiento urbano, en la que se discutió sobre cómo gestionar los desechos de una ciudad que se encuentra entre las grandes metrópolis africanas, con 3,4 millones de habitantes, y que generó, en 2017, 1,4 millones de toneladas de basura.
El Gobierno marroquí ha puesto en marcha, en paralelo, una estrategia de residuos cuyo fin es evolucionar "hacia una economía verde" que "revalorice" los desechos, según dijo el director de Programas de la Secretaría de Estado para el Desarrollo Sostenible, Mehdi Chalabi.
En opinión de Chalabi, es básico "recuperar todo lo que tenga un valor material o energético" e intentar "revalorizar y reciclar" tantos residuos como se pueda, un objetivo que considera irrealizable "sin la adhesión y la participación de la población".
Se presume, eso sí, que las metas de este plan se plantean a largo plazo: en Marruecos el reciclaje es prácticamente inexistente, y a menudo algo tan básico como encontrar una papelera en una calle puede resultar muy complicado.
Por lo pronto, El Omari avaló esa apuesta por poner en marcha "soluciones de revalorización de los residuos", y el primer paso en esta dirección será el próximo cierre del vertedero de Mediouna, el más grande de Marruecos, que da servicio a Casablanca y su área metropolitana (que suma casi 7 millones de habitantes) y está prácticamente al límite de su capacidad.
Prohibido tender ropa de cara a la calle
Otra llamativa medida adoptada por Casablanca consiste en la prohibición de tender ropa de cara a la calle, algo muy frecuente en Marruecos, por su impacto visual e higiénico.
Casualmente, un reglamento estatal promulgado a principios de año decreta la eliminación de las antenas parabólicas y aparatos de climatización ubicados en fachadas y balcones.
El caso de las antenas es paradigmático; al contrario que en otros países en los que una instalación única da servicio a todo un edificio, en Marruecos lo común es que cada vecino tenga su propia parabólica y la coloque donde encuentre hueco, dando lugar a un peculiar paisaje.
Adiós a sacudir alfombras hacia la calle
No es la única prohibición impuesta por esta ley, que también restringe, en el ámbito del espacio comunitario, sacudir alfombras hacia la calle, lavar coches en la vía pública o usar el claxon.
Marruecos no solo ha desarrollado nuevas normas, sino que además ha sacado algunas del cajón, como la que castiga con multas de 25 dirhams (2,20 euros) a los peatones que no crucen la calle por un paso de cebra, que estaba en vigor desde 2010 y no se comenzó a aplicar hasta el pasado mes de diciembre.
Esta última medida fue recibida con escepticismo por los marroquíes, dado que fuera de los centros urbanos de las grandes ciudades escasean los pasos de peatones (y aún más los semáforos), y las redes sociales recogieron reacciones que oscilaban entre la ironía, la indignación y la incredulidad.
De momento no existe un frente común que coordine todas estas iniciativas, pero sí se advierte que hay numerosos actores políticos y sociales que comparten la misma intención: hacer de Marruecos un país más cívico y más limpio.