Las ideologías, ese conjunto de principios teóricos que fundamentan nuestros criterios y nuestras opciones políticas, en sus fondos más o menos conscientes, encierran unos intereses personales y unos vínculos identitarios, unos lazos que nos unen estrechamente con quienes consideramos como “los nuestros”. Son además unas claves que nos sirven para explicar y para justificar nuestras actitudes y nuestros comportamientos con “los otros”. A lo largo de la historia y, sobre todo, durante nuestras biografías personales a veces cambiamos de bandos, pero otras veces mantenemos las mismas etiquetas y alteramos sus contenidos. Algunas ideas que, por ejemplo, habíamos catalogado “de derechas” después las defendemos como “de izquierdas” o viceversa.
En esta oportuna obra el profesor Yascha Mounk analiza de forma minuciosa la transformación en “una nueva ideología” que ha pasado de aquel sano aprecio a la cultura y al patrimonio de los grupos minoritarios de “negros” a defender la imposibilidad de entenderse y de integrase con ciudadanos pertenecientes a otras etnias, con personas con otros orígenes culturales.
Explica con detalle cómo, si el origen de esta lucha estaba en la defensa de la justicia social y en la pelea contra el antirracismo, en la actualidad, influido por el posmodernismo, el poscolonialismo y la teoría crítica de la raza, la nueva ideología está cambiando las reglas y las normas clave de los principios institucionales que hunden sus raíces en la transformación de los compromisos fundamentales de muchos de los autodenominados “progresistas”.
Recuerda y analiza cómo históricamente la izquierda se había caracterizado por sus aspiraciones universalistas y por la convicción de que los seres humanos no se definen por su religión, por el color de la piel, por la educación u orientación sexual, y sí por la aspiración de crear un mundo en el que se “conviviera la vida” sin divisiones identitarias. Advierte, sin embargo, cómo en las últimas seis décadas se fomentan nuevas formas de activismo y de “orgullo de grupo”.
Reconoce que los defensores de la síntesis identitaria están movidos por la noble ambición de remediar las graves injusticias que se extienden por todos los países y por la decepción ante la persistencia de injusticias reales, pero también expresa su convicción de que resultará –que podrá resultar- contraproducente. Llega a la conclusión de que es necesario y es urgente realizar una crítica rigurosa que asuma las aportaciones útiles a la lucha por una visión del futuro “más ambiciosa y más optimista”. Éste es el contenido de una obra que, a mi juicio, es oportuna, necesaria y valiente. Nos hace pensar y nos proporciona pistas claras y criterios rigurosos de análisis para interpretar situaciones actuales.
La trampa identitaria
Una historia sobre las ideas y el poder en nuestro tiempo
Barcelona, Paidós, 2024
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