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Unidades de Élite de Infantería: La Legión Española

El acto legionario del Tercio Duque de Alba 2º de la Legión, formado hoy en su habitual Plaza de Armas del acuartelamiento de García Aldave, será presidido por el Excmo. Sr. General de División Don Francisco Javier Sancho Sifre, comandante general de Ceuta.

Nada es difícil si hay voluntad de superarlo. La voluntad es la joya de la conducta

El 2º Tercio demostrará en masa que sigue preparado e instruido para cumplir en la paz y en la guerra cualquier misión que ordene el mando y los legionarios que tanto lucharon por la Patria con su marcha enérgica y flameando los condecorados guiones del valor, del heroísmo y de la disciplina fueron entrando, porque se lo merecían, por las puertas de la Gloria.

La persona constante se ha endurecido a base de golpes duros, pero también de pequeñas renuncias, de ir ganando en fortaleza, siendo constante la persona se hace estable y está dispuesta a buscar lo mejor aunque sea a largo plazo, aunque de entrada le cueste y signifique un gran esfuerzo.

Cortesía

Actualmente el jefe del Tercio Duque de Alba 2º de la Legión es el Coronel de infantería Don Francisco Bartolomé García que con su sólida formación castrense sus grandes cualidades humanas y profesionales y su gran historial legionario, de mando de unidades y una gran experiencia en sus ocho misiones en el extranjero al mando siempre de unidades legionarias y es consciente de que el 2º Tercio seguirá fielmente la consigna del Espíritu legionario para seguir cumpliendo con su deber y afrontar los grandes retos de los ejércitos modernos, teniendo el orgullo de mandar el 2º Tercio Duque de Alba, encastrado en la Comandancia General de Ceuta.

La llama del fundador

La fecha de creación del Tercio (1920) perdurará en la historia de nuestra Patria y, especialmente, en la ciudad de Ceuta, que fue su cuna y donde se alistó el primer voluntario y es un rico patrimonio de valor y heroísmo.

Y su grandiosa historia está jalonada por los hitos de nombres ilustres y héroes legendarios que resaltan en la agenda gráfica de la popularidad militar y africana, nombres que se convirtieron en míticos por su experiencia, valor y hechos de armas: Valenzuela, Sainz de Larín, Rada, Yague, Suceso Terneros, Linier, y un largo etc; todos ellos son una asombrosa expresión de valor y gran estilo militar, humano y todos ellos han sido corazón de esa legión gloriosa que ha sabido vivir de orgullo y estímulo de los prestigios de España, todos ellos supieron ser fuertes héroes y españoles. En la Legión no tiene cabida la mediocridad, para ellos la guerra fue un deber que se cumple alegremente y con gallardía, donde se arriesga la vida por la Patria y por cumplir la misión recibida.

El General Millán Astray

Aquí estaba Millán Astray con el uniforme de la legendaria Infantería. En el Cuartel del Rey, en Ceuta, blanca y dormida, como una gaviota posada sobre el mar, en espera de la primera recluta de la Legión.

Y en camino estaban. Al ver llegar aquel grupo de hombres de mirada tosca, desconfiada, dura, rostros ensombrecidos, fuertes y con ademanes airados, sin rumbo ni aire fijo, una anarquía viva. Muchos pensaron la dificultad de su instrucción. Pero allí estaba Millán Astray en el patio para recibirlos, firme, recto, con unos ojos que taladraban hasta el pensamiento. En su boca palabras amasadas con fuego: “Habéis llegado para adquirir el compromiso de vuestras vidas, os vais a consagrar a La Legión. Ella os recibe con los brazos abiertos y os ofrece: honores, gloria y olvido. Sentiréis un orgullo hasta ahora desconocido: el de ser legionarios, el de ser útiles a la vida y a España. Nada más hermoso que morir con honor, ya lo aprenderéis. Caballeros Legionarios ¡Viva España!

Lo de menos es lo que dicen estas palabras. Lo de más es cómo estaban dichas; a pesar del duro contraste, se pinta la gloria y se brinda el olvido; se canta la vida y se elogia a la muerte y junto a la promesa del ascenso se marca la senda del sacrificio. Este era su credo y lo hizo vivo, sensible y palpitante en cuanto tuvo en sus manos aquella primera levadura humana dándole destino y colmándola de ilusión.

Pronto sonaría como un gallo de pelea el cornetín de órdenes de la Legión: “Legionarios a morir, legionarios a luchar”. Era un nuevo estilo, era el camino del honor, del valor y el sacrificio.

Era la orden de “paso de ataque” para la Legión, suena la corneta como el “zumbido de una avispa” y los legionarios se lanzan a un violento asalto al arma blanca… y el enemigo se retira. En el recuento 12 muertos propios, entre ellos 3 oficiales, y veintidós heridos. Fue en el combate de Xeruta.

El Cristo legionario

Semana Santa Malagueña. Parpadear de estrellas en el cielo y olor de cirios en la tierra; lento son de tambores legionarios y temblar de “saetas” en las gargantas; trompetas que lanzan al viento su tristeza y fusiles que abaten sus cañones; aliento de Dios en las almas y resbalar de lagrimas en las mejillas…

Senderos de cera derretida atraviesan la Ciudad; oscilantes luces de velas encendidas ahuyentan la oscuridad de la noche; Vírgenes de pálidos rostros y negras pestañas, dolorosas de pasión, pasan silenciosas, camino del calvario; Cristo de faz enfebrecida, de miembros mutilados, imágenes del dolor expirantes en la cruz se perfilan entre luces…

Noche del Cristo de la Buena Muerte; claveteo de botas legionarias, visión de pechos fornidos, adivinados en la desnudez de la camisa; picas y arcabuces bordados, correajes de charol y brillo limpio de metales…brazos morenos, impávidos, desafían el frescor de la madrugada, brillo acerado en las pupilas y decisión en los rostros, enmarcados en negra barba…derechos, rígidos, escuetos, marchan, alta la mirada. Prototipo de la raza, esbeltos, los legionarios caminan despacio, con marciales y rítmicos pasos. Ceuta también los admira y los quiere, y dan fe en el Entierro del Martes de Semana Santa en nuestra querida Ceuta.

Málaga los admira. Son portadores de un mensaje de bravura y heroísmo. Señores absolutos del dolor y el desengaño, por sus venas corre sangre ardiente y en sus corazones late el amor a España, su Patria.

Son Legionarios españoles que, hieráticos, firmes, erguidos, prestan sus guardias al Cristo de la Buena Muerte, guardia de honor, la más segura, la más valiente… inmóviles, como estatuas de la disciplina, permanecen rodeando la imagen del Crucificado; no tiene sed, ni fatiga, ni sueño; sus espíritus no decaen, ni sus brazos se cansan con el peso del fusil…

El Cristo mutilado, de labios resecos, sienes sangrantes y corazón herido, camina en su divina agonía, la fiereza de la lucha…Su caminar es tranquilo entre aroma de claveles y cadencias de saetas.

Es la madrugada, madrugada de rezos y penitencia los legionarios escoltan a su Cristo de la Buena Muerte. Y los españoles tiemblan de emoción al verlos pasar. Y las estrellas detienen su parpadeo y la luna brilla más clara…La Legión española rinde honor al Cristo Legionario.

El valor del legionario

Con los rostros impasibles, fuerza invencible al acecho los legionarios aguardan del cornetín el acento, para lanzarse al ataque, en busca del cuerpo a cuerpo, que puntualiza y exige la enseña de su credo legionario.

Riza el aire los colores de sus guiones soberbios, acaricia los tatuajes de sus bronceados brazos, y con ansia delirante entre suspiros y besos, de su leal compañera reciben el casto aliento.

Al resonar el clarín la voz de aceptado reto, como a un mágico conjuro brota la legión del suelo, y acortando la distancia con su ímpetu tremendo, a la fase del asalto lleva su arrojo y denuedo.

Relucen las bayonetas con metálicos destellos, hay como un crispar de garras en el pavón del acero, y los novios de la muerte, con su mordiente de esfuerzos clavan sobre el enemigo su dentellar violento y entrando porque se lo merecían por las puerta abiertas de la gloria.

La Legión ha ido jalonando de gloria los caminos por donde pasa y escribiendo en el libro de la historia las poesías épicas de sus hazañas, sus victorias y su entrega.

La legión ha rendido siempre culto a su estilo y, a la vuelta de los caminos, cuando los campos vuelven a sentirse florecer y la victoria acompaña a los que lucharon bajo el emblema legionario, el laurel del triunfo regresa con las Banderas de La Legión, para servir de norma y ejemplo constante a los poetas que se hicieron guerreros porque el morir en el combate es el mayor honor.

Para terminar esta breve glosa de una realidad incuestionable que es la valía y competencia de las Unidades de La Legión y categoría de sus hombres, Caballeros Legionarios queremos dedicar un emocionado recuerdo a todos los legionarios entre ellos a mi querido padre, que dieron la vida en cumplimiento del deber, pues no pudieron andar otro camino, no quisieron seguir otra bandera, no supieron morir de otra manera. ¡Descansen en Paz!

Enhorabuena

La Legión seguirá dando ejemplo de valor, disciplina, acometividad y cortesía cuyos títulos han revalidado durante más de 99 años de legendaria historia, tanto en la guerra como en la paz. Es la legión sublime del ejemplo hecho ya historia por muchos héroes.

Enhorabuena a La Legión en su próximo Centenario.

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