La práctica totalidad de los representantes de los ceutíes en el ámbito político, civil y religioso volvieron a dar ayer un ejemplo de civismo y responsabilidad compartiendo juntos un minuto de silencio ante las puertas del Palacio autonómico después del atentado registrado el miércoles en Algeciras, donde falleció un sacristán y un sacerdote fue herido a manos de un joven que el próximo lunes pasará a disposición judicial.
Para algunos puede ser tentador buscar rédito en el nombre, la nacionalidad, el credo o la cultura del presunto asesino para alimentar la confrontación entre colectivos y los prejuicios.
El presidente de la Ciudad, Juan Vivas (PP), como los líderes del PSOE, MDyC o Ceuta Ya!, pero también representantes del ámbito confesional como el delegado de la Comisión Islámica de España supieron ayer hacer abstracción de partidismos y centrarse en lo importante, que ahora es respaldar a los allegados de las víctimas, repudiar la violencia venga de la mano de quien venga y apoyar el trabajo de las Fuerzas de Seguridad sobre el arrestado y cuantas personas hubieran pedido algún tipo de apoyo, soporte o base de radicalización, si es que la tiene.
Poner apellidos que poco o nada aportan a un crimen tan execrable como el acontecido en la localidad gaditana puede ser útil a algunos en interés propio, pero enciende hogueras peligrosas para el conjunto de la sociedad.
Solamente cuando la investigación en curso avance será posible extraer lecturas provechosas de esta barbarie y adoptar todas las medidas para que nunca se repita.