Una vida dedicada al servicio de la Administración

Ha sido concejal, presidente de la Diputación de Pontevedra, vicepresidente de la Xunta de Galicia, ministro de Administraciones Públicas, Educación, Interior y Presidencia, vicepresidente y presidente del Gobierno.

Si a Mariano Rajoy Brey le obligaran en estos momentos a hacerse una tarjeta de visita, no tendría ningún problema si debajo de su nombre, en el apartado de la profesión pusiera: ‘Al servicio de la Administración”.
Y es que en realidad, el actual presidente del Gobierno en funciones ha dedicado toda su vida al servicio público. Desde que muy joven ganara las oposiciones de registrador de la propiedad entró en la espiral de la Administración que, en principio le llevó a los cargos públicos en su Galicia natal y con posterioridad, ya con la refundación del Partido Popular,  a que José María Aznar le llamara para formar parte de su más directos colaboradores.
Rajoy siempre ha presumido de que ha pasado por todos los escalones de cargos públicos, desde concejal a presidente del Gobierno. En su tierra natal, de la que presume las veinticuatro horas del día, considerándose pontevedrés, a pesar de haber nacido en Santiago de Compostela, pasó por ser presidente de la Diputación de Pontevedra y luego Manuel Fraga le llamó para ser su mano derecha en el Gobierno de la Xunta de Galicia.
Como decíamos antes, fue José María Aznar quien le llevó a Madrid para formar parte del conjunto de colaboradores directos de quien era el nuevo líder de la derecha española. Con Aznar, sus vicesecretarios generales fueron Rodrigo Rato, Mariano Rajoy, Jaime Mayor Oreja y Javier Arenas. En esos años, hasta la llegada de Aznar a La Moncloa fue diputado en el Congreso y se comenzó a conformar en esos siete años el asalto definitivo del PP para gobernar por primera vez en la democracia española.
En los ocho años de Gobierno de José María Aznar, el actual presidente del Gobierno fue titular de cuatro carteras ministeriales. En cada crisis, el entonces máximo responsable de la Administración le otorgaba un nuevo Ministerio. Comenzó con el Ministerio de Administraciones Públicas en los primeros años y en la última etapa de esa legislatura pasó a llevar las riendas de Educación. Precisamente, Rajoy era ministro de Administraciones Públicas cuando la Ciudad Autónoma de Ceuta tuvo la oportunidad de firmar sus dos paquetes de transferencias, después del Estatuto de Autonomía que se aprobó en el mes de marzo de 2005.
Tras la victoria de los populares en los comicios generales de 2000, con una amplia mayoría absoluta, Rajoy siguió responsabilizándose  de Educación hasta que Jaime Mayor Oreja dio el paso para regresar a la política vasca. Aznar le nombró entonces vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, además de portavoz. Dos años y su último servicio a José María Aznar fue hacerse cargo del Ministerio de la Presidencia, también como vicepresidente primero y portavoz del Ejecutivo.
En esos años fue formando su grupo de colaboradores que hoy le continúan ayudando en labores importantes como son el caso de Soraya Sáenz de Santamaría, Jorge Fernández Díaz o María Dolores de Cospedal.
En el verano de 2003, cuando José María Aznar le designa candidato a la Presidencia del Gobierno por el Partido Popular para las elecciones de marzo de 2004, deja todos sus cargos en la Administración y se enclaustra en Génova para preparar la campaña. Lo cierto es que todas las encuestas le daban ganador, pero los atentados del 11-M cambiaron la faz de los próximos años de la historia democrática de nuestro país. Aznar se marcha y Rajoy se hace cargo de la Presidencia de su partido y también accede en el Congreso al cargo de jefe de la oposición.
Una de las grandes virtudes de Rajoy, reconocida hasta por sus propios contrincantes, es su buen hacer como parlamentario. En esa labor se centra en los siguientes años y también vuelve a perder los comicios de 2008.
Ese año es su momento más difícil como líder de los populares, porque comienzan a levantarse algunos diputados para hacerle frente en ese Congreso de Valencia, donde esperaban que la entonces todopoderosa presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, diera el paso para arrebatarle la Presidencia nacional. Sin embargo, Rajoy pudo contar con los apoyos importantes de Valencia y Andalucía, saliendo triunfador y reforzado en su condición de presidente del PP.
Ahí se inicia su camino hacia La Moncloa, que le llega unos meses antes de los previsto, puesto que las elecciones, como consecuencia de la crisis económica, son adelantadas varios meses por José Luis Rodríguez Zapatero. Resulta triunfador, y logra con los resultados de unos meses antes en las municipales autonómicas aglutinar el mayor poder que los populares habían obtenido en la historia democrática de nuestro país.   
Lo cierto es que no lo ha tenido nada fácil en estos cuatro años. Recibió un país con un déficit muy superior al que anunciaba Rodríguez Zapatero, la destrucción de empleo era de cientos de personas diarias, una España al borde de la bancarrota con el peligro de intervención por parte de la Unión Europea.
Esta situación ha variado, quizás no a gusto de todos, pero lo cierto es que España ha vuelto a la senda del crecimiento, a costa de los sacrificios de muchos millones de españoles. Y esa senda es la que se debe ahora afianzar, porque todavía hacen falta reformas estructurales importantes, no solamente porque las está exigiendo la misma Europa, sino porque el mismo Partido Popular las lleva en su programa electoral y las considera claves para ese reforzamiento de las estructuras económicas de España y que no seamos tan vulnerables para las épocas de las crisis económicas.
Hoy Rajoy está en Ceuta y aunque algunos digan lo contrario, esta ciudad ha sido una prioridad en estos cuatro años en los Consejos de Ministros y seguramente lo reconocerá en el acto político.