Una tumba y un sepulcro olvidados

Quisiera dedicar unas breves líneas al caso de un personaje cuyo nombre a primera vista será desconocido para la inmensa mayoría de los ceutíes aunque uno de los iconos o emblemas mas representativos de Ceuta, y mas enraizado en los corazones de los ceutíes, se deba precisamente a dicho personaje. Me refiero a Angel García Ruiz. Imagino que la mayoría de quienes lean estas modestas líneas se estarán formulando esta pregunta: ¿quién será este señor?. Rápidamente paso a saciar su curiosidad: Angel García Ruiz, o D. Angel como se le llamaba en su época, fue músico y compositor, segundo director cronológicamente hablando de la Banda de Música de La Legión, autor de la versión para marcha procesional del “Novio de la Muerte” (sí, la que escuchamos los Martes Santo), director de la Orquesta Sinfónica de Ceuta en los años treinta y cuarenta de la pasada centuria, profesor titular del Conservatorio de Música de Ceuta y, sobre todo y ante todo, compositor del Himno de Ceuta. Como podemos ver, quien compuso la música que representa a Ceuta, el himno que es interpretado y cantado en multitud de ocasiones, es un completo desconocido para los ceutíes; no me imagino en absoluto la misma suerte en Valencia para el maestro Serrano. Salvo error u omisión por mi parte, y desde este momento pido disculpas si estoy equivocado, no me consta que se le haya dedicado alguna calle, plaza, plazuela o pasaje en nuestra ciudad a Angel García Ruiz; también desde este mismo momento, si ello es así, propongo humildemente a nuestra autoridades algún reconocimiento público a su persona, pudiendo por ejemplo llevar su nombre, como alternativo al rótulo de una calle, el flamante nuevo Conservatorio de la Ciudad. Esto como digo son meras sugerencias que dejo escritas por si existe receptividad por parte de los responsables políticos y culturales de la Ciudad.
Pero aquí no acaba la historia. Parejo y en consonancia con el olvido del personaje nos encontramos no sólo con el olvido, sino con el abandono y el lamentable estado del sepulcro de Angel García Ruiz, uno de los mas curiosos del cementerio de Santa Catalina, y sobre el cual, bajo una lira, figura escrito el siguiente epitafio: “Yo Angel García Ruiz, he servido a Dios consagrando mi vida a la música y maestros”, y a continuación enmarcada con una corona de laurel la fecha de su fallecimiento 21 de febrero de 1956. Junto a estas líneas figura una fotografía de dicho sepulcro, y en la cual puede apreciarse el estado de suciedad y abandono del mismo, aunque no se aprecia tanto como en el mismo lugar. Hay que reconocer que el sitio es de muy difícil acceso, y hay que saltar por encima de escombros, útiles de los empleados del cementerio y demás obstáculos para llegar al pequeño recinto donde se encuentra el sepulcro, adyacente al de un capitán alemán, una niña de corta edad al parecer inglesa y otros enterramientos en tal mal estado que ya no se puede leer los textos de las lápidas. Se encuentra en la parte alta del cementerio, casi diría yo fuera del mismo y en un recinto que parece un aparte o anexo y en el cual creo sinceramente, por la maleza existente, hace muchos años que no entra nadie.
Debo reconocer que no encontré dicho sepulcro por mera casualidad aunque, sinceramente, cuando me puse a buscarlo el otro día creía que con las reformas habidas en los últimos años pudiera ya no existir.
La génesis de esta historia hay que remontarla a hace mas de treinta años, contando quien suscribe unos quince o dieciséis años de edad, cuando acompañando a mi padre, que era un gran melómano y aficionado a la música clásica, al cementerio para visitar supongo la tumba de algún familiar, me contó la historia de quien había sido director de la orquesta de Ceuta y compositor de su himno, y el por qué su enterramiento estaba fuera de los límites del camposanto, en tierra no consagrada al parecer, según me explicó al hallar al fin el sepulcro . No recuerdo ya los motivos que me contó, no sé si se había suicidado o había sido miembro de la masonería, y en ambos supuestos la Iglesia no permitía su entierro en terreno consagrado, o quizás era algún motivo mas trivial; la verdad es que lamento no recordarlo y por lo tanto solicito la ayuda de mis apreciados y buenos amigos José Luis Gómez Barceló y Francisco Sánchez Montoya por si, dados sus amplios conocimientos sobre la historia del último siglo en Ceuta, pudieran aclararme algo sobre dicho extremo. Pero sea como sea, lo que sí quisiera elevar a las autoridades de la Ciudad es la petición de que se acondicionara y adecentara el lugar donde está enterrado Angel García Ruiz, compositor del himno de Ceuta, y que cuando, como cada 2 de noviembre, las autoridades ofrendan coronas a ceutíes ilustres ya fallecidos, algún recuerdo u homenaje sencillo se tenga con quien, aparte de ser un dinamizador en la cultura de la ciudad de su época, plasmó negro sobre blanco en una partitura las notas de la música que a todos los ceutíes nos debe unir y emocionar.