Categorías: Sucesos y Seguridad

Una multitud irrumpe en las naves del Tarajal por las ‘escaleras de la muerte’

Dos porteadoras murieron aplastadas en una avalancha, en este mismo tramo, en 2009. El desenfreno se debió a que esos peldaños dan a consignas de los bultos mejor pagados. Los porteadores pusieron en riesgo su integridad física y la de los policías que contenían la riada.

El Puente del Biutz, como informaron fuentes oficiales, absorbió ayer más mercancía que en jornadas anteriores, en las que se vivió con mayor angustia el intento de los porteadores por cruzar al país vecino, a cuestas, paquetes de mercancía sin identificar y que, en este punto, están exentos del control aduanero español.   
Pero el devenir de este comercio transfronterizo nunca está libre de sobresaltos. Ayer una multitud de personas irrumpieron en los polígonos del Tarajal por las escaleras donde dos porteadoras murieron en mayo de 2009, aplastadas por sus compañeras en una avalancha en los mismos escalones que ayer bajaron en tromba decenas y decenas de personas, hasta cargando sillas de ruedas y sin temor a precipitarse cuesta abajo. A pesar del funesto sobrenombre que le acompaña desde hace seis años: la ‘escalera de la muerte’.
Los camalos, desafiando la suerte y poniendo en riesgo no solo su integridad física, sino la de los policías, recurrieron a la misma estratagema hasta en, al menos, dos ocasiones. La Policía Nacional interrumpió, no sin esfuerzo, la riada humana que se colaba por una puerta que, durante las horas de actividad del Biutz, permanece cerrada a cal y canto, precisamente, para evitar riesgos como éste al que se expusieron ayer tantas personas en su desenfreno por hacerse con un bulto.
El remedio que aplicaron tan solo duró unos minutos y la muchedumbre volvió a forzar la puerta y entrar a la carrera de forma atropellada; esquivando a sus compañeros de fila; fijando la mirada en el suelo para no caerse mientras les empujaban por la espalda; saltando peldaños para ser el siguiente en alcanzar la consigna. Afortunadamente, nadie resultó herido, ni camalos ni policías y, estos últimos, consiguieron cerrar la puerta.
Descontentos con la medida adoptada por esta fuerza de seguridad, en aras de garantizar la seguridad en el recinto, los porteadores arremetieron contra la puerta a patadas desde el otro lado, la golpearon y manipularon hasta darse por vencidos y cejar en su intento.
Quienes son testigos a diario de este eufemístico comercio atípico aseguraron ayer que la puerta de la escalera de la muerte está constantemente vigilada; está pertrechada con un cerrojo y coronada con alambres para disuadir a los más avispados de trepar este atajo a las consignas donde guardan los bultos de mayor valor, aquellos por los que se pagan entre 50 y 60 euros, según los comerciantes.
Los comerciantes que entablaron ayer conversación con este diario lamentaron que, por motivos de seguridad, tienen que abrir sus negocios a partir de las 11:30 de la mañana, ya que aseguran que antes es imposible, y reducir el horario comercial supone una caída en sus ingresos. No obstante, aplaudieron que este grupo de la UIP, a diferencia del anterior, dejase abierta ayer la puerta principal porque facilita, en cierta medida, el acceso a sus establecimientos.
La crítica a la organización establecida por esta fuerza de seguridad procedió de las porteadoras porque, explicaron, “hemos pasado la noche en la frontera, con frío, envueltas en cartones, para ser las primeras en la fila pero, como muchas se han colado por las escaleras, hoy tampoco podremos pasar un bulto”.

Nadie resultó herido

Fuerzan el acceso para llegar más cerca del Biutz 

De puro milagro, nadie resultó herido, incluidos efectivos de la fuerza de seguridad destinada en los polígonos. Tres agentes de la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional (UIP), en el lado de los peldaños y en el de la puerta principal, sudaron la gota gorda para cortar la filtración. Mujeres y hombres se apilaban contra la hoja de la puerta y presionaban por entrar hasta que, finalmente, el acceso a la Fase II de los almacenes, en los aledaños del Biutz, volvió a quedar clausurado por los policías.

La afluencia duplica la capacidad del recinto

La única avalancha significativa estalló en la Fase I al ver que otro grupo de mujeres había logrado colarse

La afluencia de porteadores duplicó ayer con creces la capacidad de los polígonos del Tarajal, estimada en unas 3.000 personas. Y, sin embargo, más de 6.500 camalos, entre hombres y mujeres, circularon ayer por las calles de este recinto a la caza de un bulto de mercancías que cruzar por el puente del Biutz.
El ‘efecto llamada’ sobre la población marroquí se mantiene con bultos que, ayer, se pagaban a 50 ó 60 euros sin contar las ‘mordidas’ y otros ‘peajes’ que los porteadores tienen que descontar en su recorrido desde las consignas donde cargan los fardos a la explanada de Castillejos, lugar en el que los entregan a sus propietarios, según los comerciantes, empresarios marroquíes que los hacen llegar a sus manos a través de testaferros en Ceuta.
La única avalancha significativa de la mañana tuvo lugar pasadas las 9:00 de la mañana en la Fase I, cuando cientos de mujeres rompieron las filas al conocer que un grupo importante de compañeras se había colado por las conocidas como ‘escaleras de la muerte’.
Al producirse en un espacio amplio, fuentes de solvencia explicaron que no entrañó tanto riesgo como cuando estallan en los aledaños del Biutz, calles en las que ya llevan adosados los bultos y las cuerdas con las que fijan la mercancía al cuerpo pueden acabar asfixiándolas.  
Ellas, que aseguraron haber pasado la noche en la frontera del Tarajal y alrededores para ocupar los primeros puestos, emprendieron la carrera hasta que se toparon con el filtro policial que las frenó en aras de garantizar el orden en los aledaños del puente del Biutz.
Otro sector de las porteadoras criticó la ‘competencia desleal’ que ejercen aquellas féminas que duermen en Ceuta. En declaraciones a Faro TV, algunas denunciaron de forma pública que las hay que se alojan en viviendas en el Príncipe donde pagan dos euros por compartir habitaciones de 10 personas, de modo que el arrendatario se embolsa 20 euros por cuarto.

Vía libre para los ‘plantos’ ante la ausencia de auxiliares de seguridad

Los plantos –colaboradores marroquíes que regulan el tráfico de personas– han vuelto a tomar las calles de los polígonos del Tarajal. Su distintivo en la fila de hombres es el chaleco fluorescente, donde sirven de asistentes para la Policía Nacional tanto en la colocación de vallas como en ordenar las filas. Los auxiliares de seguridad de Seguriber, mientras estuvo vigente el contrato con la Comunidad de Propietarios de los Polígonos del Tarajal, anularon esta figura que, desde hace meses, volvió a implantarse en las naves. La Junta de Seguridad acordó la semana pasada el estudio de la implantación, de nuevo, de la seguridad privada en los polígonos. Una propuesta que un sector de los comerciantes aseguró que no está dispuesto a pagar porque ellos no dan salida a su mercancía por el Biutz. 

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