Existen tradiciones tan nobles y necesarias que jamás pueden caer en el olvido. Una de ellas es la excursión que realizan las personas de la tercera edad de Ceuta al Parque Marítimo del Mediterráneo. Son ya siete los años que los servicios sociales comunitarios, dependientes de la Consejería de Asuntos Sociales, apuestan por “hacerles la vida un poquitín más felicces a nuestros mayores”.
Las palabras son de Blanca Vallejo, la animadora y responsable de actividades de mayores. A su alrededor, caminan personas que, cuando comprueban que es ella, al instante la saludan. Será porque socorristas, personal de mantenimiento, camareros, vecinos de la ciudad, todos al fin y al cabo, conocen la labor que lleva acabo: “Al año movemos a diez mil mayores; en el centro juegan a las cartas, ríen, bailan, se divierten”.
¿Y qué hacen en el interior paradisiáco que ideó César Manrique? “A mí me da igual que haga un día gris, que el viento corra, que el agua esté más fría que de costumbre”, dice Josefa Aguilera, “porque yo me meto en el agua y disfruto como un pez”. También su compañera, Ángeles, está dispuesta a darse un baño. No siempre ocurre así, tal y como cuenta, Blanca Vallejo: “A veces nos hemos encontrado con mayores que eran reacios a hacer una cosa, quizá por pereza, por miedo al desconocimiento o por otras razones, pero al final animados por sus compañeros, se han animado a hacerlas y al final han disfrutado muchísimo”.
Algo similar le ocurrió a Antonio: “Una vez, pese a estar inscrito, no me atrevía a montarme en un barquito para dar un paseo, pero al final me convencieron y me lo pasé como cuando era joven”.
Joven, ésa es una de las palabras claves del éxito. Como prueba de ello, la insistencia de Ángeles: “¿Dónde está la música, que me pongo a bailar?”. “A bailar, todavía no”, le responde su amiga Josefa, quién, mirando la hora, recuerda que en poco tiempo toca el almuerzo “en el restaurante Peña”.
“Es bueno que comamos todos juntos, así hablamos todos, de nuestras cosas, fomentamos las conversaciones, mejoramos la comunicación”, dice Blanca. “A mi me apetece verduras”, cuenta Alberto. Mira al frente, donde descubre a compañeros tumbados en una hamaca: “Qué bien descansamos aquí”. Lo dice mientras ve a Josefa, Ángeles, Jesús, Alberto y Enrique reposando una felicidad que se filtra en los chistes de éste último. Será verdad eso de que no hay nada más sano como reir.