Lo hicieron los más atrevidos, pero el resto de los bañistas optó por permanecer sobre la arena para regatear a las medusas, esas temidas invitadas de cada verano. En una proporción muy superior a la de las últimas semanas invadieron las orillas de la Ribera y del Chorrillo, por centenares, burlando incluso las redes que intentan frenarlas desde que arrancó la temporada oficial de baño. Cruz Roja izó la bandera a cuadros azules y blancos que alerta de su presencia y la jornada invitó a todo menos al chapuzón para aislarse de las picaduras. La previsión es que la presencia disminuya durante la jornada de hoy. De menor tamaño pero en número mucho mayor, las aguavivas campaban ayer a sus anchas por orillas, rocas y espigones. El acceso masivo hasta la misma arena se había producido durante toda la jornada salvando las mallas e incluso a lo largo del pasillo reservado para la circulación de embarcaciones. “En las últimas semanas habíamos descartado que estuviéramos ante una plaga, como se suele decir exagerando lo que es una simple presencia, pero ahora sí se puede decir que estamos ante una densidad muy alta”, reconocía ayer Óscar Ocaña, director del Museo del Mar de Ceuta. ¿Por qué tantas? Según el diagnóstico del que es quizás el mayor experto en Biología Marina de la ciudad, la causa directa podría esconderse en la influencia del viento que ha soplado en los últimos días. El primer paso lo habría dado el de poniente, que habría arrastrado hasta nuestro litoral parte de las miles que anidan en áreas lejanas como la de Alborán. El oleaje, cuando azota con mayor intensidad, las habría hecho cabalgar sobre las redes que intentan, sin éxito en este caso, frenarlas. Ya dentro de la zona delimitada de baño, es el levante el que toma el relevo y las acerca hasta la orilla. Tocando ya casi la arena o en sus proximidades, ni siquiera el poniente que soplaba ayer –Oeste, fuerza 4 a 5– puede retirar a las medusas de nuevo porque la malla de contención que evita su entrada cumple ahora su función pero en sentido inverso: obstaculiza su salida. Consecuencia: una presencia masiva y extremadamente molesta para los bañistas. Los bancos detectados son masivos, pero de ejemplares “más pequeños de lo habitual y jóvenes, de un color marrón porque se alimentan básicamente de algas”, detalla Ocaña. Son menos peligrosas y de picaduras mucho más leves, aunque, como alerta el director del Museo del Mar, eso no debe traducirse en una invitación a bajar la guardia porque el riesgo de picadura existe. “Lo más normal es que en los próximos días su presencia se vaya diluyendo”, prevé. Aunque la densidad de ayer marcó máximos, la presencia de medusas en el litoral ha sido constante en los últimos días. Cruz Roja ya había izado la bandera azul y blanca el pasado sábado y entre el viernes y el domingo sus servicios de emergencia atendieron una veintena de incidencias por picaduras. Lo hicieron principalmente en la Ribera y el Chorrillo, pero también en el Tarajal, Miramar e incluso en la playa de Benítez. En este último punto del litoral, como en toda la Bahía Norte, son menos frecuentes por la menor temperatura del agua y por la fuerza de las corrientes. Aunque hay diversas teorías que tratan de encontrar causa a la proliferación de las medusas, las más extendidas apuntan hacia el cambio climático –que eleva la temperatura del mar– y a la desaparición progresiva de las especies animales que se alimentan de ellas.
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