Después de presentar nuestro último informe de la vigilancia ambiental sobre las almadrabetas caladas en la bahía sur se han movido algunos resortes en la Administración del Estado y más concretamente en el departamento del que depende la protección del mar, ante la alarma causada por el elevado número de muertes de tortugas marinas del que se han estado haciendo eco los medios de comunicación locales y también a través de la utilización de las modernas tecnologías de comunicación.
Muchos ciudadanos se han estado comunicando este verano con motivo del macabro espectáculo que ofrecían frente a las playas artificiales las tortugas muertas flotando durante semanas enganchadas en las raberas de una de las almadrabetas. Tal es así, que realmente podemos indicar que la vigilancia ambiental ha fracasado; la buena voluntad puesta de manifiesto por la Administración competente en Ceuta y de nuestra propia asociación para tratar de hacer posible la convivencia de la explotación de los recursos pesqueros con la salvaguarda de los tetrápodos marinos (especialmente las tortugas marinas que son las grandes perjudicadas de la interposición de este tipo de artes en sus viajes de alimentación y descanso por la bahía sur) ha sido insuficiente para convencer a algunos pescadores de la necesidad de su implicación activa en la salvaguarda de estos maravillosos reptiles.
Como consecuencia de estos incumplimientos ante lo acordado en los despachos oficiales de la Administración responsable de las costas en Ceuta, las empresas almadraberas han sido sancionadas en varias ocasiones. Otra de las consecuencias, la más lesivas para los intereses de los empresarios de la pesca, ha sido la denegación de los permisos para la instalación de estos artes. Si bien hay que aclarar que todavía se encuentran los expedientes abiertos en espera de una pronta resolución final que decida si se van a calar almadrabetas o no durante este nuevo periodo. El documento emitido por el mencionado departamento ministerial indica un número de 52 tetrápodos marinos (entre cetáceos y tortugas marinas) muertos debido a las almadrabetas. Este es un dato bastante sorprendente que se alejaba del total de nuestros datos de varamientos, y al ser nosotros la asociación encargada oficialmente de este cometido nos preguntábamos de dónde había sacado el ministerio estos números. Visto el problema nos dirigimos oficialmente al ministerio y le solicitamos toda la documentación referente al expediente de las almadrabetas. Con la información requerida también recibimos una inquietante petición dirigida a nuestro vicepresidente que, como muchos conocen es un reconocido especialista en medio marino. Esta era, ni más ni menos, que la realización de un informe científico completo que diera respuesta a todos los aspectos claves en relación a la instalación de las almadrabetas y la protección del medio marino en sentido amplio, incluidas las especies de tetrápodos marinos. La extraña petición llevaba la marca de la precipitación y la premura por solucionar un problema generado dos años atrás por la excesiva confianza de la administración, nuestra propia ingenuidad y la falta de compromiso del sector pesquero en todo este asunto. En definitiva, se percibía la colisión de dos legislaciones antagónicas y dos formas diferentes de ver el mar: la extractiva visión legal de la pesca y las teóricas estrategias de conservación de especies y hábitats marinos.
Debido a la relación que nuestro vicepresidente mantiene con el ministerio en el área de la conservación de especies y hábitats marinos, asumió parcialmente el compromiso, sobre todo abordando el importante asunto de la vigilancia ambiental de las almadrabetas y de cómo tendría que hacerse de una forma eficiente para evitar todas o la gran mayoría de las muertes de tortugas marinas. Sin embargo, tuvo que declinar el honor en la redacción de un informe científico general que llevaría muchos meses elaborar y se necesitaría de un presupuesto adecuado a las circunstancias. Finalmente, la misma carta peticionaria incluía otra petición para el IEO (Instituto Español de Oceanografía). Toda esta cantinela, ya empezaba a desvelar el porqué de tanta prisa por tener conocimientos para poder opinar con suficiente juicio. Desde hace varios años llevamos diciendo que antes de conceder autorizaciones se deben solicitar estudios científicos pertinentes que permitan tomar las decisiones adecuadas a cada caso. Y sin embargo, no se nos hizo el menor caso, debido precisamente al derecho legítimo que tienen las empresas a solicitar concesiones de ocupación durante un tiempo determinado, y ahora, de repente quieren tomar decisiones basadas en conocimientos escasos e incompletos. La administración puede presentar una apariencia legalista a la hora de tomar decisiones sobre sus administrados pero también habría que añadir que es obtusa y tacaña a la hora de hacer frente a la realidad, y que siempre busca solventar el problema en el papel, siendo este elemento mucho menos complejo que la realidad que conforman los seres humanos y su medio. Por lo tanto, suele equivocarse estrepitosamente en la toma de decisiones que requieren análisis complejos y respuestas contundentes, basándose en la extensa y compleja legislación existente.
Volviendo al tema central, que no es otro que la información del expediente solicitado, comprobamos que gran parte de la información que el ministerio había manejado sobre las tortugas muertas provenían de un informe paralelo de “varamientos” presentado por otra asociación como denuncia ante la comandancia de la Guardia Civil. De hecho, se trata de un informe confuso que la propia funcionaria no interpretó correctamente y por ello concluyó que se habían producido más de cincuenta muertes de tetrápodos marinos en las almadrabetas. No obstante, los datos que se presentan en este informe no casan con los nuestros de varamientos ni tampoco con los que nos ha presentado nuestro vigilante ambiental en relación a las muertes acaecidas en dos de las almadrabas de una de las empresas. Además, se mezclan imágenes de cuerpos en el pudridero con otros flotando en el mar, lo cual resulta peligroso por razones obvias. Para nosotros, más allá de la sorpresa del descubrimiento se nos plantea una seria duda sobre los cuerpos que supuestamente faltan en nuestro pudridero y que, según lo descrito en el informe susodicho deberían estar en el pudridero. Desde luego, vamos a presentar sendos escritos ante la propia administración de la Ciudad Autónoma para que nos aclare todo este incidente ya que nuestra asociación tiene un convenio de colaboración con la Consejería de Medio Ambiente como el permiso necesario para dedicarse a los varamientos de estas especies. No tiene mucho sentido que se hagan informes paralelos cuando nuestros datos se publican anualmente y están desarrollados de una forma rigurosa. Otros documentos que analizamos nos revelan más información inquietante y valorando el conjunto de lo que hemos estado estudiando, decidimos ampliar las prescripciones de nuestro planteamiento de vigilancia ambiental.
De hecho, hemos aconsejado en primera instancia que se hagan los estudios pertinentes de fondos marinos, recursos pesqueros y columna de agua antes de tomar decisiones sobre el número de concesiones. Por otra parte, si esto no es posible, hemos solicitado un pliego de condiciones ambientales apropiado para que se llegue a realizar una vigilancia exitosa y que proteja sobretodo a las tortugas marinas, las grandes perjudicadas de todo este asunto de las concesiones pesqueras.
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