Categorías: Sucesos y Seguridad

Una familia denuncia falta de humanidad policial en la frontera

Ahmed Oulad falleció el domingo tras media hora de ruegos de sus hijos  a los agentes Indignados, enfadados y frustrados al saber que se podría haber hecho mucho más. Los hijos de Ahmed Oulad Thami, fallecido a última hora del domingo de un infarto nada más llegar al Hospital Universitario de Ceuta, expresaban ayer, con rabia y desazón, lo ocurrido en la frontera del Tarajal minutos antes de que los médicos certificasen el fallecimiento de su padre. Lo hacen a las puertas del número 92 de la calle Este, en la barriada del Príncipe Alfonso. Allí varias decenas de personas aguardan la salida del ataúd donde descansa el cuerpo sin vida de Ahmed a la espera de ser enterrado en Sidi Embarek.
Muestran el pasaporte del difunto sin nada que esconder. Sí, Ahmed no es ceutí pero, como todo marroquí de la provincia Tánger-Tetuán, ha estado casi la totalidad de sus 80 años de vida pasando a diario a Ceuta. Una paradoja que en sus últimas horas de vida le pusieran inconvenientes para hacerlo. “Él vivía en Castillejos, así que cuando se empezó a encontrar mal lo llevamos a Tetuán y en el hospital nos indicaron que no tenían lo necesario para atenderlo, así que nos remitían a Rabat o Casablanca”, expuso Mustafa, uno de los cinco hijos vivos del matrimonio entre el fallecido y su esposa, Fatima, ceutí de nacimiento. Puesto que todos ellos son caballas, pensaron rápidamente que era más lógico traer a su padre hacia Ceuta que trasladarlo a Rabat por una simple cuestión de distancia. ¿El problema? Que eran aproximadamente las 23:30 horas y, argumentando que los marroquíes no tienen permiso de entrada en Ceuta durante la noche, los policías españoles empezaron a ponerles trabas. Parece que ése fue el quid de la cuestión, pues la documentación estaba en regla y el pasaporte en vigor hasta el próximo año.
“El problema vino, básicamente, porque el jefe no daba permiso, pues los policías que estaban allí veían con sus ojos que mi padre estaba muy grave, que era una cuestión de vida o muerte”, relatan sus hijos cuantificando la espera en media hora. Treinta minutos que, creen, habrían sido claves para que los médicos hubieran salvado la vida de Ahmed. Aseguran que, aunque sólo sea por ser fieles a la memoria de su progenitor, van a denunciar los hechos en comisaría pues consideran que lo ocurrido revela una gran falta de humanidad porque “era una emergencia”. Fuentes policiales consultadas por este medio aseguraban que en el parte de esa noche no figuraba nada destacable, pero se comprometieron a consultar qué pudo haber pasado para que, tal y como aseguran los hijos del difunto, hubiera ese problema en un caso de urgencia como el que exponen.
Lamentan que en sus últimos momentos con vida Ahmed tuviera que presenciar las dolorosas gestiones entre sus hijos y los policías para que estos últimos les permitieran acceder a Ceuta. “Él lo escuchaba prácticamente todo y, claro, con esa presión y esa tensión, cada vez se ponía más nervioso”, dice Mustafa. Cuenta que su padre es un hombre muy conocido en la frontera, pues ha estado toda su vida transitando por ella. Y que también a él le conocen de sobra y los policías no dudaron en ningún momento de su palabra, pero no recibían la autorización de su superior para dejarles pasar. Están convencidos de que si hubieran atravesado el Tarajal a tiempo su padre todavía estaría entre nosotros. Tampoco, dicen, hubiera sido un problema de dinero pues si, al ser su padre marroquí, hubieran tenido que pagar lo habrían hecho gustosos. Cualquier cosa por haberle salvado la vida.
A unos metros de distancia Fatima, vestida de blanco como manda el ritual, recibe las condolencias de las vecinas y recuerda a su esposo con cariño. “Era un hombre muy sano y muy fuerte, nunca le había pasado ningún problema de salud y cuando se pone malito... mira cómo nos trataron. Fue una brutalidad que no le dejaran ir al hospital”, opina la anciana. “¿Tú crees que hay derecho a que hagan esto?”, lamenta.
La popularidad entre los vecinos de su marido nace hace mucha décadas, cuando trabajaba como ayudante del conductor en la línea de autobuses que unía Ceuta y Tetuán. Cuando cesó esa conexión, continuó ligado laboralmente toda su vida a la empresa de autobuses, ya en Marruecos, y también ha tenido un taller mecánico muy conocido en Castillejos. La gente del Príncipe lo conocía cariñosa mente con el apodo de ‘Libre’.
Por desgracia, la muerte de Ahmed es, para sus familiares y amigos, la muestra de cómo una frontera puede influir drásticamente en la vida de una persona. De que el Tarajal es, lamentablemente, una barrera férrea que impide llegar a tiempo a lo que, en apariencia, estamos tocando con la punta de los dedos.

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