Cultura y Tradiciones

Una familia de costaleros

  • Llevan la Semana Santa en la sangre. Marco y Mónica tienen más de 20 años de experiencia en las trabajaderas de distintos pasos. Su hijo Cristian, cofrade desde la cuna, sigue los pasos de sus padres. Los Ruiz Fuentes viven la Pasión en familia.

Cristian Ruiz Fuentes, desde los seis años portando el Paso de los Niños. Marco Ruiz Vera, 25 años en cuadrillas, 14 en la del Jesús Caído y nueve en la costalería del Medinaceli. Y Mónica Fuentes Rosas, quien acumula 23 años de experiencia debajo del Santo Entierro. Tres formas de sentir la misma devoción que esta familia de costaleros vive durante todo el año preparándose para la Semana Santa.

Los Ruiz Fuentes compartirán la próxima semana, itinerario en mano, las salidas y recogidas de los pasos. Una época que, como describió Mónica, viven con “mucha ilusión, pasión, nervios por preparar el costal, la indumentaria y, sobre todo, mirando el tiempo para que haga un buen día”.

Ella ejercerá por tercera ocasión de capataz del Cristo en la salida procesional del Santo Entierro, el Viernes Santo. Y él, acercará al Señor de Ceuta hasta los fieles, primero en el Traslado de este sábado y, después, el próximo Lunes Santo. La Semana Santa, reconocieron, se vive con intensidad en su hogar. “Sales por la mañana y, si por ejemplo sale La Pollinica o El Caído, andamos todos diciendo: ‘Corre, aligera que se recoge y no lo vemos’. El Jueves y Viernes Santo guardamos vigilia y vamos a casa de nuestros padres a comer bacalao y chocos”, describió Marco cómo es para ellos un día en la Semana de Pasión.

Cristian, cofrade desde la cuna, sigue sus pasos. Antes como aguaor y ahora en la trabajadera del Cristo de la Infancia. Con 12 años, quiere ser costalero como sus padres. “Me gusta desde pequeño, ver al Cristo que algún día quiero llevar y, como siempre les he visto a ellos, yo también quiero hacerlo”, ofreció Cristian como razones de su fervor. Su padre indicó que su deseo es que “nuestros hijos sigan las tradiciones para que no se pierdan”, para lo cual propuso la creación de una escuela “para que los chicos empiecen desde pequeño en este mundo y, aunque no carguen, sepan qué es un costal, una trabajadera... Es realmente muy bonito”.

Su hijo mayor ya ha procesionado en el Cristo de la Infancia, como vocero, de aguaor con su padre en el Medinaceli y como contraguía con su madre en el Santo Entierro. Espera expectante dar el estirón “para sacar un paso en condiciones”. Cristian reconoció que siente debilidad por La Pollinica.

Aunque no proceden de una saga de costaleros, la tradición está perdurando de generación en generación en su casa. Un legado que les enorgullece. La única forma de que prevalezca, explicaron, es inculcando el respeto por estas fechas. Marco y Mónica comenzaron su andadura en el mundo cofrade como su hijo, desde muy jóvenes. El progenitor recordó que sus inicios fueron en 1992, con 14 años. “Estábamos en la barriada y Antonio Seglar, que sacaba El Caído, nos dijo que fuésemos un día a probar. Nos gustó y desde entonces, hasta el día de hoy, aquí estamos”, rememoró.

Un caso similar fue el de Mónica a quien, a través de unas familiares, le llamaron un Martes Santo porque “al parecer una chica tuvo un accidente y, como era de mi estatura, salí aquel Viernes Santo”. Eso fue en 1994 y, aunque paró por los embarazos, regresó a Ceuta en Semana Santa incluso cuando estuvo destinada fuera. Por motivos de salud, tuvo que dejar de ser costalera y ahora lo vive desde el papel de capataz. “Pero no es igual, lo cambiaría ahora mismo si pudiera”, desveló esta madre. Mónica animó a las mujeres a sumarse a la cuadrilla del Santo Entierro sin compromiso alguno y, para aquellos que estén lesionados u otras razones le impidan cargar, siempre existe la posibilidad de salir como penitente o de mantilla.

Un sentimiento, una tradición y una misma familia que llevan en la sangre la pasión por la Semana Santa. Solo quisieron enviar un mensaje a la población ante la proximidad de estas fechas de fervor: “Los ceutíes debemos de quedarnos en nuestra ciudad porque es una pena que haya pasos en la calle sin gente que los arrope y acompañe”.

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