Uno de los médicos del Ingesa tuvo que comparecer la semana pasada ante el juez en una vista judicial para responder a una denuncia presentada contra él por una ex-matrona del hospital, María Gracia Rodríguez. Ella ha querido hacer público un “calvario” que vivió hace cinco años y que todavía la persigue por lo que ella entiende que fue una “deficiente atención médica”. Un problema que se podría haber evitado “si hubieran estado pendientes de mí o me hubieran escuchado cuando me quejaba”.
Todo comenzó en abril del año 2005, cuando la mujer se sometió a una operación de vesícula biliar. En principio todo pareció salir bien, pero finalmente resultó que le habían dejado abierto un vaso sanguíneo, aunque nadie se percató de ello excepto la propia paciente. Ya en la sala de Reanimación se quejó de que tenía mucho frío, por lo que trataron de darle calor sin revisar si le pasaba algo de mayor importancia. Pasadas tres horas la pasaron a planta. Fue a los 30 minutos cuando empezó a encontrarse realmente mal. Eran las 15.00 horas y María Gracia sentía que se le iba la vida. Por ello comenzó a avisar a las enfermeras y las puso al corriente de lo mal que se encontraba. Les pidió que avisaran al cirujano que la operó y como nadie terminaba de hacerle caso siguió avisando cada 45 minutos para que la atendieran. Según contó, todo ese tiempo se estaba desangrando por dentro y el riego dejaba de llegarle al cerebro poco a poco. Cuando llegó el cirujano de guardia, sobre las 18.00 horas, ya le había empezado a fallar la vista y el oído. Hasta las 19.30 horas no habría acudido el jefe de servicio, quien al destaparla y observar la barriga hinchada avisó veloz al personal de urgencia. Según afirma, el médico que la operó de vesícula no apareció hasta las 20.30 horas. Entonces la llevaron a Rayos X y, al comprobar el cúmulo de sangre que tenía en su interior, la mandaron de urgencia al quirófano. Hasta las 22.45 horas no la volvieron a operar, ya que se encontraba en estado de shock y tuvieron que esperar hasta que sus constantes vitales se encontraron dentro de los parámetros necesarios para poder operar a una persona. María Gracia tuvo que se operada una segunda vez y finalmente tuvo que trasladarse por sus propios medios hasta un hospital de Málaga, donde de forma rápida y urgente solucionaron todo lo que le ocurría y, desde su punto de vista, le salvaron la vida. Por todo ello ha tenido que someterse a tratamiento psicológico. “Yo le vi las orejas al lobo. Estoy viva de milagro”, asegura. Ella, como profesional de la medicina, asegura que “la relación causa-efecto entre el tiempo y la asistencia que pedía fue determinante” en todo lo que le sucedió. “La denuncia que he interpuesto no es por el fallo médico, sino por la falta de atención posterior”, explicó. “Se trata de que hay que prestar una buena atención en el post-operatorio y escuchar a los pacientes”.
Desde su punto de vista “el cirujano se lava las manos con la firma de unos protocolos de complicaciones”, cosa con la que María Gracia dice estar de acuerdo, “pero con lo que no comulgo es con la dejadez posterior por parte de los compañeros, ya que pasaron muchas horas sin que nadie se preocupara por mi a pesar de que yo avisaba”. En este sentido, la ex-matrona insistió en que “el tiempo es oro cuando hablamos de los pacientes” y no dudó en agradecer a su hermana el constante apoyo que le brindó durante el capítulo narrado. “Se podía haber solucionado con una pequeña intervención si me hubieran escuchado”.