Caminar por la senda de los elefantes presupone que éstos, los elefantes, la han transitado alguna vez. Es obvio que, en mi caso no es así, aunque a veces en mi deambular me haya metido en una cacharrería y me haya comportado como pudiera haberlo hecho uno de esos enormes paquidermos. Suele esto ocurrir cuando a uno se le ocurre exponer sus opiniones sobre cuestiones en las que no está versado, pero a las que no puede abstraerse, pues forman parte de la vida cotidiana, a la que afectan –o pueden afectar- indefectiblemente.
Puede que hoy sea uno de esos días, pues me ocupo, en este caso, del recién estrenado Hospital Universitario, -del que sólo sé por referencias- que empieza su difícil andadura entre críticas y alabanzas, probablemente merecidas tanto en uno como en otro caso. Parece que las primeras semanas de funcionamiento entrañaron las dificultades propias de adaptación al nuevo aparataje y al entorno, que, según dicen, van desapareciendo, piano a piano. No cabe duda de que el escenario hospitalario, amplio y diáfano, tanto en dependencias comunes, como en habitaciones y salas especializadas, debe hacer el trabajo más agradable que en el viejo Hospital, aunque presente el serio inconveniente que imponen las grandes magnitudes. Los largas distancias entre los diferentes servicios requieren tiempo y notorio esfuerzo personal (enfermeros y auxiliares han tenido la curiosidad de medir mediante podómetro los kilómetros recorridos durante su guardia, que raramente descienden de diez) que requieren una mejor dotación humana y de elementos auxiliares, pues las plantillas –según profesionales y sindicatos- no han sido suficientemente ampliadas, tanto en este aspecto como en otros asistenciales de vital importancia, en los que los pacientes debemos sentirnos fuertemente involucrados, pues somos nosotros, a la postre, quienes somos objetos directos de la atención hospitalaria que se nos presta.
En esa tesitura la Junta de Personal del INGESA ha convocado ante de la Delegación del Gobierno una concentración de trabajadores y usuarios para el próximo día 5 de Mayo, a las siete de la tarde, con objeto de recabar del Estado la ampliación de las plantillas laborales del Hospital, con objeto de racionalizar los servicios y hacerlos más eficaces y seguros. Por lo que veo en las hojas de convocatoria que se han distribuido, no se trata de revindicar gabelas ni aumentos salariales, si no que se doten los servicios del personal y elementos auxiliares suficientes para que éstos se realicen con normalidad y suficiencia, pues además de personal, existen en el mercado cómodos y rápidos sistemas de transporte –como los que, por ejemplo, se utilizan en los aeropuertos- que pueden hacer más cómodo y rápido, el desplazamiento de enfermeros y enfermos entre los diferentes puntos de asistencia.
Es posible que la senectud, momento en que se encuentra quien escribe, le haga ser más consciente de la necesidad de que los servicios sociales, a los que uno tiene que recurrir con más frecuencia de la deseada, funcionen con eficiencia y prontitud; de ahí que aunque por estar ausente me será imposible asistir a la concentración, me una de corazón a quienes, como funcionarios o usuarios, se acerquen el Miércoles a la Plaza de los Reyes para pedir con su presencia, pacífica y ordenada -porque no ha lugar a protestas desestabilizadoras-, que el Estado reconozca la necesidad de adaptar las plantillas del Hospital Universitario a su real dimensión.
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