Una activista alauí critica el caos del lado marroquí del Tarajal

Desorganización, caos e inclusosobornos y desigualdad. Las críticas sobre el funcionamiento, en especial de la zona que compete a las autoridades marroquíes, del paso fronterizo del Tarajal también pueden leerse en los medios de comunicación del otro lado de la frontera. Y no es necesario que acontezca un hecho extraordinario para que, a los ojos de quien cruza por primera vez, sorprenda. Para que el día a día, uno tomado casi al azar, le llame la atención en el sentido negativo, por supuesto. Es el caso del relato que la jurista y activista en favor de los derechos humanos, Fatiha Daoudi, ha publicado a través de la web de información ‘Yabiladi.com’ mediante un artículo titulado ‘Une journée à Sebta: Mode d'emploi ‘ (Un día en Ceuta: Modo  de empleo). En él expone, paso por paso, qué encontró cuando acompañada de sus familiares visitó durante una jornada nuestra ciudad tal y como hacen bastantes marroquíes que, durante los meses estivales, visitan el norte de su país.
Una descripción nada atractiva que, quienes frecuentan el Tarajal a diario o con cierta frecuencia, conocen bien. Ya en el primer párrafo Daoudi aconseja que, quien se disponga a cruzar el paso fronterizo, se arme de paciencia. Tras alabar la remodelación de la carretera de la costa que une las localidades de Rincón y Castillejos, la jurista asegura que la impresión al llegar a la frontera es sublime.  “Así que se dirige a la frontera con precaución. Precaución que rápidamente se convierte en miedo, junto con disgusto (...)¡Trate de explicarles lo que es una línea recta!”, dice textualmente.
Dejando al margen el tema del orden, Daoudi comenta la desagradable sorpresa que se llevó cuando, nada más poner un pie en el Tarajal, ciudadanos anónimos, que nada tienen que ver con los organismos oficiales, la trataban de chantajear con el pretexto de ayudarle a realizar los trámites pertinentes para pasar. Ella, asegura, no paró hasta conseguir los papeles convenientes “donde se debe, en las ventanillas policiales”. También se queja del trato de los agentes marroquíes: “Y luego, una sorpresa le espera: la policía parece hacer caso omiso de los defensores de la igualdad de género de nuestra nueva Constitución, por no hablar de la paridad”.  Pero sin duda lo más impactante, en su opinión, es ver el paso de ciudadanos a pie, los cientos de empujones y, en según qué momento del día, el hacinamiento de personas. “Otro choque, verá peatones tomar una estrecha y llena de enormes rejas de hierro en ambas partes. Esto le recordará el paso de animales al matadero (...) ¡Es una verdadera violación de la dignidad humana!”, exclama en su relato.
Mientras contemplaba esa imagen, la jurista esperaba pacientemente el turno para sellar su pasaporte y el de sus dos acompañantes pero, para su sorpresa, el agente solo le devolvió sellado el suyo. Daoudi deja clara su total incomprensión ante tanto caos, ante tanta falta de medios y de información.  “Bocinazos de coches, la gente se enoja y los asistentes llenan formularios, con sus intercambios comerciales con la impunidad delante de todos”, describe. Ante eso, la llegada a la zona española le pareció todo un alivio aunque solo fuera por el simple hecho de “no tener que abandonar el coche para mostrar la documentación” y porque “las líneas rectas propician que la cola no se incumpla”. Eso sí, en lo que a las personas a pie se refiere la imagen le pareció muy similar y los empujones y las largas colas también podían verse claramente en la zona española.
Con todo esto la jurista lanza varias preguntas lamentando que un hecho tan simple como pasar una jornada relajada en Ceuta suponga semejante prueba de obstáculos. “¡Por no hablar de la angustia del regreso!”, recuerda. Esta es la imagen que da el Tarajal y, a pesar del paso del tiempo, parece que lejos de ir a mejor, empeora. ¿Se puede atraer al turismo marroquí con este panorama?