El domingo pasado sufrió alteraciones mi programación personal, a causa de algo con lo que no contaba; no era de importancia pero influyó en mi horario de la mañana y llegué tarde a la programación de la emisión por TV de los actos celebrado en Badajoz con motivo del Día de las Fuerzas Armadas. Es cierto que a lo largo del día hubo repetición parcial de esa emisión; de las partes que los programadores estimaron como más esencial, pero a mí me habría gustado estar desde el inicio, como lo estuvieron esas personas que, desde bien temprano, ocuparon los lugares que estimaron mejores para poder vivir, de lleno, la presencia de los soldados de España en las calles y plazas de Badajoz.
Cuando por fin pude ver imágenes de esos actos, lo primero que apareció fue un hombre de unos cuarenta años que se acercó al objetivo de la cámara y con rostro alegre y voz bien clara y alta hizo llegar a todo el que tuviera la oportunidad de oírlo un Viva España que , a mí, me resultó la mejor muestra posible de acogida, llena de ilusión, para los soldados que iban a tomar parte en esos actos y también para los que, como yo, no podíamos estar presentes en las calles de Badajoz pero que no queríamos faltar a esa cita anual que las Fuerzas Armadas hacen a todos los españoles.
Este Viva España se ha ganado su sitio en la galería de mis recuerdos personales, con una presencia viva y alentadora. No pasará a ser algo para cubrirse de polvo, con el paso del tiempo, y que haya que esforzarse en sacar a la luz.
No; ese Viva España en Badajoz - tan espontáneo - siempre tendrá la misma agilidad, la misma capacidad de presentarse - animada y feliz - para levantar el ánimo, para no dejarse dominar por un ambiente falto de ilusiones y cargado de temores como el que tenemos en la actualidad.
Cuánto se agradece esa respuesta que ha dado ese hombre que apareció de repente en la imagen de TV; respuesta que es el sentir de un alma enamorada de su Patria y del quehacer de sus Fuerzas Armadas, siempre listas a defenderla de cualquier asechanza.
Es cierto que hay problemas serios en nuestro país, que afectan de forma especial a quienes menos recursos tienen; es cierto que esa situación a todos nos preocupa y se desea una pronta y eficaz solución.
En esa situación cobra especial valor ese grito de Viva España, ese deseo ilusionado de que, todos a una, hagamos frente a las dificultades, a los agobios, a las penalidades y a las incomprensiones; es una llamada a marchar con paso firme y decidido, como nuestros soldados lo hacen, hacia la victoria.
Es un ejemplo vivo que nos presentan - en silencio - de la necesidad de unión, de apoyo de unos a otros, de disciplina y preparación para la debida eficacia ante el peligro.
Mi viejo amigo, el marinero, también presenció esa escena del Viva España en Badajoz y me dice que es de buena ley, que llega al alma, la conmueve y motiva la mejor disposición humana para acometer lo que sea, a pesar de las dificultades que puedan existir.
Él sabe de eso porque ha vivido situaciones muy delicadas en las que el esfuerzo para salvarlas se hacía por el amor a España; por ese amor que, como en Badajoz, se muestra con un Viva España.
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