Un tarea sencilla y normal

No se puede ignorar la figura del Marqués de Daroca, Don Antonio Mingote; su personalidad era de máxima categoría en todos los órdenes. Quienes sólo lo conocíamos por sus viñetas en el Diario ABC ya disponíamos de motivos más que suficientes para necesitarlo cada día: para tener no sólo un sonrisa afectuosa sino, especialmente, para recibir una lección perfectamente adecuada al momento que vivíamos. Lección que impartía, siempre, en un tono amable, que no hería a nadie y que hacía pensar a todos, incluso a quienes pudieran estar más o menos señalados por sus dibujos y por aquello de que tratara la breve conversación de los personajes dibujados. Sabia, simpática y amable convivencia de aquellos personajes de sus viñetas; para mi, especialmente, la de aquellos dos que asaban un pez al amparo de un arco de un puente de piedra. Eran entrañables e invitaban, de alguna forma, a vivir como ellos, en completa paz y compartiendo todo lo suyo.
Su fallecimiento, el pasado día 3 de Abril, es motivo de pesar para todos porque tenía como eje principal de su pensamiento algo que a todos nos es común; el interés por España y por la buena convivencia entre todos los españoles. Él quiso y supo hacer realidad que cada latido de su corazón - de su actividad en definitiva - fuera un impulso hacia la paz, hacia la convivencia amable y a la desaparición de gestos y palabras airadas, fuera de tono o hirientes. Buscaba la sencillez de la vida con su trabajo diario y ordinario - el de siempre- el de los dibujos y un breve diálogo entre sus personas, o un pensamiento que a todos servía para una sonrisa y para meditar sobre ello. Era una tarea sencilla y normal, de cada día, que alcanzaba horizontes amplísimos y que, sobre todo, se apoderaban del corazón. No era trabajo que pudiera desunir; era trabajo que llamaba a la sensatez, al amor a la sencillez, a la naturalidad y al deseo de molestar a nadie. Llamaba a la felicidad en la sencillez.
Hay que hacer caso a esa actitud ante la vida, cualquiera que sea la actividad personal de cada cual. Toda persona tiene la plena y total responsabilidad de sus actos. A veces nos olvidamos de ello y seguimos caminos que pueden ser extraños a la verdad y que, además, nos hacen adoptar posturas contrarias - completamente opuestas - a la bondad de la convivencia; a esa que nos pide el alma para estar en paz en lugar de la contradicción permanente y de la sinrazón. No es acertado estar en continua desatención hacia el sentido de la paz y de la buena armonía. Es vivir en situación permanente de negación hacia la grandeza de la verdad de la vida - el amor - dando cobijo y aliento a todo aquello que puede molestar a los demás.
Hoy, Jueves Santo, es un día especial; un día que de forma intensa llama al amor entre las personas y es bueno hacer caso a esa llamada que se nos hace a toda la gente que puebla nuestro mundo. Es una llamada universal y debemos saber aprovecharla para bien de todos, porque todos, en definitiva, estamos al mismo nivel humano. Esto me hace pensar en que durante la noche última, la del miércoles 4 de Abril. una emisora de TV emitió un programa musical muy interesante. La Novena Sinfonía - La Coral - y posteriormente la Obertura de Tristán e Isolda. Era un programa para todos porque eran obras de máxima categoría, interpretadas por una magnífica Orquesta y Coro en un Auditorio de Berlín. Todo llamaba a la armonía; todo era belleza y así lo entendió el público que estaba presente en la Sala del Concierto.
Entre ese público se encontraba el señor Rodríguez Zapatero, nuestro anterior Presidente del Gobierno, y espero que pudiera sentir lo mismo que el resto de la audiencia. La cámara de TV lo enfocó en dos ocasiones que yo puede ver. No creo estar equivocado. Estaba solo, sin su esposa que tal vez formaría parte del coro; yo no la  pude ver, aunque lo lógico es que allí estuviera si su marido estaba en la Sala. Yo pienso que él también sentiría esa llamada a la armonía y le deseo que haga caso a esa recomendación a la paz y unión entre toda gente. Todos estamos llamados a ella y a todos se la deseo desde lo profundo de mi alma.