Un rotundo éxito

La huelga general convocada en todos los sectores de la enseñanza en nuestro país contra la reforma educativa del ministro Wert  ha sido un rotundo éxito. Lo miren como lo miren y cuenten las cifras como las cuenten. La participación del alumnado ha sido masiva. Esto es lo más importante. La del profesorado, si contamos con los servicios mínimos impuestos y con las “trampas” efectuadas desde el Ministerio para inflarlos a toda costa, también. La convocatoria ha sido efectuada por la mayoría de  fuerzas sindicales de la enseñanza, así como por los padres. Y esto también ha ocurrido en Ceuta. De hecho, la manifestación ha sido una de las más numerosas de los últimos tiempos.  
Las “consignas” que se han estado difundiendo desde el aparato de propaganda del Partido Popular nos decían que esto es una manipulación de los sindicatos de izquierdas. Para ellos, todos estamos equivocados. Padres, alumnos, profesores, investigadores, sindicatos, asociaciones... Ellos son los que aciertan, según repiten machaconamente. También nos dicen que son los que van a devolver el “orden” a las aulas, los que van a hacer recuperar la “autoridad” a los profesores, los que van a conseguir que todos los niños sean unos fenómenos en Matemáticas y Lenguaje, y los que nos van a situar en los primeros puestos europeos en educción.  Sin embargo, la realidad es bien distinta. El recorte del presupuesto para educación ha bajado alarmantemente desde 2010, en más de 6.000 millones de euros. En concreto, las previsiones del Gobierno español sitúan los recortes en educación en un punto del PIB hasta 2015. Las plantillas de profesorado se han reducido drásticamente en todos los niveles. No se permiten nuevas contrataciones, salvo sustituciones, y sólo en casos muy especiales. Se ha incrementado la ratio de alumnos por clases. Se escatiman fondos a los grupos de investigadores. Se han reducido las becas universitarias. Se han incrementado las tasas universitarias (tenemos las más altas de la Unión Europea). Se está presionando al profesorado hasta límites insoportables. Según informan los rectores, ya son más de 3.000 los profesores despedidos en las universidades.
Hace unos días se conocía el Informe de Competitividad Global, realizado por el World Economic Forum. El asesor jefe del mismo es el prestigioso economista español Xavier Sala i Martín. En un magnífico artículo del miembro de Economistas Frente a la Crisis, Jorge Blazquez Lidoy, se resumen el mismo.
Lo primero que destaca este colega es que, si bien es difícil medir la competitividad de un país, vender la idea de “la nación como una empresa” es algo equivocado y perverso, pues es lo que está detrás de la afirmación, falsa donde las haya, de que “los salarios bajos nos hacen más competitivos”. Como afirma este autor, la idea de que los países con superávit de la balanza de pagos son más competitivos es también falsa. Un país, como España, que está en una profunda crisis económica, tendrá superávit por cuenta corriente por la caída de las importaciones, lo cual no tiene nada que ver con la competitividad, sino con el bajo consumo. Y lo mismo ocurre con las exportaciones, pues exportar más no implica, necesariamente, ser más competitivos.
Lo que mide la competitividad de un país, son los esfuerzos que se hagan en aquellas políticas que ayudan a aumentar la innovación y sofisticación del tejido productivo. Y estas no son los bajos salarios ni las restricciones presupuestarias, sino todas aquellas que estén relacionadas con lo que ellos llaman los 12 pilares básicos de la competitividad; como los que afectan a la producción (sanidad y educación primaria entre estos), los que se refieren a la eficiencia económica (educación superior y formación profesional, mercado de trabajo, capacidad tecnológica, y otros); y los relacionados con la innovación y la sofisticación de la economía.
Si ahora analizamos nuestra situación nacional, veremos que precisamente aquellos aspectos resaltados anteriormente, que más relación tienen con nuestra competitividad, son los más castigados por la política presupuestaria de este gobierno. Fundamentalmente sanidad y educación. Estos dos problemas son los causantes de las últimas movilizaciones convocadas.
Esta es la razón de que España esté estancada desde hace años en los niveles más bajos de la Unión Europea, en cuanto a competitividad se refiere. Y por esta misma razón, entre otras, es legítimo y necesario que sigamos expresando nuestro rechazo a una reforma impuesta desde el más absoluto desprecio a la realidad, y al sentir de la mayoría de ciudadanos de nuestro país.