Da miedo cuando viene la noche y queremos descansar. Aunque hayamos tenido un día muy atareado y las pilas están en reservas queremos continuar en activo para evitar que la esencia de la cinta se ponga en funcionamiento. Los sueños son un artilugio que se inventa nuestro cerebro para sacar a relucir algunos matices que han pasado, o no, durante el día. Los miedos vienen siempre debido a un temor que tenemos por algo. Hay que ponerse en el otro extremo y ver cómo podemos contrarrestarlo. Se ve sencillo bajo el prisma del teórico pero el enfermo, que podíamos considerarlo, le cuesta mucho estar ahí y no puede hacer nada. La ayuda de una mente fuerte es fundamental. Aunque seamos reacios a ir a un médico especializado, la verdad que tendremos que armarnos de valor e ir a un psicólogo o a un psiquiatra para intentar desfogarnos del tema. Muchas veces sólo con hablar del tema es suficiente para que nos rearmemos de valor y nosotros mismos afrontemos nuestros impedimentos. Todos estos razonamientos los he ido recogiendo en mi libreta de apuntes y he llegado a la conclusión que realmente hay algo en nuestra mente que nos permite estar alerta, o en otro extremo nos está informando de que puede suceder o va a suceder algo, por eso debemos de estar en tensión, pero siendo controlada por nosotros mismos. Siempre hay que estar prevenidos pero no atemorizados es un punto de partida para que tengamos nuestra vida bien ordenada. Todos estos datos son el inicio de un relato que me contó hace pocas fechas una persona que siendo un buen amigo ya me ha proporcionado muchos apuntes que poco a poco iré sacando a la luz de este medio.
“Durante la noche me venía un sueño, reiterativo, que no podía controlar y que debido a lo fuerte que era la verdad no era capaz de retirar de mí el miedo que me producía quedarme dormido y experimentar las sensaciones tan desagradables que ahora os voy a contar. Siempre era la mismo, un rayo que intentaba atravesarme por la zona de la frente. La única manera que tenía de detener este ataque, o yo creía que era la forma correcta para que no me atravesara era poner la mano derecha de lateral defendiéndome interponiendo la misma a mi frente como si fuera un golpe de kárate extendiendo los dedos y poniéndolo en forma recta como si estuviera rezando pero con una mano. Era para evitar que entrara en mí esa herramienta que parecía enviada por el diablo, Me producía un miedo por otro lado justificado ya que podía producirme un dolor o matarme al instante. A lo largo de mi vida lo que pude ir deduciendo sobre este tema era que algo me decía que intentara no experimentar más con salir de mi cuerpo y era una forma de decirme mi subconsciente que dejara de una vez este juego. Lo reforcé este razonamiento cuando estuve una temporada sin hacer estos “ritos blancos”, y el sueño desapareció. Por eso cuando estuve hablando contigo me acordé rápidamente de esto y como tengo tanta confianza contigo pues te lo he contado para que lo digas por este medio y adviertas de unas de las consecuencias que puede llevar estos experimentos que muchos que intentan iniciarse quieren hacer con habitualidad. Mucho cuidado con lo que hagáis que luego pueden venir cositas como esta”.
Me acuerdo que me lo dijo cuando íbamos de vuelta para llevarlo a su casa en mi vehículo utilitario y la verdad que siempre es bueno tener ese librito donde todo queda guardado para el futuro. Así podéis disfrutar de una nueva anécdota y a la vez puede servir de advertencia para los que intenten experimentar en las fantasías del esoterismo. Pido siempre prudencia y a la vez respeto.