Un patrimonio arquitectónico enfermo

Septem Nostra recorre vestigios de distintos episodios de la historia de la ciudad que se dirigen hacia un futuro incierto por la desatención de las administraciones. La entidad reclama la implicación institucional y social para conservar este legado.

Basura, pintadas y maleza. Parte del patrimonio arquitectónico local se encuentra olvidado por las autoridades y expuesto a la ocupación irregular, además de estar seriamente amenazado por los incendios. La asociación Septem Nostra considera que el estado que presenta gran parte de estos conjuntos históricos es preocupante. Ceuta tiene la “gran suerte” de atesorar un patrimonio “muy rico” arqueológico, emergido, submarino... Debido al lugar estratégico que ocupa, por este enclave norteafricano pasaron prácticamente todas las civilizaciones más importantes del Mediterráneo y eso ha dejado, sobre el espacio urbano, una “huella patrimonial de enrome importancia y variedad”.
Como explicó José Manuel Pérez Rivera, presidente de Septem Nostra, todos esos edificios requieren de una “atención permanente”, puesto que son de “gran antiguedad”, y para su “conservación, protección y recuperación” necesitan “importantes recursos”. Es cierto, indicó el arqueólogo, que desde el año 2000 se han hecho “importantes inversiones, incluso antes, con la restauración de las Murallas Reales, pero aún queda muchísimo por hacer”.
Quizá, una de las vertientes más significativas del patrimonio local sea el militar ya que, “en términos cuantitativos y cualitativos, es el de mayor relevancia dentro de nuestro patrimonio cultural”, valoró el portavoz de la asociación dedicada a la defensa, estudio y difusión del patrimonio histórico y natural de Ceuta.
La mayoría de estos inmuebles, lamentó Pérez Rivera, están “abandonados”, lo cual conlleva que estos edificios entren en un proceso de “deterioro progresivo y que algunos estén ocupados ilegalmente”. Probablemente, la zona “más sensible” sea la correspondiente al Hacho, donde se encuentra todo este tipo de fuertes como pueden ser el de San Amaro, Batería de Torremocha, Valdeaguas, la Palmera o el Desnarigado. Pese a que algunos ya han sido restaurados, quedan otros que aún esperan su restitución.
En general, concluyó el presidente de la entidad proteccionista, “hace falta un plan que, de manera conjunta, diagnostique en qué estado se encuentran estos edificios; se programe una estrategia de protección” y una siguiente fase de “recuperación pensando qué tipo de uso se le va a dar a estas construcciones”.
Septem Nostra apuesta por convertir el Hacho en un “gran parque cultural” y estos edificios tendrían una “función” en el mismo. “Por ejemplo, la sirena de Punta Almina, es el lugar indicado para la observación de aves y cetáceos; en otros se puede hablar más del patrimonio arqueológico, el paisajístico... Las posibilidades son enormes”, planteó el arqueólogo, sin olvidar que se necesitaría una inversión sustancial.
Otras ciudades con un patrimonio de similares características, en un espacio además como Ceuta, tan limitado, “han creado un consorcio donde participan distintas administraciones, cada una aportando una cuantía económica para el sostenimiento de ese patrimonio”. Pérez Rivera habló del caso “significativo” de Mérida en cuyo proyecto están implicados el Ministerio de Cultura, el propio Ayuntamiento y la comunidad autónoma de Extremadura. “Eso permite que, a día de hoy, se pueda mantener con unas mínimas garantías todo ese patrimonio arqueológico y monumental”, apuntó. En Ceuta, esta fórmula del consorcio, convenio o acuerdo “se podría concretar” con el Ministerio de Defensa porque, “aunque no sea su objetivo principal, sí que tiene una gran responsabilidad sobre la conservación de estos inmuebles y edificios protegidos”.
La asociación que preside Pérez Rivera echa en falta una “mayor presencia” de estas cuestiones “dentro del discurso político” así como entre las “preocupaciones de la ciudadanía porque, al final y al cabo, la política invierte en función de lo que considera que es lo que más interesa a la ciudadanía. Si comprueban que una ciudadanía más culta, más interesada por su historia, demanda que hagan algo por su patrimonio, eso, al final, puede hacer que se movilicen recursos y medios”. De Pabellón de Transmisiones en el Protectorado, a ocupaciones ilegales y el riesgo de incendio pese a ser un inmueble protegido El Cuartel de las Heras se derribó para la Casa Cuartel de la Guardia Civil Del catálogo de bienes inmuebles, quizá el militar sea el más significativo del patrimonio cultural local. Uno de estos vestigios maltratados por el abandono es el Pabellón Cuartel de las Heras. “Es un edificio del año 35 que albergó la Compañía de Red Militar, la sede del Pabellón de Transmisiones de la época del Protectorado español en Marruecos”, ilustró el presidente de Septem Nostra. Un inmueble que fue incluido en el catálogo de edificios protegidos en el PGOU de 1992 y, desde entonces, figura como “a proteger por la normativa urbanística”, añadió Pérez Rivera. En la misma explanada donde un día se erigió el Cuartel de las Heras, el arqueólogo señaló que era el principal del Presidio cuyo edificio “hubiese merecido la pena conservar”. Incluso, en su momento, cuando surgió el proyecto de su demolición para acoger la Casa Cuartel de la Guardia Civil, “intentamos desde la asociación promover su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) pero no fue posible”. Las autoridades, recordó Pérez Rivera, esgrimieron razones de interés general y, finalmente, desapareció sin que se haya materializado el proyecto llamado a ocupar ese espacio. Hoy solo permanece en pie el Pabellón, “un elemento singular desde el punto de vista arquitectónico”, aunque, como lo describió el proteccionista, se encuentra en un estado de conservación lamentable. “Hay un serio riesgo de que el edificio colapse y se venga abajo; sería importante, y casi urgente, tomar algún tipo de medida para consolidar la estructura y, sobre todo, actuar lo antes posible para darle un uso”, fue el análisis que el presidente de la entidad hizo in situ. Los edificios de esa antigüedad, razonó, si no se les “adecua para un uso”, aparecen “patologías”, como ocurre en este caso, “y se suelen perder”. En la actualidad, continúa su “proceso progresivo de deterioro” por lo cual pidió “coherencia” a la administración si decretaron su protección. “Hay que evitar que haya ocupaciones ilegales, que sea objeto de incendios, porque puede provocar que el edificio termine de derrumbarse”, reflexionó Pérez Rivera, quien llamó a su incorporación a los planes urbanísticos a través de posibles fórmulas para su restauración y que reciba un fin concreto quedando integrado como un elemento más del patrimonio arquitectónico. Abandono de uno de los edificios más antiguos de las Fortificaciones del Hacho El emblemático Fuerte de San Amaro Los bienes de interés cultural tampoco escapan de la desidia de las administraciones. Cerca del lugar que ocupó el Cuartel de las Heras se encuentra el BIC del Fuerte de San Amaro. Un lugar emblemático donde, en 1415, se produjo el desembarco de las tropas portuguesas en Ceuta. “Es uno de los edificios que forman parte del conjunto histórico de las Fortificaciones del Recinto del Hacho, de los más antiguos del mismo. Se empezó a construir a finales del siglo XVII y su primera función fue el sostenimiento de la Batería –de costas– de San Carlos. Tenía un eminente carácter defensivo. En aquel momento, fue necesario realizar un amplio proyecto de refortificación y defensa de los puntos más vulnerables de la costa puesto que ya se tenían noticias de que era inminente el inicio del cerco de Muley Ismail”, explicó Pérez Rivera. A partir de finales del siglo XIX, surge un nuevo sistema de defensa costera y se le dio otras funciones hasta que, en el XX, se destinó a alojamiento de personal de la administración militar. En la década pasada, señaló, pasa a manos de la Ciudad con idea de su restauración y recuperar el litoral e iniciar un paseo marítimo hasta Santa Catalina, pero “nunca se llevó a la práctica por distintas causas”, sobre todo, “presupuestarias y la falta de un proyecto concreto”. El presidente de Septem Nostra recordó que, recientemente, fue víctima de un incendio que hizo desaparecer su techumbre. “Su situación es preocupante, se acerca el otoño y, si no se actúa pronto, hay un serio peligro de que el edificio se venga abajo”, valoró el arqueólogo. “Hay un compromiso público de hacer algún tipo de proyecto pero, hasta que no se concreten los presupuesto para el año que viene, no sabemos si se habrá incluido el plan de inversiones de la Ciudad para el Fuerte”, apuntó.

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