El recorrido desde la Plaza de la Constitución hasta el final del Paseo de las Palmeras invita a hacer un viaje del mito a la historia. El periplo comienza en el monumento que muestra la fuerza bruta de Hércules. Más tarde llegamos a una serie de alegorías. Empezamos por África, seguimos con el Comercio, la Industria, la Paz, las Artes y terminamos en el Trabajo.
Al llegar al final del Paseo de las Palmeras, frente a la oficina de Turismo, nos topamos con la literatura ‘casi’ anónima de Homero, seguimos con la alta filosofía de Platón o Aristóteles y acabamos con otros géneros como lo que nos marcan Estrabón o Pomponio Mela.
Empezamos por Hércules, un héroe de la mitología griega muy ligado a Ceuta y a Gibraltar. Es la personificación de la fuerza bruta, una cualidad casi sacralizada. Es el dominio de la propia fuerza, pero sin un instante para la reflexión.
Ante Hércules estamos en un terreno auténticamente mítico. La estatua refleja el momento de la separación de Calpe (Gibraltar) de Abyla (nuestra Ceuta y sus inmediaciones).
Seis alegorías
En la misma entrada de la Plaza de la Constitución, viniendo desde la Marina, nos encontramos con seis representaciones de alegorías de actividades o personificaciones. Estas seis estatuas han reemplazado a otras que fueron trasladadas a ‘mejor museo’, parece que en el propio Ayuntamiento.
Aquellas primeras, hoy desplazadas, las originales, fueron esculpidas por los hermanos Nicoli allá por 1892. Eran unas figuras de mármol de Carrara y fueron reemplazadas en 2005 por las actuales, hechas por los hermanos Pedrajas.
Estas últimas, las de los hermanos Pedrajas, las actuales, son de un material mucho más moderno, que imita al marmol y que pesa menos. Están hechas de resina de poliéster con carbonato cálcico. La primera de estas estatuas es África. Representa a una mujer negra, con una indumentaria oriental de la zona de Egipto. En su parte lateral trasera aparece una esfinge. Se nos muestra portando unos dátiles en una de sus manos. Su mirada es muy difusa, no está fija en ninguna parte. Se trata de una pieza que no deja ver cuáles son sus intenciones o hacia dónde puede dirigirse.
A unos metros está la Paz. Aparece como una mujer con una mano levantada hacia delante y con el ramillete que simboliza la paz. Su vestimenta es muy clásica y la podemos situar en cualquiera de los momentos del mundo clásico, especialmente de Grecia.
El Trabajo está representado con una imagen masculina. Se trata de un hombre apoyado en su martillo, junto con un yunque. Está enmarcado en un oficio que puede ser de herrero o carpintero. Estamos ante lo que en otros tiempos será la representación del oficio físico y gremial.
A su lado, separado por unos cuantos metros, se encuentra el Comercio. De nuevo, es una representación femenina. Se trata de una muchacha de pie, con una serie de elementos, con rueda dentada, con aspecto de movimiento y de constante cambio. El comercio, pues, aparece representado como elemento dinámico y dinamizador.
Más adelante están las Artes. También es una representación de pie, aunque está apoyada sobre unas columnas clásicas con volutas. Por la parte inferior aparece una serie de elementos de las artes plásticas, como pinceles y una especie de paleta de pintor.
Y finalmente nos encontramos con la Industria, otra figura femenina más que también está de pie. En ella se perciben una serie de engranajes, con ruedas dentadas que representan la tecnología de finales del siglo XIX, la época en la que se encargaron todas estas estatuas.
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