Categorías: Colaboraciones

Un mar y dos naufragios

El pasado 29 de enero, los buzos de la Guardia de Finanzas italiana (policía fiscal y de fronteras) hallaron la decimoséptima víctima del naufragio del crucero “Costa Concordia”. Transcurridas más de dos semanas desde que se produjera el accidente, 21 pasajeros del barco seguían aún desaparecidos. Aunque en menor medida que durante los días inmediatamente posteriores al suceso –cuando el mundo entero debatía acerca de las espaldas sobre las que debía recaer la responsabilidad por lo ocurrido, al tiempo que denunciaba la actitud del capitán Schettino-, el foco mediático continuaba dirigido a las costas de Giglio.
En paralelo, la jornada anterior, la Agencia France Press había informado de otro naufragio, ocurrido en la orilla meridional del Mediterráneo. Este otro siniestro se había cobrado la vida de 15 inmigrantes somalíes, cuyos cadáveres fueron arrastrados por las olas hasta las costas de Misurata, Libia. Los otros 40 ocupantes de la embarcación seguían desaparecidos. El suceso tuvo escasa repercusión en los medios. El debate sobre la responsabilidad de lo ocurrido fue nulo.
Parece poco probable que durante los próximos meses vuelva a producirse un hundimiento con víctimas mortales similar al acontecido en Giglio. Menos improbable resulta, sin embargo, que otra embarcación ocupada por inmigrantes, como la que zozobró frente a Misrata, vuelque durante su trayecto hacia las costas de la Unión Europea. La muerte de personas que tratan de llegar a la UE desde el Norte de África a bordo de pequeñas embarcaciones es mucho más que un funesto y fatal accidente.
En noviembre de 2011, un informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (disponible en su página web) anunció que, durante ese año y hasta esa fecha, un total de 1.971 personas habían muerto en su intento de alcanzar las costas de la Unión.  
La diferencia entre los naufragios de Giglio y Misurata no radica únicamente en la asimétrica atención mediática por éstos recibida.
El primero es, por fortuna, un caso aislado, inhabitual. El segundo, en cambio, es parte de un patrón que se repite una y otra vez en las aguas del Mediterráneo, y que sigue enturbiando el proceso de fronterización exterior de la Unión.

*Radboud Universiteit Nijmegen

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