Categorías: Tribunales y justicia

Un italiano se enfrenta a 6 años de cárcel por pasar mil kilos de hachís

El italiano Franco O. utilizó ayer su derecho a la última palabra para hacer gala de una insistente cabezonería, la que le lleva a defender que la Guardia Civil le detuvo el pasado 26 de febrero con más de mil kilos de hachís en aguas internacionales. Matiz clave en este caso por cuanto, de ser así, no cabría que fuera juzgado por un tribunal español.

Los magistrados de la Sección VI de la Audiencia Provincial dejaron ayer el caso visto para sentencia. Lo hicieron después de celebrar la segunda de las sesiones de juicio oral en la que se pudo escuchar la testifical de un agente del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. Precisamente el autor del informe oficial en el que se determina que la embarcación pilotada por el acusado se encontraba en aguas jurisdiccionales españolas. De su manifestación se deduce que resultaba imposible que dicha embarcación estuviera fuera del ámbito español, que viene delimitado en el mar por 12 millas.
A preguntas del tribunal, el agente del Marítimo indicó que la localización de esta lancha y de otra que estaba a su lado para hacer un trasvase de hachís, se hizo a 9 millas, iniciándose después una persecución que terminó con su traslado a puerto deportivo. De dicha testifical se concluye que a ojos de la fuerza actuante nunca ha existido la menor duda sobre la zona bajo su jurisdicción en la que actuó, a pesar de que el acusado insista en que la concreción de dicho punto “es dudosa” ya que cuando lo detuvieron estaba prácticamente frente a Málaga. Insistió el detenido en hacer ver al tribunal que si tuvieran en cuenta las coordenadas recogidas por el GPS de su lancha y no por el de la patrullera de la Benemérita el resultado sería distinto.
La acusación que pesa sobre este piloto, que dispone de una empresa en Italia dedicada a patronear embarcaciones en venta, es importante. El Ministerio Fiscal le pide hasta 6 años de prisión por un delito contra la salud pública, debido a la cantidad de hachís que se descubrió en su lancha. No se le acusa, en cambio, de pertenencia a una organización de tráfico de estupefacientes, ya que esa parte de la investigación nunca se llevó a cabo en España sino que forma parte de una operación desarrollada única y exclusivamente en Italia, así cualquier reclamación judicial en este asunto en concreto correspondería a las autoridades italianas.
A ojos de la Fiscalía, durante el desarrollo del juicio se han mostrado pruebas suficientes como para enervar la presunción de inocencia de Franco O., actualmente en prisión preventiva en Algeciras.
Está plenamente probado que la detención fue en aguas españolas y que el acusado debía saber que portaba más de mil kilos de hachís en su embarcación por cuanto quiso huir nada más detectar la presencia del Servicio Marítimo. Hizo maniobras evasivas y el mero hecho de intentar la fuga significó, a juicios de la Acusación, que pretendía evitar la acción de la justicia. Los guardias civiles le hallaron la droga, pero también dispositivos electrónicos para coordinarse con la otra lancha que sí escapó y documentación entre la que se encontraba un papel que recogía la transferencia a su nombre de la embarcación. Dato éste que desmonta la tesis de que estuviera probándola antes de venderla a un cliente del que no ha aportado siquiera su número de teléfono.
Las tesis de Fiscalía chocaron frontalmente con las mantenidas por la Defensa, que hasta el último momento ha pedido la libre absolución de su patrocinado. A pesar del informe presentado por el Instituto Armado, la Defensa entiende que las coordenadas que fueron recogidas en el atestado no son las adecuadas. De hecho cuestionó que la embarcación fuera localizada a 9 millas cuando la Benemérita tardó hasta dos horas en regresar a puerto.
Mantiene que el detenido lo fue en aguas internacionales y puso de manifiesto su testimonio creíble ya que en todo momento ha sido “persistente” sin mostrar contradicción alguna en su versión. Insiste la Defensa en que su patrocinado desconocía que en la embarcación había ese alijo de hachís, así que habría sido una especie de cabeza de turco utilizado por quienes sí habían preparado este negocio.
Las fuerzas de seguridad italianas llevaban meses detrás de una organización que estaba introduciendo hachís en el país.

 

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