Un incendio en el centro Mediterráneo obliga a su desalojo

Una menor de 14 años resultó herida grave tras quedar atrapada en su habitación, quedando ingresada en observación

Un incendio provocado en el interior de una de las habitaciones del centro Mediterráneo generó ayer noche la alarma. Todos los residentes tuvieron que ser desalojados después de que una interna, llamada N.E., de 14 años y natural de Tánger, provocara, presuntamente, el incendio en dos colchones y un sofá esquinero de 3 metros por dos. Lo provocó dentro de una habitación del piso segundo mientras una de las residentes, también de 14 años, se estaba duchando. Esa chica, al salir del baño, se topó con las llamas y con la puerta de su habitación cerrada, quedando allí atrapada. Se vivieron momentos críticos ya que la adolescente intentaba tomar aire por las rejas de la ventana de su habitación, gritando para que la sacaran. Mientras los bomberos hacían lo indecible para coordinar la situación. Los menores, todos en la calle a excepción de esta joven, eran atendidos por los educadores; mientras un grupo de bomberos subía las escaleras que conducían a la habitación, ubicada en un segundo piso, para rescatar a la chica.
Dos bomberos derribaron la puerta mientras otros compañeros se hacían cargo de la menor a la que se encontraron con un ataque de histeria, muy pálida y afectada por la cantidad de humo inhalada.
Mientras los bomberos rescataban a la chica se producían múltiples llamadas a las ambulancias, pero era tal el colapso de tráfico que las unidades del 061 no llegaban. Se temía por ele stado de la joven, a la que se intentaba reanimar y se le daba oxígeno in situ, que se procedió a su traslado de urgencia en el interior de un furgón de la UIR.
La adolescente ingresaba en el Hospital Universitario pasadas las nueve y media de la noche “en estado crítico”, según el parte que a esa hora ofrecía Ingesa. No obstante, una hora después la consejera de Juventud, Deportes y Menores, Susana Román adelantaba que la niña “a esta hora está estable y en observación, aunque le están haciendo pruebas de espirometría para salir de preocupaciones y quedarnos tranquilos pero en absoluto se teme por nada grave porque no tiene ni quemaduras ni ningún daño corporal de importancia”.
Y mientras esta era la información que llegaba del Hospital, en los grupos Solís los vecinos les cantaban las cuarenta y algo más a los políticos que se iban aproximando para reunirse en un patio interior del centro. La comitiva encabezada por Yolanda Bel, como consejera de Gobernación, y Susana Román, como responsable de Menores junto a la jefa de área, Toñi Palomo y a la consejera de Asuntos Sociales Rabea Mohamed, se topaba con las críticas de los vecinos. ¿Y por qué? Porque ya llevaban no semanas sino años advirtiendo de la peligrosidad del entorno. El último episodio denunciado fue el pasado 27 de noviembre, siendo portada en este periódico. Los vecinos protestaban por la inseguridad en el entorno del Mediterráneo y pedían entre otras cosas más policías y seguridad, peticiones que se las hacían directamente a los miembros del Gobierno en el mismo patio interior anteriormente citado.
Asimismo, también había la existencia de otro grupo de vecinos que le recordaban a los políticos “precariedad de tantos años”, gritando “basta ya”, pidiendo “el traslado del centro” y exigiendo “más seguridad porque no aguantamos más”. Señalaban que cualquier día podía ocurrir una tragedia “mucho más grave” y que ayer noche podía haber sucedido.
Los vecinos decían estar “indignados” y consideran que lo sucedido “no es fruto de la casualidad”. Como “una batalla perdida” planteaban este problema. ¿Y por qué?, porque dicen que están hartos de denunciar, de avisar, de alertar sobre lo que podía ocurrir hasta que ayer ocurrió. “Más Policía, más control”, gritaban coreando incluso sus peticiones.
Pasada la intervención de los bomberos los menores fueron de nuevo alojados dentro del centro –de manera momentánea–, a excepción de la niña que presumiblemente provocó el incendio que huyó del lugar y que al cierre de esta edición era buscada por  las Fuerzas de Seguridad del Estado. Según los vecinos se trata de una adolescente que ya antes ha provocado altercados, “el último de ellos”, dice Pilar, vecina de la calle ‘B’, “hace dos o tres tardes cuando empezó a lanzar piedras en mitad de la celebración de un cumpleaños”.
Todo ello sucedía ante una estampa que dejaba asimismo  otras imágenes llamativas como la negrura pintada en la pared del edificio a la altura de la ventana de la habitación donde estaba la chica afectada; o como el olor a caucho quemado que hacía toser a Maruja Sanz, vecina de la zona;  o incluso para la incredulidad de un trabajador del centro que había acudido alertado por lo ocurrido, estacionado su coche de manera rápida cerca de la entrada y por ello multado por los agentes, algo que ocasionó no sólo la susodicha sorpresa del trabajador sino un posterior enfado; o como la rápida intervención de Policías y personal de Seguridad del Centro evitó, en un momento de arrebato, la entrada de un vecino que pedía explicaciones, un hombre que “incluso entró dentro para ayudar antes de que llegara la UIR, algo muy elogiable en momentos de incertidumbre”, reconocía Román cuando ya la calle parecía adoptar una situación de calma que ya la quisieran los vecinos para el día a día de Solís.