Categorías: Opinión

Un ejemplo a seguir

Los ciudadanos españoles se han unido en el reconocimiento público a los componentes de nuestras Fuerzas Armadas que perdieron su vida cumpliendo una misión de ayuda humanitaria en apoyo de un gran número de huérfanos y familias humildes en un país que, hundido tras pasar un conflicto para aislar al terrorismo, intenta salir de la miseria que le rodea y convertirse en una nación con un gobierno y un futuro estable.
Estos militares fueron, para la sociedad española, unos ciudadanos que desarrollan su vida completamente dedicaba a su profesión militar, y que voluntariamente eligieron participar, con la mayor ilusión en una misión de ayuda humanitaria en Afganistán, dejando a sus familias para dedicar un tiempo de su vida al apoyo de esas personas desconocidas, necesitadas del afecto y la ayuda necesaria para iniciar una nueva existencia pero la fatalidad que se cruzó en su camino, en forma de un trágico accidente cuando regresaban  sus hogares, les ha catapultado a una fama que nunca desearon alcanzar y que perdurara en nuestros corazones como un ejemplo de lo que es el cumplimiento del deber.
Por eso han tenido el cariñoso reconocimiento de miles de personas, dentro del ámbito nacional e internacional, que les han honrado y recordado por su entrega y valentía, por su desinterés y sacrificio, por su callada labor y excelente trabajo realizado en la ejecución de su misión, y por otra serie de valores y cualidades humanas que han posibilitado que en todo el mundo se respete y admire la labor altruista que desarrollan los soldados españoles en cuantas misiones intervienen para ayuda humanitaria. Todos los actos de condolencia organizados tras la recuperación de sus retos están dirigidos a honrar la memoria de estos valientes y son el notorio ejemplo del aprecio y la lata estima que se tiene de ellos. Por eso citamos los actos organizados por: Las Fuerzas Armadas de Turquía que ataviadas con sus mejores uniformes, despidieron, portando sus cuerpos a hombros por delante de una unidad formada, a quienes en esos duros momentos consideraron sus compañeros de armas: las instituciones civiles que recuerdan a sus conciudadanos fallecidos nombrándoles “hijos predilectos de la ciudad” y preparan la inauguración de futuras calles que porten sus nombres: y el reconocimiento de los medios audiovisuales que emitieron programas especiales para que todo el pueblo español pudiera tener un conocimiento veraz de las misiones desarrolladas por su ejército en países extranjeros y dar la oportunidad a todos los ciudadanos de sumarse al acto de las honras fúnebres celebradas.
Tuvieron una afable y honrosa despedid. Todos juntos, sin importarles las Graduaciones, Armas y Ejércitos, formaron por última vez para ser condecorados en un adiós postrero por su Majestad El Rey, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, cubiertos por la bandera q siempre amaron y que orgullosos habían llevado a las tierras donde se les necesitaba. El pueblo español fue testigo de la ceremonia y de las lagrimas derramadas por nuestra Reina al fundirse en un abrazo con los familiares, y todos los que respetamos la familia militar lloramos con ellos, sintiendo en nuestros cuerpos el dolor de no estar presentes para poderles acompañar. Su recuerdo perdurará el resto de nuestra vida; sus nombres figuraran escritos con letras de oro, para orgullo de las unidades a las que pertenecieron y ejemplo de los profesionales de la milicia, en las brillantes placas de mármol de los monumentos que honran a los Caídos por España.
Al anochecer se les puede ver en las estrella más brillante, vigilantes de España desde el oscuro cielo, mientras hablan en grupo de las labores que no pudieron terminar y de las ilusiones que dejaron sin cumplir: “aquellas clases de español que daban a los niños”, “los desperfectos y averías que arreglaban en el colegio”, “las infraestructuras y obras que dejaron pendientes de arreglo en los poblados”, “las limpiezas de minas en los campos”, “ha quedado sin terminar la colecta de dinero para comprar a los niños ropa, comida y material escolar”, “esos proyectos de matrimonio y adopción de niños que no podrán realizar”, y muchos más que no pudieron iniciar.
Ya no notaremos su falta pues siempre estarán vigilando y ayudándonos en los trabajos que diariamente realicemos y ahora descansan tranquilos porque ya han cumplido la labor que se les encomendó, esperando iniciarla última misión que nuestra Nación les pide: ser los guías y vigías de todos los “soldados” que sin ningún temor volverán a dar un paso al frente para cubrir las plazas necesarias que demanda el cumplimiento de las nuevas misiones que la Nación les encomienda, sin importarles ni la distancia ni los riesgos.

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