Un colín

A pesar de que los medios de comunicación se han dedicado esta semana pasada a analizar la primera reforma constitucional de nuestra reciente democracia, gracias a nuestra clase política que ha conseguido que a la ciudadanía le importe lo que ellos deciden poco menos que un colín, las encuestas dicen que al españolito de a pié la cosa ni le importa, ni le preocupa. La realidad es, o debería ser, que una reforma de ese texto es lo más importante en cuanto a cambio de legislación se refiere, y por tanto debería provocar el máximo interés. Tan importante y de tanta repercusión para nuestras vidas, que antes de “tocarla”  se debe pensar, meditar, analizar, y buscar consensos hasta más allá de la extenuación. Sin embargo PP y PSOE han provocado una reforma constitucional, concretamente la que va a permitir limitar el endeudamiento de las administraciones públicas, en 48 horas, sin contar con casi ningún otro partido, con el rechazo de muchos de los suyos, y sin dejar que los ciudadanos nos pronunciemos. Han expropiado lo que es de todos. ¿Por qué?.
Para entender la situación deberíamos conocer el texto del escrito que el Banco Central Europeo le remitió a Zapatero, del cual círculos cercanos a Rajoy aseguran que éste tiene copia. En él se relacionan las exigencias de ese organismo supranacional, que está comprando deuda pública española, exigencias entre las que están los recortes que ellos consideran imprescindibles. Y también que se determine POR LEY, el límite de endeudamiento de las administraciones públicas. Pero no por medio de una ley cualquiera: exigen que sea una ley CONSTITUCIONAL. Y ello porque en Europa saben que, cualquier ley de las “habituales”, los gobiernos autonómicos se la pasan al retortero, y ya se sabe la facilidad de gasto que tienen nuestros políticos. Mientras que una ley insertada en la Constitución es de obligado cumplimiento para TODOS.
Como era de esperar, los partidos nacionalistas, no sólo no han votado en contra, sino que ni siquiera han votado, manifestando el correspondiente desprecio a nuestra Constitución. Limitar su capacidad de endeudarse es limitar sus gastos, y por tanto limitar su capacidad de hacer saltar por los aires la cohesión y la igualdad entre españoles.
¿Era, por tanto, necesaria esa reforma? Sí (el que paga, manda, y en este caso paga y manda Europa), pero seguramente no tanto como otras que afectan tanto o más a nuestra vida diaria como la devolución de las transferencias de educación y sanidad al Estado (¿hay algo más importante que nuestros hijos y nuestra salud?), la reforma del Tribunal Constitucional, o la reforma de la ley electoral para que nuestros representantes nos representen de verdad. ¿Hay que legislar para limitar la voracidad de nuestros dirigentes políticos? Definitivamente sí. ¿Era necesario tocar la Constitución? En tanto en cuanto nuestro prestamista, que conoce nuestros vicios, nos lo exige para seguir prestándonos, sí. ¿Se podía haber convocado un referéndum para solicitar la opinión de la ciudadanía? Rotundamente, sí. ¿Y por qué no se ha hecho?
La justificación de que un referéndum es costoso, se cae por su peso cuando tenemos en puertas unas elecciones en las que se podría colocar una “tercera urna” para la consulta. Por tanto la razón sólo puede ser el miedo. El miedo de nuestros dirigentes de que el pueblo “pase” de meter el sobre en esa “tercera urna”, y los españoles demos la talla exacta de lo que nos importa lo que decidan nuestros políticos: menos que un colín.
POSDATA: Parece que le echamos la culpa del despilfarro de nuestras autonomías (causa de no pocos de nuestros males) siempre a los mismos: a los socialistas. Pero sería un error caer en esa trampa: La voracidad de nuestros autonómicos en gastos inútiles no es patrimonio de los del puño y la rosa, y Ceuta es un ejemplo más. En tanto en cuanto se están empezando a gobernar por el PP autonomías que siempre lo han sido del PSOE, levantar las alfombras y airear las basuras que se esconden debajo es fácil. Es lo que ha hecho De Cospedal en Castilla la Mancha con la “herencia” de Barreda, y es lo que deberían hacer todos.  A ver si se atreven a hacer lo propio Fabra con las alfombras de Camps, o Gallardón con las suyas propias.