En el antiguo barrio de la Almadraba, junto a la carretera, y bañado por la brisa marinera de la bahía sur, se sitúa el único y el último estanco de la zona. En 1968, aproximadamente, la familia Berrocal comenzó una nueva etapa de sus vidas en esta barriada de Ceuta. Actualmente, los hermanos Juan y José Berrocal Carretero son los encargados de continuar con este estanco, pero por poco tiempo. La edad ha obligado a estos tenderos ceutíes a poner fin al comercio que inició su padre hace más de cincuenta años.
Antes de sumergirse en el mundo comercial, esta familia se dedicaba al campo. “Nosotros teníamos, bueno, todavía tenemos, la finca Berrocal”, cuenta José, uno de los hermanos que sigue al frente del negocio. El cabeza de familia quería dejar el campo, por lo que compró el establecimiento, que ya existía como estanco. Lo reformó y metió a sus hijos ahí para trabajar. “Mis hermanos trabajaban en la ciudad. Entonces, mi padre pensó que para qué iban a trabajar para otros teniendo esto”, comenta.
Su padre se hizo cargo del negocio hasta el año 1976, aproximadamente. El patriarca de los Berrocal siempre estuvo acompañado y apoyado por sus tres hijos –eran cuatro hermanos, tres varones y una mujer- durante sus años al frente del estanco. José Berrocal fue el último de los hermanos en formar parte del negocio familiar. “Yo empecé con 15 años aquí, porque no quería estudiar más. Entonces, mi padre me dijo ‘ah, ¿no quieres estudiar más?, pues aquí te quiero ver a las ocho de la mañana’. Y tanto caso le hice que todavía estoy aquí”, recuerda.
Cuando José Berrocal se situó detrás del mostrador, sus hermanos, Juan y Miguel, ya estaban ayudando a su padre. “Nosotros hemos estado bien aquí. Nunca nos ha ido malamente, aunque estemos retirados del centro de la ciudad. Y seguimos estando bien”, cuenta el tendero. Sin embargo, como dicen ambos hermanos, “la edad ya no perdona”. Los dos sobrepasan los 65 años y, aunque les da mucha pena, no pueden continuar con el negocio. “Ni mis hijos ni mis sobrinos quieren seguir, porque, en realidad, este trabajo es una esclavitud. Mi hermano y yo ya estamos hechos, pero es muy sacrificado. Estamos cansados ya”, indica José ante el cierre del estanco. Aunque aún no saben cuándo se realizará, estos dos hermanos esperan que pronto. “Yo creo que mucho tiempo no vamos a estar abiertos, aunque me da pena”, se lamenta.
Pero este comercio es más que un estanco. Según indicó José Berrocal, tienen licencia para vender tabaco, pero este establecimiento es como una suerte de tienda de barrio. Tienen productos de droguería, perfumería, charcutería, entre otros. Su localización cerca de la frontera con Marruecos ha beneficiado siempre a este comercio. Sin embargo, y como ha ocurrido en la gran mayoría de los comercios de Ceuta, la crisis del coronavirus también les ha llegado. “Pero estando cerrada, estamos escapando bien. Es el único estanco que hay aquí, en esta zona, y los demás están muy retirados”, asegura José Berrocal. Este establecimiento se ha adaptado a las medidas de seguridad para hacer frente al Covid. Además han colocado una tabla en la puerta del estanco para impedir que la gente acceda al interior. “Somos mayores y había gente que no respetaba las normas. No nos queríamos arriesgar”, señala. Así, mantienen su negocio y a la vez, protegen su salud y la de sus familiares.
Ahora empieza para estos hermanos una época de descanso y de pasar tiempo con los suyos. Pero siempre les quedará el recuerdo de los años vividos tras ese mostrador junto a su padre y su hermano Miguel. El estanco aún conserva esa esencia de antaño que hace volver atrás en el tiempo y que recuerda a los inicios. Aunque la presencia de un bote de gel hidroalcohólico y las mascarillas nos traen de regreso a la realidad.
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