La UGT ceutí como depositaria de los valores de la lucha obrera, no volvió a recorrer las calles de Ceuta hasta 1977. Tendríamos que recordar a sus secretarios generales como Francisco Muro, Alejandro Bodas, Soledad Ruiz, Alejandro Curiel, y el actual regidor de la organización Antonio Gil y como no a todos los afiliados que nuevamente están luchando por los intereses de los trabajadores ceutíes.
Por otro lado, éste de 1977 fue un año rico en acontecimientos para el mundo sindical. Las principales centrales actuaban abiertamente y el Gobierno hacía la vista gorda, mientras en el Parlamento se discutía un Decreto-Ley de Relaciones Sindicales, que se aprueba el 30 de marzo, y que reconocía la libertad de asociación sindical. El 28 de abril se legalizan los sindicatos UGT, CC.OO. y USO.
Cuando intentamos reconstruir la historia de la UGT ceutí, nos faltan datos, fechas, ejecutivas, ¿Quiénes fueron esos secretarios generales?, libros de actas… Pero sobre todo nos faltan personas, con nombres y apellidos, esos nombres que fueron arrojados a la fosa del cementerio ceutí y se llevaron la memoria histórica de esta organización.
Durante la primera década del siglo XX, UGT experimenta un período de desarrollo ideológico y organizativo, por toda España y es en esta primera década cuando el movimiento obrero se hace patente en Ceuta, la ciudad sirve de punta de lanza de la ocupación del Protectorado Español en Marruecos. En dos décadas se había pasado vertiginosamente de presidio, recordemos que fue clausurado en 1910, fuimos plaza militar y posteriormente en la década de los años treinta ciudad.
Todo ese flujo de peninsulares a la ciudad, produjo la demanda de una gran cantidad de mano de obra, dando lugar a una avalancha de población civil. Estos primeros conflictos sociales en la Ciudad fueron coetáneos de la implantación de los intereses políticos y económicos desarrollados al compás de la ocupación económica y militar, con el inicio del Protectorado en Marruecos, las sociedades de socorro, las corporaciones de ebanistas, albañiles, peones, metalúrgicos, estibadores, cargadores portuarios, cocineros…
Los primeros mítines, las primeras denuncias de la corrupción económica y las primeras expulsiones de la ciudad, algo muy habitual en aquella Ceuta, sobre todo en los trabajadores que más se destacan en la defensa de sus compañeros. En estas décadas nacen por todo el país los centros educativos y de esparcimiento, como las casas del pueblo, en Ceuta tuvimos una que tras la guerra civil fue expoliada.
Con la llegada al poder de Miguel Primo de Rivera en 1923, mediante un golpe de estado, acrecienta las protestas obreras entre los ugetistas ceutíes, el poder civil en el Ayuntamiento es cambiado por una Junta, y los derechos de los obreros pasan a un segundo plano. Años después tras la caída de la Dictadura, en 1930, y ya en los albores de la proclamación de la II República, Ceuta ya cuenta con 50.000 habitantes y lo más preocupante una gran presión obrera sin trabajo.
La caída de la dictadura y la celebración de elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, hace que la izquierda se una, tanto el PSOE como la UGT secunda ésta unión con los republicanos ceutíes liderados por el médico Sánchez Prado concentrándose en la llamada Conjunción Republicano-Socialista. En éstas elecciones los ceutíes se decantaron por esta unión, obteniendo el 80% de los votos, con 22 concejales de los 35 que formaban la corporación municipal en 1931.
Entregan memorándum
Las distintas asociaciones y partidos políticos locales que participaron en la manifestación del 1º de Mayo de 1936, elaboraron un memorándum donde aconsejaban al Gobierno varios cambios que debían realizarse en algunos estamentos oficiales en Ceuta. Este escrito surtió efecto y el nuevo gabinete de Azaña, mayoritariamente republicano, comienza a realizar cambios. Los nuevos nombramientos no se hacen esperar, siendo designado jefe de Seguridad en Ceuta el teniente de Regulares Tomás de Prada. Otro cese importante fue el del comandante general Gregorio de Benito, destinándolo a Huesca, y en su lugar se nombró a Oswaldo Capaz. Y la sustitución del jefe de las tropas en el norte de África, Emilio Mola, destinándolo a Pamplona, y en su lugar se nombró al general Gómez Morato, de reconocida lealtad constitucional. Mola, antes de marcharse de Ceuta, ya tenía estudiado el golpe, y comprometidos a los generales Queipo de Llano, López Ochoa y Cabanellas, además de contar con apoyos en muchas guarniciones, canalizados a través del coronel Galarza, conocido como "el Técnico" por su papel coordinador.
Los falangistas, por su parte, incrementaban el potencial de sus milicias. En marzo de 1936 suponían unos 10.000 hombres en toda España, en Ceuta estaba liderada por Emilio Pelegrina. En el Protectorado también se suceden los cambios. El Alto Comisario, Rico Avelló, es cesado, regresando Juan Moles aunque el 15 de mayo es nombrado ministro de la Gobernación, sucediéndole con carácter interino su secretario, Álvarez-Buylla. Como jefe de las fuerzas aéreas, con sede en el aeródromo de Sania Ramel en Tetuán, el comandante De la Puente Bahamonde, fiel republicano y primo del general Franco.
1º de mayo de 1936: 15.000 manifestantes
El poder de convocatoria de la UGT en aquella Ceuta republicana, se hace patente en el 1º de Mayo de 1936, donde cerca de 15.000 ceutíes, según el diario El Faro. Aquella manifestación se gestó en la Casa del Pueblo, en la calle Agustina de Aragón, allí el líder sindical Sebastián Ordóñez (tras el golpe fue ejecutado y su cuerpo arrojado a la fosa común). Los días anteriores al 1º de Mayo, se celebraron varias charlas y conferencias, con la finalidad de concienciar a todos los trabajadores del carácter reivindicativo de esta fecha.
El 29 de abril, se celebró una reunión donde confirmaron la asistencia: Orquesta Sinfónica, Comité Alianza Obrera, Izquierda República, Unión Republicana, Juventudes Socialista, Comunista y Sindicalista, Federación Universitaria de Estudiantes, UGT, PSOE, Radio Comunista de Ceuta, Agrupación Sindicalista, Sindicato de autobuses de Correos y Telégrafos, Sociedad de chóferes, Agrupación de dependientes, Sociedad de estibadores, Asociación de Magisterio, Sindicato de vendedores del mercado, Asociación de empleados del Estado, Asociación de la prensa y Alianza de labradores.
A todas las asociaciones y partidos, se les entregó la siguiente octavilla: «Al llegar la cabeza de la manifestación al lugar comprendido entre la Farmacia Zurita y el Precio Fijo, (Aquí se ha instalado un arco de flores y en su parte superior en grandes letras se podía leer UHP. Se hará alto procurando las juventudes de los partidos, resistir la presión de la columna proletaria al objeto de que solamente la presidencia se destaque a entregar las conclusiones al Delegado del Gobierno, mientras la presidencia entrega las conclusiones, los abanderados se abrirán paso entre la multitud para pasar a ocupar un sitio en la tribuna que se haya en la Plaza de la República, la música se colocará al pie de la tribuna, una vez entregada las conclusiones la presidencia pasará a la tribuna y acto seguido se organizará el desfile ante la tribuna y público en general. Las juventudes socialistas, comunistas y sindicalistas, al pasar ante la tribuna, levantaran el puño en saludo proletario. Al objeto de que la calle Camoens no quede taponada, los manifestantes, una vez rebasada la tribuna, se disolverá por, González de la Vega y Riego».
Desde muy temprano los manifestantes se fueron congregando en el muelle de la República, para después recorrer el Puente (hoy Puente del Cristo), Fermín Galán, Puente 14 de abril, Libertad, Méndez Núñez, García Hernández, Maestranza, Soberanía Nacional, hasta llegar a la Plaza de la República (actual, Plaza de los Reyes). La manifestación se abría con una sección ciclista, integrada por afiliados a las juventudes comunistas y socialistas. Sobre las doce del mediodía llegó la cabeza de la manifestación a la plaza de la República y una delegación formada por el diputado socialista, Manuel Martínez Pedroso. El Alcalde, Sánchez Prado, asistía a ella como un ciudadano más, acompañado de sus dos hijos pequeños. Terminado el acto el diputado por Ceuta, Martínez Pedroso pronuncio un discurso, desde la tribuna instalada en la Plaza de la Republica: «Camaradas, acaban de celebrar un acto imponente, por su contenido revolucionario, e imponente por la gran masa que en él ha tomado parte y su ejemplar disciplina. Queremos que este triunfo de hoy, conseguido por las calles de Ceuta, se consiga también en el camino de las justas aspiraciones del proletariado español, gritar conmigo. ¡Viva la Unificación del Proletariado!”.
Tras proclamarse la Segunda República, las manifestaciones del 1º de Mayo alcanzaron relevancias dispares. Los dos primeros años fueron numerosas, pero desde 1933, con el gobierno radical, estas se limitaban a mítines y conferencias. Tras el triunfo del Frente Popular, en febrero de 1936 las organizaciones de izquierda recobran un claro protagonismo.
En la noche del 30 de abril, el Alcalde Sánchez Prado, se dirigió a todos los ciudadanos a través de Radio Ceuta: «La máxima preocupación mía, desde que fui elegido para ocupar el cargo que ostento, ha sido, procurar el bienestar del humilde pueblo que había puesto en mi su confianza. Desde el primer día de mi actuación como alcalde vengo dedicando todos mis esfuerzos a resolver, dentro de lo posible, la crisis de trabajo que existe, pero al mismo tiempo que he acudido a la búsqueda de remedios, que reconozco que son por ahora insuficientes. La fiesta del trabajo ha de transcurrir sin incidentes, toda vez que la Alianza Obrera integrada por miembros que saben medir su responsabilidad y orden. Pondrán una vez mas de relieve su valioso espíritu ciudadano, animó a todos los ceutíes, para poner en acción una labor provechosa en beneficio de la Ciudad».
El Frente Popular
La UGT, en el 1º de Mayo de 1936, entregó unas bases para luchar contra el paro y sobre todo para detener los rumores de sublevación. Pero la suerte estaba ya echada, pese a los traslados y ceses promovidos por el comité del Frente Popular en Ceuta. El 29 de mayo, en Pamplona, el general José Sanjurjo aceptó a Emilio Mola como director del golpe. Queipo de Llano se entrevistó con él con el pretexto de un viaje de inspección y los generales Luis Orgaz, Enrique Varela, Fanjul y Saliquet, entre otros, hacen lo propio. Los contendientes están en sus puestos ultimando los preparativos. Otros jefes africanistas no habían sido cambiados de lugar y seguían organizando la sublevación, entre otros Juan Yagüe en Ceuta y el coronel Luis Solans o el teniente coronel Juan Seguí en Melilla, y en Tetuán los tenientes coroneles Sáenz de Buruaga y Asensio o el comandante de la Legión Antonio Castejón.
Los partidos conservadores liderados por la CEDA de José María Gil-Robles insistían en identificar al Frente Popular como un pacto revolucionario bolchevique que liquidaría a la nación a causa de las disputas regionalistas o la influencia de la nueva potencia comunista, la URSS.
A las elecciones también se presentó una tercera opción “centrista” encabezada por el presidente del gobierno Portela Valladares y auspiciada por quien le había nombrado, el presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, que pretendía consolidar un centro republicano que superara la bipolarización surgida de la Revolución de Octubre. Esta fue una de las razones que les decidieron a convocar elecciones.
Las elecciones del 16 de febrero se produjeron con relativa calma a pesar de la crispación progresiva de los últimos años. Se movilizaron aproximadamente unos 34.000 guardias civiles y 17.000 guardias de asalto que garantizaron el orden.
Las elecciones registraron la participación más alta de las tres elecciones generales que tuvieron lugar durante la Segunda República (el 72,9%), lo que se atribuyó al voto obrero que no siguió las habituales consignas abstencionistas de los anarquistas.
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