El turismo está de moda. Es uno de los sectores que más empleo generan en el mundo. El porcentaje de PIB mundial que representa ronda el 10%. Si además se combina con la creciente preocupación que hay sobre el cambio climático, es normal que el interés por el turismo sostenible crezca.
Según los datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), las llegadas de turistas internacionales aumentaron un 4% en el primer semestre de 2016. Los destinos del mundo recibieron 561 millones de turistas internacionales que pernoctaron en esos lugares. Donde más incremento se produjo fue en Asia y Pacífico, seguido de África, a consecuencia de que los destinos subsaharianos fueron muy solicitados pese a las amenazas de los integristas.
Evidentemente, estas cifras también tienen una parte negativa si la relacionamos con el medio ambiente. Por un lado, no en todos los lugares se respetan las culturas locales y sus recursos naturales. Más bien todo lo contrario. Por otro, el sector del transporte en el mundo es el responsable de casi el 40% del total de emisiones de gases contaminantes de efecto invernadero, con consecuencias muy perjudiciales para el cambio climático. Y el turismo está ligado al transporte de forma casi inevitable.
Quizás estos datos y preocupaciones son las que han llevado al Foro de Inversiones y Negocios Turísticos en África a impulsar los debates para intentar aumentar el potencial del turismo sostenible en África, sumándose así a los actos que se preparan para el Año Internacional de Turismo Sostenible para el Desarrollo 2017. En un sentido muy parecido se va a desarrollar en Luxor la quinta Cumbre Mundial de la OMT sobre Turismo Urbano bajo el lema “Ciudades: cultura local para viajeros globales”.
Hay muchas razones para ver al turismo de ciudades como una clave de capital importancia para el desarrollo de un turismo sostenible. Por un lado, el turismo urbano se incrementa de forma muy notable en muchas ciudades. Sobre todo si son del litoral. Barcelona es un claro ejemplo de ello. Málaga también. Temas como el rejuvenecimiento de los destinos, la innovación en el turismo urbano, la interacción intercultural o el consumo colaborativo, son esenciales en este caso.
Relacionado con este tipo de turismo se ha desarrollado una de las ponencias en el marco del tercer congreso internacional “Energy and Environment Knowledge Week 2016” (E2KW 2016), que estos días se celebra en la bella y cosmopolita ciudad de París. Nos ha llamado la atención especialmente su título: “Responsible Tourism Conceptual Representation: Semantic Fields through Individual Disclosure”.
¿Qué es el turismo responsables?. Es algo más que turismo sostenible, o ecológico, o turismo relacionado con la salud. Es otro concepto. El turismo responsable estaría más relacionado con una economía no basada solo en los beneficios económicos, que busque obtener un resultado equilibrado entre la conservación medioambiental y el desarrollo económico. En este sentido el turista no estaría considerado como un extranjero, sino como una persona responsable e integrada en la cultura local. De conseguirse, sería muy beneficioso para el respeto y preservación de sus recursos naturales. Estaría muy relacionado con el individuo como agente activo y no con el marketing de ventas. También conllevaría una acción proactiva a favor del medio ambiente. El problema es que resulta bastante complicado ponerlo en práctica. De momento, nos vale como concepto teórico y referencia de futuro.
En este nuevo marco de desarrollo de un nuevo tipo de turismo, que vaya más allá del sol y playa tradicional, y que no olvide las necesidades de desarrollo local, se encuentra el turismo cultural en las ciudades del litoral. Se trata de una interesante mezcla entre el turismo de cruceros, frívolo por definición en la mayoría de casos, y la puesta en valor de las tradiciones culturales de las ciudades del litoral a las que llegan los “megabarcos”. En esta línea de desarrollo se han llevado a cabo importantes planes estratégicos en ciudades como Málaga o Barcelona, con un éxito indudable.
Ceuta es una ciudad de cruceros. Modesta en comparación con las dos anteriores, pero quizás más atractiva en algunos aspectos. Por un lado, posee un interesante legado cultural. La historia mítica del Abyla, o columna de Hércules, la montaña de la Mujer Muerta, la factoría de salazones, la basílica paleocristiana de mediados del siglo IV, las murallas y puertas paralelas al Foso Real, construidas por Abderraman III para el Califato de Córdoba a partir del año 931, la puerta Califal, los símbolos y raíces de la Ceuta lusitana, el conjunto de las murallas reales, las construcciones efectuadas desde la pertenencia a la corona española, sus fuertes. Por otro, sus reducidas dimensiones permiten que el visitante pueda realizar un completo viaje en el tiempo en el corto espacio de tiempo que el barco atraca en puerto.
Todos estos aspectos hay que explorarlos. Y sobre todo, atreverse a organizar foros y debates que acojan a los principales expertos en turismo cultural y de ciudades. Si lo sabemos hacer bien, quizás nos llevemos una sorpresa. De momento, el Instituto de Estudios Ceutíes está orientando algunas de sus actividades en este sentido. Una buena señal de vitalidad y preocupación por la ciudad que le da su nombre. Lo importante es que continúe en esta línea.
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