La mayor cantidad de personas que se han concentrado en el
entorno del Tarajal para salir de Ceuta a
Marruecos ha llevado a la
Guardia Civil este jueves a dosificar la entrada en el tubo. Se temía que se produjera una desgracia si las personas se acumulaban en masa en esta infraestructura con la que ya confesó la
Delegación del Gobierno que quería acabar. Su construcción llevó pareja la polémica por el tercermundismo de la misma, pero hoy por hoy siguen funcionando dando cabida a cualquier accidente. Porque el día a día, en situaciones de elevada presión, se convierte en una burla a la muerte. Allí pueden quedar atrapadas personas, de allí no se puede salir sin ayuda desde el exterior. La Benemérita ha dosificado la entrada en el tubo en grupos reducidos, de diez en diez, haciendo cierres intermitentes de la puerta por la que pasan las personas a pie. Es la única manera de evitar una acumulación. Los decomisos que ejecuta Marruecos hacen que la salida a pie se ralentice, si los agentes de la Guardia Civil no canalizan adecuadamente ese tránsito se puede llegar a un bloqueo que sería un auténtico infierno. Así funciona una frontera del siglo XXI, dependiente de demasiados factores externos.
La elevada espera por los registros que se han ido llevando a cabo toda esta jornada ha provocado también el bloqueo de muchos vehículos en la zona de embolsamiento. Muchos coches se han encontrado parados en la explanada ante la imposibilidad de poder salir y pasar la frontera por los bloqueos que se han producido. Hasta cuatro horas de espera ha llegado a haber, todo originado por el colapso en la frontera sur de Europa.
Este jueves la entrada a Ceuta, a primera hora de la mañana, fue un auténtico infierno. Porteadores y trabajadores con permiso eran mezclados en el lado marroquí, lo que llevó a una acumulación de cientos de hombres y mujeres y un retraso en la entrada de hasta más de dos horas para aquellas personas que incluso teniendo permiso de trabajo no podían acceder a nuestra ciudad. Por la tarde el reflejo se ha materializado en una mayor acumulación de porteadores que buscaban sacar mercancía por el Tarajal, buscando burlar el férreo control de los aduaneros.