El Olimpo de los neuróticos, el gran triunfo de autor del mundo del cine, la cinta con diálogos más inteligentes que haya ganado un Oscar a la Mejor Película. Todo eso es Annie Hall, una de las mejores y seguramente la más célebre obra del gran Woody Allen más en forma, y se han cumplido este año ya cuatro décadas desde su estreno.
El personaje que da nombre a la producción de 1977 está interpretado por Diane Keaton, una de las debilidades del director, y precisamente es el centro del universo del personaje de Allen, un neurótico judío intelectual cargado de complejos y con una inverosímil capacidad para atraer a las mujeres. Kafkiano y tremendamente divertido como es el cine de este autor. El hipocondriaco, tremendista y ególatra protagonista, además de obsesionado con la muerte y el sexo, es un compendio de frases para la posteridad que enlaza una tras otra y que le suenan en su gran mayoría a cualquiera aunque no haya visto la película. Entre genialidad verbal, escena desternillante y momento para la reflexión interna sobre la sociedad, el tortuoso (des)amor y otros temas, esta producción se llevó por delante a Star Wars en la carrera por el Oscar a mejor propuesta de ese año. Y ya que hablamos de oscars, cuatro le concedieron (además del de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión y Mejor Actriz para Diane Keaton) como cuatro fueron los pepinos que al bueno de Woody le importó ganarlos; no solo se ausentó de la gala y se quedó sin recogerlos, sino que argumentó: “No tengo ningún respeto por ese tipo de ceremonias. Cuando ves quién gana esas cosas, y quién no, puedes ver lo insignificante que es”. Se enteró de que había ganado al día siguiente leyendo el New York Times…
Junto a Manhattan (1979) y Hannah y sus hermanas (1986), Annie Hall es una de las integrantes de la famosa “trilogía de Nueva York”, en la que el director retrata como nadie las calles, la gente y el ambiente de su amada y conocida ciudad natal.
En una primera concepción del argumento, los dos personajes principales presenciaban un asesinato (idea que se utilizó posteriormente para Misterioso asesinato en Manhattan, con la misma pareja de protagonistas), pero se desechó porque diluía demasiado el centro de la historia. Se quedaron en el tintero también momentazos como un partido de los Nueva York Knicks junto a Franz Kafka y Friedrich Nietzsche, y una gira por el infierno con Satanás y Richard Nixon. Cosas del montaje.
Sigourney Weaver debutó en el cine de la mano de Allen aquí, en un papel de apenas unos segundos, y Jeff Goldblum igualmente aparece de manera fugaz en un cameo.
Como estas podíamos pasarnos un buen rato contando anécdotas de interés, pero iremos resumiendo con la afirmación de Diane Keaton, que tuvo un romance con Allen y que afirmó que este había sabido captar perfectamente su esencia para el papel de Annie Hall, lo cual muestra un poco el objeto y el alma de este trabajo. Se recaudaron 38,3 millones de dólares en la taquilla estadounidense con un presupuesto de 4 millones, luego se puede hacer un buen negocio invirtiendo en inteligencia y un soberbio guión. Poco más que añadir al dato.
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