El PSOE se abstiene y, con ello, da el Gobierno a Mariano Rajoy. La noticia es previsible, pero no por ello menos traumática. La explicación que dan los socialistas (apelativo que debería hacer que se sonrojaran si mantuvieran algo de dignidad y vergüenza) es que no quieren tener que repetir las elecciones. Que la ciudadanía no merece ese gasto y que no quieren hacerles sentir que su voto, de nuevo, es inútil.
Cualquiera que haya observado el devenir de los acontecimientos y que tenga un mínimo de espíritu crítico, se da cuenta de que no es verdad. Lo cierto es que el PSOE jamás tuvo la más mínima intención de combatir al PP. Simplemente pensó en mejorar sus estadísticas a costa de la ciudadanía.
El PSOE le ha regalado el Gobierno a Mariano Rajoy. Al PP. A un partido corrupto, hasta la médula. A un partido definido como “organización criminal”, por un juez. A un partido que dejó a miles de alumnos y alumnas sin poder estudiar porque subió las tasas universitarias. Que cambió la ley educativa y dejó al alumnado indefenso ante unas pruebas injustas y creadoras de guetos educativos, donde el alumno que tiene dificultades de aprendizaje es abandonado a su suerte, dedicando esfuerzos y recursos a los alumnos más aventajados. Que multa a personas que rebuscan comida en los contenedores de basura. Que solo piensa en las necesidades de los españoles y españolas cuanto le toca campaña electoral.
Por tanto, que nadie se deje engañar. No habrá oposición responsable. Les falta espíritu crítico para eso, a la vista está. No están pensando en el bien del ciudadano, evitando terceras elecciones. Están acercándose al poder, a cualquier precio, pensando en ambiciones personales y olvidando el bien común.
El único consuelo que puede quedar a las personas que queríamos un cambio, que pensábamos que España merecía otros gobernantes, que los ciudadanos merecían un país mejor, es comprobar el cadáver político en que se ha convertido el PSOE pues, quien crea que este partido podrá resurgir y recuperar la confianza de sus votantes, es un necio. De lo que sí estoy segura es de que las personas que abogaron por un voto realmente útil, por el voto del cambio, se sentirán decepcionadas. Y espero que esa decepción se convierta en espíritu de lucha, en ganas de derrocar este bloque PP-PSOE que no presagia nada bueno.
En psicología hay un concepto que se denomina Indefensión Aprendida. Se basó en un experimento en el que se observaba a una rata enjaulada. La rata tenía un cuenco de comida. El experimentador le proporcionaba una descarga cuando comía del cuenco. Así, la rata asociaba la comida con la descarga y dejaba de comer. Aprendía que había una consecuencia dolorosa y lógica por una acción suya. Hasta ahí, todo lógico y normal. Entonces el experimentador empieza a proporcionarle descargas cuando la rata esta quieta, sin necesidad de que acuda al cuenco de la comida.
¿Qué ocurre entonces? La rata termina asumiendo que no puede hacer nada por cambiar el mundo que le rodea. Sus acciones no producen ningún tipo de alteración en su entorno. Y acaba en una esquina, asustada y encogida, intentando que las descargas le provoquen el menor daño posible. Es un claro ejemplo de en lo que se ha convertido esa población dormida, aletargada, que cree imposible que su voto cambie la sociedad. Es un error. Toda la ciudadanía puede y debe cambiar, con su granito de arena, el panorama político. Y esta sensación de inoperancia política seguramente se agrave con la conducta del PSOE. Porque mucha gente confiaba en que el PSOE intentaría combatir a Mariano Rajoy. Pero no ha sido así. Porque hace mucho que el partido socialista no tiene en cuenta ni sus ideas, ni a sus militantes, ni a sus votantes. La fractura en el partido es un claro ejemplo.
Por todo ello, y a pesar de la decepción que el nuevo gobierno puede suponer para muchas personas de este país, aún es posible un verddero cambio. Debemos seguir luchando.