El Tribunal de Apelación de Casablanca confirmó ayer todas las penas de cárcel contra los principales dirigentes del movimiento de protesta rifeño conocido como Hirak, que habían sido condenados en primera instancia el pasado junio a penas de hasta 20 años de cárcel.
Del total de 42 juzgados en el caso en apelación, cuatro de los acusados vieron confirmada su pena de 20 años, entre ellos el máximo líder, Naser Zafzafi; tres, penas de 15 años; siete, penas de diez años; diez, penas de cinco, y el resto han sido condenados a penas de uno o dos años.
Ninguno de ellos asistió a la lectura de la sentencia porque han boicoteado el proceso desde el primer día, entre otras cosas por negarse a comparecer tras una mampara opaca que les impedía ver a sus familiares.
El veredicto fue leído por el juez Lahcen Talfi al filo de la medianoche, tras seis horas de deliberaciones, y fue contestado por gritos de protesta por parte de familiares y amigos de los activistas juzgados.
"Viva el Rif"; "En una palabra: es un estado corrupto", o "El pueblo pide la liberación de los detenidos", gritaban los rifeños, acompañados por izquierdistas de Casablanca, a las afueras del tribunal; por su parte, las madres de algunos detenidos, llegadas desde Alhucemas, no podían contener las lágrimas.
Numerosos agentes de policía, de uniforme y de paisano, vigilaban el comportamiento de los asistentes, pero no intervinieron en ningún momento.
El abogado de los activistas, Mohamed Aganaj, lamentó el veredicto por "no convincente", pero descartó presentar un recurso ante el Tribunal de Casación, arguyendo que el juicio se abrió "por razones políticas, y debe resolverse por decisiones políticas".
En Alhucemas, la capital rifeña y epicentro de las protestas que estallaron entre 2016 y 2017, cientos de policías han ido llegando desde el jueves como refuerzo en previsión de posibles disturbios que por el momento no se han producido, según dijeron a Efe testigos presenciales en la ciudad.
Aquellas protestas masivas en el Rif tuvieron como causa inmediata la muerte de un vendedor de pescado que acabó triturado en un camión de basura, aunque los motivos eran más estructurales y tenían que ver con el atraso histórico de una región mal comunicada con el resto del país y con muy pocas oportunidades para sus habitantes.
Con el veredicto de ayer se cierra toda una crisis que ha estado entre las más graves del reinado de Mohamed VI, pues en el tiempo que duró sacó a la calle a cientos de miles de personas que nunca habían participado en luchas políticas o de otro signo.
La apuesta por la represión aniquiló por completo al Hirak, cuyos militantes se encuentran ahora presos, exiliados en Europa (una buena parte en España) o han vuelto a sus casas, pero alejados de todo activismo.
"Solo soñamos con una cosa: emigrar fuera de Marruecos", dijo ayer a Efe Ahmed Hazat (38 años), que asistió en Casablanca al juicio contra sus compañeros. "Desde que salí de la cárcel indultado, no he conseguido un trabajo, y me siento todo el tiempo vigilado", se lamentó.
Del millar largo de detenciones que se produjeron a partir de mayo de 2017, más de 800 fueron juzgados y unos 400 condenados por distintos tribunales, en unos juicios que fueron criticados por organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch por, entre otras cosas, no haber tomado en consideración las frecuentes acusaciones de tortura y malos tratos.
En agosto de 2018, el rey Mohamed VI indultó a 188 de los presos, pero entre los beneficiados no estuvo Zafzafi ni ninguno de los dirigentes del Hirak.
Hoy en día quedan 122 presos rifeños en distintas cárceles del norte de Marruecos y en la de Casablanca.
Recluido en una celda individual y sin contacto con los otros presos rifeños, Zafzafi pasó el testigo del activismo rifeño a su propio padre, Ahmed Zafzafi, un anciano de 75 años que recorre incansable varios países de Europa para denunciar la situación de su hijo y los otros activistas.
"Esto ya lo esperábamos -dijo a Efe por teléfono Ahmed Zafzafi desde su casa en Alhucemas-; las limosnas nunca vienen desde dentro de la cárcel, como dice un proverbio rifeño".
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