El pasado 27 de enero se cumplieron 75 años de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau, en la Polonia ocupada. Una vergüenza de la Historia que, como todas las barbaries (desgraciadamente los nazis no tienen el monopolio del horror), debe ser recordada para no ser repetida y como homenaje a quienes lo sufrieron.
Los números que cifran los asesinados en los campos de concentración nazis hablan por sí solos. Millones de personas fueron las que perecieron en las cámaras de gas, fusiladas, ahorcadas, de hambre, de enfermedad o de puro agotamiento.
Los que vieron sus vidas esfumarse en esas verdaderas antesalas de un infierno que ni siquiera Dante había podido imaginar, todos tenían un número tatuado en el antebrazo aunque el motivo de su internamiento fuese diferente, y su final idéntico. Para catalogarlos en los campos, los nazis idearon una identificación muy particular: un triángulo invertido.
Si lo judíos tenían cosido a su uniforme de presidiario un triángulo de color amarillo, los “asociales” (vagabundos, deficientes intelectuales y lesbianas) tenían uno negro, los homosexuales uno rosa, el de los presos políticos era de color rojo.
El triángulo rojo estaba destinado a cualquiera que se opusiese a Hitler. Así, anarquistas, socialistas, comunistas, antifascistas en general y francmasones tuvieron adheridos al “pijama de rayas” ese distintivo.
Se estima que más de 200.000 francmasones de todas las nacionalidades fueron exterminados en los campos de la muerte, por el simple hecho de trabajar por un ideal de Fraternidad. En la diana constante de todos los regímenes autoritarios y dictatoriales, los integrantes de la Francmasonería estuvieron perseguidos, desprestigiados, represaliados, encarcelados y asesinados por idear una sociedad en la que la Libertad fuese la base, la Igualdad el medio y la Fraternidad el fin.
De Franco a Mussolini, pasando por Vichy
La Italia de Mussolini prohibió oficialmente la Francmasonería en 1925 por sus planteamientos librepensadores. En 1924, Hitler afirmaba en su obra Mein Kampf que los francmasones eran un peligro y que emplearía todas sus fuerzas para luchar contra ellos; en 1923 el nazi Goering aseguró que “para la Francmasonería no hay lugar en la Alemania nacionalsocialista". En 1935 se cerraron las logias alemanas y ya el 1 de marzo de 1942, el mismo Goering escribió que “la batalla contra los judíos, los francmasones y las otras potencias ideológicas en lucha contra nosotros es una tarea urgente del nacionalsocialismo durante la guerra”.
En 1933, otro dictador, esta vez el portugués Salazar, culpó a los francmasones de la “decadencia de Portugal” y los persiguió. En esa época, alrededor de 10.000 masones fueron a la cárcel o se vieron obligados a exiliarse.
En 1940, el gobierno títere de los nazis encabezado por el Mariscal Pétain en Francia ilegalizó la Francmasonería, expulsó a sus miembros de la Administración, les prohibió el acceso a determinadas profesiones y, finalmente, los encarceló.
La práctica totalidad de estos francmasones acabarían deportados y asesinados en campos como los de Dachau, Buchenwald, Mauthausen o Auschwitz.
La España de Franco no iba a ser menos. El 1 de marzo de 1940 entra en vigor la “Ley para la represión de la masonería y el comunismo” que estaría en vigor hasta el 8 de febrero de 1964, y no porque se dejase de perseguir a los masones, sino porque el Tribunal de Orden Público, creado en 1963, había asumido las competencias de la mencionada ley.
No obstante, mucho antes de la fecha de la promulgación de esa ley los francmasones fueron encarcelados y fusilados (Sánchez-Prados y otros muchos fueron asesinados en 1936), y en numerosas ocasiones estas persecuciones se llevaron a cabo con la ayuda de la Alemania nazi.
Por todo ello, el triángulo rojo invertido quedará por siempre en el recuerdo como el símbolo de quienes murieron culpables de luchar por una sociedad mejor.
La flor de "no me olvides”
Pero el triángulo rojo no es el único símbolo que recuerda a los francmasones de aquella época. La flor de nomeolvides (Vergissmeinnicht en alemán y forget-me-not en inglés) forma ya parte de la simbología masónica que se utilizó en la clandestinidad en la Alemania nazi de Hitler.
La andadura de la flor de nomeolvides como símbolo de la Francmasonería comenzó en Alemania en el año 1926, cuando la Gran Logia Del Sol de Bayreuth distribuyó un pin en forma de esta flor como recuerdo del Convento [Congreso anual de una obediencia masónica] que se celebró aquel año en Bremen. Algunos participantes de aquel Convento seguían llevando ese pin después de vez en cuando.
Cuando los francmasones (a partir de 1935) se dieron cuenta del grave peligro que se cernía sobre ellos, adoptaron esa pequeña flor azul como sustituta de los símbolos tradicionales de la escuadra y el compás. La flor les proporcionaba un medio externo de identificación que, a su vez, rebajaba el riesgo de una posible identificación en público por los esbirros nazis.
¿Pero cómo podía seguir llevándose impunemente el distintivo de esta flor como símbolo de pertenencia a la Francmasonería si estaba prohibido todo distintivo que no fuese el nazi? Esta posibilidad la creó el propio régimen en relación con la fundación Winterhilfswerk o “Auxilio de Invierno” que servía para recaudar donativos entre la población para ayudar a los parados y necesitados durante los duros meses de invierno de aquella época.
Las colectas se llevaban a cabo mensualmente y para ello se utilizaban las estrechas redes de vigilancia creadas por el régimen entre la población. Durante los días que tocaba recaudar, aquellos que ya habían hecho su donativo obtenían un distintivo a modo de recibo que solían llevar en lugar bien visible para no ser molestados de nuevo por los ávidos recaudadores y a menudo no se lo quitaban de la solapa hasta la siguiente colecta que traía un nuevo distintivo.
La producción de estos símbolos con motivos y materiales variopintos tenía que llegar a toda la población, las tiradas de pins eran muy altas, aproximadamente entre 10 y 50 millones de piezas. Se generaron unos 8000 pins diferentes entre 1933 y 1943. Como distintivo de la colecta de marzo de 1938, la fundación “Auxilio de Invierno” había elegido el tema “flores de primavera”. La serie incluía la flor del pensamiento, la rosa, la violeta, la flor del manzano, la de nomeolvides, la campanilla de invierno y el trébol.
Los pocos francmasones que en aquel momento aún mantenían alguna unión, convirtieron esta edición inmediatamente en el símbolo secreto en recuerdo de aquel Convento de Bremen del año 1926, pero pudiendo mostrarlo abiertamente, ya que era un distintivo oficial del “Auxilio de Invierno”. Como tal, debería haberse descartado al mes siguiente con la siguiente colecta. Pero con el argumento de que se trataba de una pieza especialmente bonita, se consiguió el permiso para poder seguir llevando el pin, ya no como distintivo oficial sino sólo como adorno.
La siguiente edición apareció en noviembre de 1938, y a partir de entonces aquel pin de la flor de nomeolvides ya había adquirido carácter de verdadero símbolo secreto.
Reconocimiento francmasón
Hoy en día, se lleva como reconocimiento no oficial en honor a los Hermanos que mantuvieron la luz de la Francmasonería bajo las circunstancias más difíciles y adversas.
La Francmasonería, a menudo, ha sufrido represión y persecución por parte de regímenes opresivos, autoritarios o ilegítimos precisamente porque estos mismos regímenes temen la transparencia y hacen amplio uso del populismo y la propaganda para manipular y mantener un férreo control sobre la población. De este modo, aún hoy en día es perfecta la flor de nomeolvides como símbolo de la Francmasonería, pues en los tiempos que corren es más que evidente que la propaganda y el populismo campan por sus anchas en todos los canales de información. Nos vemos anegados por imágenes, frases populistas, arengas exaltadas sin más propósito que confundir a la ciudadanía y que recuerdan, además, peligrosamente aquellos discursos incendiarios del régimen nacionalsocialista.
La “flor de no me olvides” tiene, pues, toda su vigencia. Esperemos que el triángulo rojo jamás lo vuelva a tener.
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