Tres subsaharianos saltan el vallado y otros 17 lo intentan

La presión migratoria es constante sobre Ceuta. El trabajo de rechazo que están llevando a cabo los militares marroquíes evita que las entradas sean masivas, controlando los intentos de pase que llevan a cabo grupos de inmigrantes tanto por Benzú como por el Tarajal.

Tanto en la madrugada como en la tarde de ayer, persistieron los intentos de entrada por ambas bahías protagonizados por subsaharianos que echaron mano de todas las formas posibles para lograr su objetivo: entrar en la ciudad. Así, de un grupo de 20 personas, solo consiguieron su entrada tres. El resto fueron frenados por la mehanía, cuya presencia se ha incrementado notablemente en toda la zona norte tras las gestiones políticas llevadas a cabo después de la tragedia del pasado 6 de febrero.
Así, a primera hora de la mañana la Benemérita fue alertada de un intento de entrada por el Tarajal de una balsa ocupada por once subsaharianos. La expedición fue abortada por los agentes marroquíes que evitaron su llegada a la playa. Poco después un grupo de seis intentaba su pase a la carrera por la otra frontera, la de Benzú. Seguían el mismo camino que los 50 compatriotas que intentaron su entrada en Ceuta en la madrugada del sábado, tal y como ayer publicó El Faro. Las fuerzas marroquíes vetaron el pase de los seis. Se sospecha que en el lado marroquí quedó una mujer herida de gravedad, extremo que no ha sido aún confirmado por fuentes oficiales.
Ya en torno a las 14.30 horas, tres subsaharianos conseguían lo que no habían logrado sus compatriotas. Ni eligieron el mar, ni la carrera por la frontera, sino que optaron por la vía más difícil de todas: sortear el controlado perímetro fronterizo. Saltaron a la altura de Sidi Brain, consiguiendo pasar las dos vallas de más de seis metros de altura coronadas por los alambres de espinos. Uno de los tres jóvenes quedó enganchado en el vallado y se requirió de la ayuda de escaleras para liberarlo. Una ambulancia del 061 lo trasladó urgentemente al Hospital Universitario, comprobándose que las lesiones eran menos graves de lo que se temía. Así, al margen de las erosiones y golpes producidos por los saltos, el inmigrante tenía cortes en la mano derecha, en concreto en uno de sus dedos, y otros en el dorso de esa misma mano. Los sanitarios del clínico le curaron y después fue trasladado al CETI, después de su filiación en la Policía Nacional.
El punto por el que eligieron saltar estos tres inmigrantes ya ha causado más heridos. En julio de 2011, otro compatriota quedó enganchado en las mismas concertinas y, herido, tuvo que ser liberado por los agentes de la Benemérita. Se repite la historia, aunque no con la gravedad de otros episodios en los que los subsaharianos han fallecido al dañarse con las hileras de concertinas.
Así que los únicos que consiguieron su pase a Ceuta fueron los que eligieron la vía más complicada. Los saltos por el perímetro se cuentan ya de manera aislada. El último conocido se produjo hace un mes, cuando una pareja de inmigrantes consiguió burlar el complejo entramado de cámaras y sensores que serpentea los más de ocho kilómetros de línea divisoria con Marruecos. En diciembre, otro inmigrante también lo consiguió. No es lo habitual, pero los escasos episodios de acercamiento que se han detectado han logrado el pase.
Al igual que sucedió con los cuatro subsaharianos que entraron el sábado por Benzú, los tres que se colaron ayer fueron trasladados al CETI, que sigue manteniendo una capacidad aceptable debido a las últimas salidas de inmigrantes a la península.
No obstante, y en base a la alarma conocida desde la semana pasada que apunta a la existencia de una bolsa de entre 700 y 1.000 personas en las cercanías de la frontera, el centro dispone de un aula ya preparada para acoger al menos a un centenar de subsaharianos y tanto Benemérita como Policía Nacional están atentos a una posible intervención. Eso sí, por órdenes políticas, las pelotas de goma se quedarán en casa.