Tres minutos y un pase

La Guardia Civil ha detenido en tres meses a 7 patrones de pateras que consiguieron colar a subsaharianos en rápidos pases marcados por el riesgo. Algunos se enfrentan a siete años de cárcel.

La playa de Juan XXIII se ha convertido en la meta elegida por los pilotos a los que se les encomienda el pase de inmigrantes. Desde las costas marroquíes hasta el punto de llegada tardan no más de 3 minutos. Un tiempo mínimo que imposibilita la capacidad de reacción de las unidades marítimas marroquíes. La Guardia Civil no puede hacer más que esperar la llegada para, en aguas españolas, interceptarla. Y en demasiadas ocasiones ni eso, porque los pilotos tienen la encomienda de no parar, de no detenerse, de seguir el rumbo a velocidad aunque se topen con la patrullera... así hasta llegar a la playa, lo que no hace sino incrementar la peligrosidad de los trayectos.
En lo que va de año la Guardia Civil ha interceptado 14 embarcaciones, 12 de ellas tipo patera, una toy y una semirrígida. La gran mayoría llegó hasta esta playa. Lo hizo en distintos horarios, aunque, sobre todo, en los momentos precisos en los que había gran cantidad de pescadores en el mar, cuyas embarcaciones terminan despistando la labor de control del Instituto Armado. Suponen el camuflaje perfecto, hasta el punto de constituir toda una suerte de particulares trampas en una clara escenificación del juego al despiste.
Desde el pasado enero han logrado su entrada en Ceuta más de 200 inmigrantes. Buena parte lo hizo por vía marítima. De todos ellos, 112 llegaron en pateras patroneadas por individuos que fueron detenidos por la Benemérita y acusados de un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. Salvaron sus vidas, pero lo hicieron tras unos pases no exentos de circunstancias dramáticas.
Según los datos facilitados a El Faro por el Instituto Armado, en estos tres meses que llevamos de año, se ha logrado el arresto de 7 pasadores, cuatro de ellos de origen marroquí y 3 subsaharianos. Al menos la mitad está en prisión preventiva a la espera de juicio, enfrentándose a duras peticiones de cárcel solicitadas, de manera provisional, por el Ministerio Fiscal, cifradas en hasta 7 años de prisión. Es la respuesta que está dando el ámbito judicial a las maneras extremas en que se están llevando a cabo algunos de estos pases, poniendo en riesgo las vidas de los ocupantes de viejas pateras de madera que incluso son reutilizadas en varios trayectos con lo que se exponen a una navegación en condiciones críticas.
En celdas de la prisión de Los Rosales esperan su llamada a juicio oral una hilera de pasadores que no dudaron en desatender los 'altos' de la Benemérita, en emprender la huida sin socorrer a inmigrantes que habían caído al mar o en dejar abandonado a un menor atrapado a la hélice de la patera a punto de morir desangrado. Riesgos a los que los expusieron unos pilotos que, llegados al arenal, intentaron su escapada, quisieron entremezclarse entre la hilera de curiosos (o no) que esperan en la playa para así regresar a Marruecos. No es la primera vez que el Instituto Armado ha advertido de estos intentos de escapada, lo que ha posibilitado que den con el patrón de la expedición. Su propia actitud les delata cuando la posibilidad de identificación resulta, sobre la arena, bastante complicada.
La presión marítima asoma destacada en estos primeros meses de año y prevé ser mayor cuando se vaya aproximando el verano. Tres minutos equivalen a un pase. Y hay muchos dispuestos a jugársela.

Víctimas hasta el final de su llegada

No siempre las imágenes de los inmigrantes se traducen en gritos de boza, boza o saltos de alegría. También hay muertes y accidentes marcados por la tragedia. Said Barry ha podido contar su historia, después de que, hace tres semanas, agentes del Marítimo y de los GEAS, lo liberaran de la hélice que lo había atrapado e iba a desangrarle. Meses atrás una joven compatriota pudo ser tratada a tiempo en el Hospital tras quemarse con el motor de la ‘patera a cuatro ruedas’ en la que le habían escondido. Son víctimas hasta el final.

El goteo de los que llegan ‘por sorpresa’

Algunos inmigrantes no se sabe ni cómo han conseguido cruzar. Son los protagonistas de esa técnica del goteo que funciona muy bien a las pequeñas redes de tráfico y que no ha quedado mermada a pesar de las detenciones de pasadores y de la intervención de ‘vehículos patera’ perfectamente adaptados. Prácticamente a diario son encontrados subsaharianos en distintos puntos de la ciudad o en las propias sedes de las fuerzas de seguridad, a donde llegan por sus propios medios para informar de su entrada. El goteo evidencia que los controles fronterizos son insuficientes en un Tarajal permeable en el que nunca se quiso poner orden. El resultado es el que se aprecia día a día. Ayer sin ir más lejos la Guardia Civil se topó con un varón que se acercó hasta la rotonda del Tarajal desorientado. Se sospecha que un coche lo abandonó cerca del Jato. Tan desorientado caminaba que marchaba hacia Marruecos.