Lunes 23 de mayo de 2016. Unos minutos antes de las once de la noche, tres jóvenes ceutíes, con sus respectivas motos, toman la curva de la calle Edrisis y enfilan hacia el Puente del Cristo cuando el que marcha delante, un chico de 17 años llamado Raúl, observa que hay dos personas apedreando la hornacina del Cristo. Ni corto ni perezoso, para y se baja rápidamente de la moto dirigiéndose hacia los transgresores, lo que hacen también sus dos compañeros, reteniendo a aquellos, que resultan ser dos menores marroquíes.
Llaman a la Policía, y mientras la esperan, un individuo, al parecer borracho, oye las protestas de los retenidos y agrede a Raúl, al creer que él y sus compañeros estaban maltratándolos. Llega por fin la Policía, se lleva a los menores (que han roto parte del lugar donde los fieles suelen colocar flores y ramos de novia) e invitan a los tres jóvenes a acudir a Jefatura para prestar declaración sobre lo sucedido
No estoy iniciando ningún relato de ficción. Según se me asegura desde lo que se suele denominar como "fuentes bien informadas", la noticia es cierta. Dichas fuentes añaden que dichos menores extranjeros no acompañados ("MENAS") ya se encontraban bajo la tutela de la Ciudad, es decir, que eran de los que están siendo cuidados, educados y alimentados con lo que viene conociéndose como "el dinero de todos". Si no lo fueran, si resultan ser incontrolados, malo, pero si de verdad son de los acogidos, mucho peor, porque estarían mordiendo la mano que les da de comer o, cuando menos, una muy importante parte de ella. Será que, como vienen de otro país, no conocen el refrán español, dictado por la sabiduría popular, según el cual "mano que te da de comer no la has de morder".
Pero lo que hay que preguntarse es cual pueda ser la razón que lleve a apedrear un símbolo externo –el más respetado símbolo externo- del cristianismo: el Crucifijo. Con independencia de que ello podría constituir un delito de ofensa o escarnio a los sentimientos religiosos ¿qué pretendían? ¿Fastidiar? ¿Demostrar intransigencia frente a algo que no forma parte de sus creencias? Eso no se puede hacer en España, ni con el cristianismo, ni con el islamismo, ni con el judaísmo, ni con el hinduismo, ni con cualquier otro credo religioso que se encuentre debidamente inscrito en el correspondiente registro oficial Aquí hay libertad de cultos y libertad de expresión, pero también rige el deber de respetar todas esas confesiones. Porque, entre otras cosas, y además, el lugar en el que se encuentra el Cristo del Puente (o de los afligidos, como también se le conoce), es un auténtico lugar de culto, tradicionalmente utilizado y respetado como tal.
Lo más posible será que esos menores sigan paseando por nuestras calles. No les gusta la religión que profesa una gran parte de los españoles, pero les sirven nuestras leyes para cubrirse con el escudo de la menor edad y poder seguir burlándose, si quieren, de quienes somos y nos sentimos cristianos.
Dejemos ya a tales "MENAS", y pasemos a tratar sobre aquellos buenos jóvenes -uno de ellos, al menos, también menor- que, según se afirma, no dudaron en parar sus motos, bajarse de ellas, correr hacia al lugar de los hechos, retener a los apedreadores y, así, evitar que tan malos menores ocasionaran males mayores. No sé si lo que voy a escribir resulta "políticamente correcto" o no. En realidad, me importa muy poco si no lo es. De haber sucedido los hechos tal y como se me han relatado, esos tres jóvenes son acreedores de una recompensa moral. Su decisión y su comportamiento no deberían dejarse caer en el olvido. Pasar página y correr un tupido velo sobre ello constituiría toda una vergonzosa actitud. Por lo que a mí respecta, estaría incluso dispuesto a cederles algo que para mí supone mucho: un trocito de la Medalla de Oro de la Ciudad que se me impuso el pasado Día de Ceuta, lo que, habida cuenta de cuánto aprecio esa distinción, sería algo así como entregarles un pedacito de mi corazón.
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