Las familias de tres jóvenes marroquíes que partieron de la localidad vecina de Beliones, Wad Marsa, en una embarcación están desesperados. Hacen un llamamiento por si alguien sabe de su paradero, por si alguien dispone de alguna información que les lleve a saber algo sobre su situación actual. Los tres desaparecidos formaban parte de una travesía de jóvenes marroquíes que tenía como meta la Península, una de tantas que surca el Estrecho buscando encontrar al otro lado las oportunidades perdidas en Marruecos.
Entre los tres desaparecidos se encuentra Soufiane Afilal, de 27 años y nacido en Tánger, cuya familia y amistades se han puesto en contacto con El Faro de Ceuta. Él viajaba con una chaqueta y una mochila gris, pero lo más importante: tiene un tatuaje a la altura del hombro en forma de estrella, por la parte de la espalda. Soufiane se subió a esa patera con los otros dos desaparecidos. De ellos nada se sabe desde la noche del miércoles, en pleno temporal, con un mar embravecido y un mal tiempo que no cesa, que, más bien al contrario, empeora poniendo en alerta toda la zona del Estrecho por fuertes lluvias y viento.
Salvamento Marítimo ha confirmado a este periódico que se recibió una llamada de un alertante que avisaba de la desaparición de tres personas a unas tres millas de Punta Carnero. Se movilizaron dos buques de la entidad: Luz de Mar y Denébola, pero sin localizar embarcación alguna. Salvamento no confirma que hubiera rescate, en cambio a las familias de los desaparecidos sí les han indicado que hubo una localización de una patera con marroquíes en la que viajaban los desaparecidos, pero sin poder concretar quién hizo ese rescate. Supuestamente hay supervivientes, los amigos de ese grupo de hasta 8 jóvenes que había decidido marchar en una madrugada complicada desde esta zona.
Hasta el momento no hay noticias, ni Soufiane llama ni tampoco se recibe información de sus dos amigos. No constan en ninguna de las incidencias registradas en las últimas horas, como tampoco constan en los ficheros de búsquedas iniciadas por Marruecos.
Los familiares y amigos están desesperados, inciden sobre todo en el tatuaje de Soufiane ya que puede servir para identificarlo ante cualquier pista que se tenga sobre su paradero. Son víctimas, esos particulares daños colaterales de una historia más de drama en el Estrecho, una historia más de una inmigración que no cesa, de la desesperación de quienes buscan abandonar Marruecos para tener, al menos, una oportunidad, una alternativa, aunque sea a costa de arriesgar la propia vida. En variadas crónicas escritas por este periódico se pierden los dramas de madres, de esposas y amigos de jóvenes marroquíes de los que nunca nada más se sabe, cuyos rastros se pierden en esos intentos por llegar a la Península o, simplemente, por bordear los espigones que separan Ceuta de las zonas marroquíes más próximas.
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