Diciembre de 2018. Las alarmas se dispararon en el muelle de Ceuta. Los coches apilados quedaron en su amplia mayoría calcinados. Todos los que tienen competencia en materia de seguridad se rasgaron las vestiduras, coincidiendo en que algo había que hacer. Y hacerlo ya. Marzo de 2019. La situación es la misma. Los coches calcinados se mezclan con otros salvados de esa purga. Siguen dando cobijo a inmigrantes, muchos menores. Duermen en su interior e incluso han provocado alguna quema. La promesa de una acción urgente choca con una burocracia judicial difícil de entender: estos vehículos constituyen una prueba en procedimientos abiertos vinculados al tráfico de drogas y son considerados ‘intocables’. Solo en alguno de los casos ha habido resolución judicial, pero el tiempo y las circunstancias en que se encuentra el puerto exigen de una rapidez mayor de la actual. La Autoridad Portuaria ha trasladado su inquietud a la Abogacía del Estado, valorándose incluso la posibilidad de que se apruebe el traslado de los coches al depósito municipal de Benzú. Y es que ni el muelle, ni el puerto deportivo, ni las inmediaciones del perímetro son depósitos de coches y embarcaciones pero incongruentemente son usados como tal, generándose focos de riesgo.
Cada vehículo forma parte de un procedimiento judicial diferente
Cada vehículo forma parte de un procedimiento judicial distinto, que puede estar en juzgados diferentes, así que buscar una solución conjunta se antoja complicado, aunque se está en el camino de conseguirlo. A pie de puerto se requiere de soluciones rápidas que chocan con una Administración que se toma sus tiempos y desespera al resto de las implicadas. En estas semanas se han vuelto a hacer público en redes sociales las quejas de los trabajadores de la Casa del Mar, pero sobretodo de Sanidad Marítima, por la situación de riesgo que tienen justo al lado de sus instalaciones.
Los detalles del problema
Lo que a diario ven desde las instalaciones de la Casa del Mar y Sanidad Marítima, con una consulta con vistas a la desidia Cuando en diciembre de 2018 ardieron los vehículos situados en el puerto, los primeros en notar el siniestro fueron los comensales que estaba almorzando en el bar situado al lado de la Casa del Mar. Hoy, meses después, la situación a pie de puerto es la misma, y desde ese bar, desde toda la Casa del Mar y desde las instalaciones de Sanidad Marítima que hay allí situadas, solo tienen vistas a esta desidia. Es un problema de insalubridad evidente por la cantidad de basura acumulada. La Autoridad Portuaria ha respondido a las quejas efectuadas por los afectados, ordenando un baldeo del lugar para evitar estas situaciones. Pero el problema sigue generándose porque los vehículos permanecen en el mismo punto. Grave es la situación para todos, pero sobre todo para las dependencias médicas porque se trabaja con pacientes y se ha llegado al punto de, debido al olor, no poder siquiera abrir las ventanas. Además el hecho de que hayan visto cómo inmigrantes han llegado a cocinar dentro de los coches hace temer que pueda producirse otro incendio como el acontecido aquel sábado de diciembre. Aunque el Puerto responda limpiando la zona, el problema sigue ahí porque los coches siguen al lado, casi pegados, al edificio.
Los vehículos quemados son utilizados para dormir, comer y calentar alimentos Los coches que quedaron quemados por completo en un incendio ocurrido a finales de 2018 sirven de cobijo para los inmigrantes, adultos y menores, que duermen en su interior, comen e incluso calientan los alimentos, lo que ha terminado por generar una importante inseguridad en la zona. Dentro pueden apreciarse cartones, restos de comida, basura en general acumulada... lo que constituye un foco de riesgo permanente.
Vehículos judiciales intervenidos en un lugar confundido con depósito Estos vehículos fueron intervenidos por las fuerzas de seguridad por estar implicados en la comisión de delitos. Son tenidos como pruebas relacionadas con procedimientos, por eso son ‘intocables’ y quedan almacenados en este punto, como también pasa en Benzú o en el puerto deportivo con las semirrígidas intervenidas. El problema radica en que este muelle no es un depósito judicial, pero es confundido como tal, lo que genera un riesgo evidente al que, por muchas quejas que se hayan trasladado, aún no se ha puesto punto y final.
El blindaje que no lo es, a expensas del momento de poder pasar a la zona restringida Imágenes como esta constituyen el día a día en el puerto y, en concreto, en la zona restringida de seguridad a donde entran inmigrantes, adultos y menores. Esperan el momento en que no son vistos por las patrullas de la Guardia Civil o de la Policía Portuaria para entrar y echar a correr en dirección hacia las escolleras o las cargas de los camiones. Si son sorprendidos por los agentes simplemente desisten por momentos de su intención, que la materializarán poco después. Saltan las vallas, se cuelan entre barrotes que deforman previamente o superan las concertinas. Tienen todo el tiempo para sencillamente intentarlo, así al final consiguen la meta porque existe un efecto llamada representado por quienes han cruzado el Estrecho.