El ser humano es una máquina de transmisión. Transmite, transmitimos constantemente. Con nuestros gestos, nuestras expresiones y muecas y por supuesto, con nuestras palabras.
Es inevitable. A poco que seamos algo observadores, fácilmente percibiremos lo que nos transmite el de enfrente. Y yo sinceramente, no sé qué pretendía transmitirnos el señor Rajoy y compañía este fin de semana.
Celebraban su convención (aunque creo que no está el país para muchas celebraciones) y el despliegue de recursos mediáticos ha sido grande. Como grandes han sido las sonrisas (algunas fingidas), palabras grandilocuentes, abrazos, palmaditas en la espalda y discursos más calculados que sentidos, han marcado la tónica para intentar proyectar la imagen del todo va bien.
La del España va bien de Aznar sin Aznar. Y sin Mayor Oreja. Sin debates. ¿Pero puede una buena estrategia de imagen y marketing hacernos sentir que las cosas nos van realmente bien? Tal vez a los presentes allí sí, sin embargo, al resto del país, al que de verdad importa, al ciudadano o ciudadana de a pie, al que cada vez que escucha la palabra PP en cualquier rincón geográfico la asocia indiscutiblemente a la corrupción, a las mentiras, al engaño y a la manipulación, lo que le ha despertado es indignación y vergüenza ajena: “Mírales, qué contentos que están todos cobrando en blanco y en negro mientras yo llevo toda mi vida trabajando para que me crujan a impuestos y me quede una miseria de pensión, si es que me queda”, me relataba una persona que dice darle grima la gestión del partido que gobierna.
No se puede dejar de lado a quienes han perdido sus trabajos, a las clases medias casi erradicadas que son quienes soportan mediante el pago de impuestos el mantenimiento de las inversiones, a las personas con enfermedades crónicas, a las dependientes, a todo nuestro colectivo estudiantil, a nuestros mayores pensionistas (que este año han visto “crecer” sus pensiones un 0,25% aunque el gobierno se ha gastado una millonada en propaganda)…ni siquiera por un fin de semana.
Creo que lejos de transmitir mejoría lo que han conseguido es que aumente el desprecio y la sensación de tomadura de pelo.
Este país ha sentido más cercana la ausencia del gran Aragonés que la puesta en escena yerma, estéril absolutamente, en cuanto a soluciones reales (¿o es que cree D. Mariano que nos sirve de algo que anuncie que en 2015 empezará a bajar impuestos cuando mintió descabelladamente y empezó la legislatura subiéndolos pese a prometer que no lo haría?)
La credibilidad en política es muy importante, fundamental.
Y la falta de credibilidad política no se soluciona con un show. Porque este mismo fin de semana, mientras intentaban vendernos esa imagen buen rollista, los problemas han continuado en muchas casas. Problemas que hace unos años no existían. Problemas relacionados con llenar la nevera. Con pagar los estudios de los hijos. Con hacer frente a los gastos médicos. Problemas para cuadrar las cuentas de muchas pequeñas empresas y que puede que tengan como consecuencia despedir a alguien….
Por transmitir, me ha transmitido más Pedro J. con su frase de despedida, “vitam impendere vero”, (“consagrar la vida a la búsqueda de la verdad”), que todo el partido popular en esa convención, y eso que el ex director, no es precisamente de mis favoritos, pero transmitir, transmite.
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