Estamos en pleno proceso de evaluación de la actividad investigadora del profesorado universitario y del personal investigador al servicio de los Organismos Públicos de Investigación. La novedad este año es que se incluye un nuevo concepto denominado “Transferencia del Conocimiento e Innovación”. Ha sido una magnífica iniciativa del gobierno de Pedro Sánchez, llevada a cabo a través de su ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, que ha rescatado del olvido un proyecto fallido similar de 2010.
El Secretario General de Universidades, José Manuel Pingarrón, lo explicaba recientemente en una conferencia en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, recordando su origen, que se fraguó en un grupo de trabajo de la CRUE, y que se plasmó en la Resolución de 23 de noviembre de 2010 de la Comisión Nacional de la Evaluación de la Actividad Investigadora (CNAI). A aquel sexenio se le llamó entonces el sexenio de los ingenieros, porque tenía una orientación eminentemente tecnológica. Fue un auténtico fracaso. En la última convocatoria solo se presentaron 14 solicitudes, de las cuales, únicamente cuatro se evaluaron positivamente.
La idea ha sido extender a otros campos del conocimiento, como las ciencias sociales o jurídicas, por ejemplo, la posibilidad de reconocer, y premiar, la transferencia del conocimiento que se realiza a la sociedad desde las universidades o los centros de investigación. Como se explica en la resolución actual, “la CNAI es consciente de la importancia que para el futuro del país tiene la innovación y la transferencia a las empresas o a otros agentes sociales de los resultados de investigación obtenidos en las Universidades y en los Organismos Públicos de Investigación”. Lo que se pretende es “promover dinámicas y políticas de incentivos en las universidades y centros de investigación, en el plano de la transferencia, la innovación y la difusión del conocimiento hacia todo tipo de actores sociales”. Por esto, la evaluación se podrá aplicar a todas las áreas de conocimiento, porque en todas se pueden llevar a cabo acciones de este tipo.
Esta iniciativa la podemos enmarcar con la denominada Tercera Misión de la Universidad, que va más allá de la concepción moderna del sistema universitario de Humboldt. El concepto de universidad humboldtiana, se apoyaba en la dualidad docencia e investigación, al que se le añade actualmente la dimensión cultural, según el concepto expuesto por Ortega y Gasset en su ensayo “Misión de la Universidad”. Más adelante, en 1993 se desarrolló el concepto de “Universidad emprendedora”, que después se relacionó con la denominada Tercera Misión de la Universidad, referida al compromiso de transformación del conocimiento generado, para así resaltar las actividades de investigación, la transferencia del conocimiento y una orientación favorable al desarrollo económico regional.
El profesor Bueno Campos (La Tercera Misión de la Universidad), nos explica detalladamente los distintos enfoques que hay sobre esta denominada Tercera Misión. El primero estaría relacionado con el conjunto de actividades que las universidades llevan a cabo con diferentes agentes sociales con los que se relacionan y a los que se transfiere su conocimiento. En suma, se transfiere el I+D que genera la innovación que la sociedad reclama para satisfacer necesidades del bienestar social y cooperar con los objetivos públicos y privados de aquellos. El segundo, derivado del anterior, definiría la “tercera misión” como la perspectiva social de su extensión y compromiso comunitario, es decir, como la función que se relaciona con las necesidades sociales de su territorio o entorno de referencia, con una actuación tanto en dimensiones locales como regionales. El tercero estaría relacionado con el concepto de universidad emprendedora de Clark (1998), basado en el proceso de la comercialización tecnológica de los recursos universitarios.
El posicionamiento de la Comisión Europea desde el año 2000, según nos explica el profesor Bueno, se basa en insistir en el papel de la universidad como agente de transferencia y difusión del conocimiento y de tecnologías a la sociedad, en colaboración con los agentes que integran ésta, para ir fortaleciendo el sistema de innovación en Europa y poder competir en el futuro con otras naciones y áreas socioeconómicas. Por tanto, la iniciativa del actual gobierno español, además de necesaria, está en consonancia y sintonía con el posicionamiento europeo al respecto.
A solo unos días de que finalice el proceso de solicitud de participación en la evaluación, nos falta por conocer los datos sobre número de participantes y, finalmente, el resultado que arrojará la evaluación final. Será en ese momento cuando conozcamos si la iniciativa ha cumplido con el objetivo que se proponía. Otra cosa será cuándo y cómo se verá plasmado en la nómina este sexenio de transferencia. Pero aquí van a intervenir otros factores de aritmética parlamentaria, que no vienen al caso. No creo equivocarme mucho afirmando que la comunidad universitaria y los colectivos de investigadores de otros organismos han acogido la medida de forma muy positiva.
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