La pequeña Tânia, de diez años, no quería que le dijeran que sus dos abuelos y su prima habían fallecido.
La pequeña Tânia se convirtió en todo un símbolo de aquel accidente. Fue la última superviviente y un rayo de esperanza. Ella llegó a Portugal con una pierna rota, hematomas por todo el cuerpo, mucho dolor y un boquete en el corazón: la sospecha de que sus abuelos y su prima habían fallecido en el accidente. Así lo recuerdan fuentes médicas, que aseguran que la chica “no preguntaba por su familia” porque “tenía miedo de la respuesta”. Efectivamente, sus familiares fallecieron.
Otros supervivientes de aquel trágico accidente miran el horizonte de la vida de otro modo un año después del suceso. Sienten que han vuelto a nacer. “A pesar de todo estoy feliz por estar aquí”, afirma una de las mujeres que iba en el autobús que el día 8 de septiembre de 2010 tuvo el accidente cerca de Castillejos.
María Alice Rose, de 57 años de edad, recuerda lo sucedido diciendo: “Vivimos momentos de grand ansiedad en el accidente. Pensé que moriríamos todos en aquel momento. No consigo borrar esa imagen de mi cabeza. Tras el accidente aquello no parecía un autobús; parecía una montaña formada de hierro y personas. Había hierros doblados, gente tirada por todos lados, y otras personas sepultadas por gente que le había caído encima”. Ella tuvo la suerte de poder sobrevivir y contarlo. Renació aquel día, como los otros 35 supervivientes de la tragedia.
Otro de los supervivientes, Fernando Duarte, de 58 años, contaba que él viajaba en un asiento de la parte trasera cuando “de repente, el autobús cogió mucha velocidad y comencé a oir personas gritando”. Según explicaba, el autocar se movió hacia la izquierda, luego hacia la derecha y, posteriormente volvió a girar hacia la izquierda. “Al principio pensé que el conductor se haría con el control del vehículo, pero el autobús acabó saltando por encima de la mediana y cayendo a un arroyo”. Entonces fue cuando Fernando creyó realmente que morirían: “Tras el golpe me volví y vi el mar muy cerca de nosotros. Creí que íbamos a morir ahogados dentro del autobús”. El superviviente no puede dejar de pensar un año después en el motivo del accidente. “Todo ocurrió en un descenso tras una recta. Es una de esa cosas que uno no puede entender”, describía Fernando Duarte.
La misma pregunta se la hace Antonio Tavares, de 52 años. Él también viajaba en el autobús, concretamente en un banco de la parte delantera. Pudo verlo todo perfectamente y aun así no se lo explica. “No consigo comprender por qué el conductor perdió el control del vehículo en ese momento”, se cuestiona. “Todo ocurrió en un momento de mucha confusión. Pasó un segundo y de pronto el autobús estaba tumbado”, trata de recordar Tavares.
Son los testimonios de aquellos que vieron la tragedia de frente.
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