El aumento en la presencia de menores marroquíes que llegaban a la península ha motivado la apertura de una investigación policial que ha terminado con la desarticulación de dos organizaciones dedicadas a su tráfico. Los captaban, explotaban e incluso secuestraban, reclamando dinero a sus padres para liberarlos.
La Policía ha conseguido detener a 28 personas en distintos puntos del país, todas ellas relacionadas con una trama de captación y explotación que ha terminado dejando al descubierto la vulnerabilidad de estos chicos. Bajo el término MENA se ocultan connotaciones negativas y despreciativas hacia el colectivo.
Es complicado hallar crónicas o mensajes en los que se ponga en valor algo bueno llevado a cabo por unos menores que dejan atrás una vida complicada y se topan con problemas difíciles de superar.
En ese tramo actúan organizaciones como las desarticuladas por la Policía que se nutren de esa miseria para sacar provecho.
Las investigaciones policiales han puesto de manifiesto la marginalidad entre fronteras
La investigación policial ha puesto de manifiesto cómo operaban estas pequeñas redes, traficando directamente con niños, encerrándolos durante tiempo en viviendas hasta que obtenían el pago para su liberación, extorsionando a familias pobres, teniendo como enlaces a auténticos sicarios que actuaban en Marruecos, utilizándolos incluso como esclavos mientras los tenían encerrados.
Es la otra cara de una situación que a muchos de nosotros puede pasar desapercibida pero que no hace sino mostrar la miseria de los protagonistas, de los sufridores.
Los menores eran utilizados como esclavos por los captadores que los tenían retenidos
Según la Policía unos cien menores han podido ser víctimas de este tráfico. Cien menores detrás de los cuales están unas familias a las que se ha engañado y explotado para obtener beneficios. Son los delitos que se nutren de la marginalidad que existe entre fronteras y a la que ahora se le ha dotado de cierta identidad gracias a las gestiones desarrolladas que han terminado con un auténtico negocio.
Lucrativo además, porque por cada trayecto cobraban hasta 5.000 euros por embarcar, en condiciones adversas, a los menores en pateras.