El vetusto Hospital Militar del batallón de rastreadores de la enfermedad del coronavirus de la Ciudad, que allá por marzo estaba integrado por el pequeño comando que formaban las tres personas adscritas al Servicio de Vigilancia Epidemiológica y ahora suma 17 especialistas (sin contar militares ni estudiantes de Enfermería). El incremento aplicado por el Gobierno local en los recursos humanos y materiales disponibles ha permitido que actualmente el rastreo, es decir, “la identificación y seguimiento de los contactos estrechos de una persona diagnosticada de la COVID-19”, olfatear el coronavirus al otro lado de un auricular, se haga “en tiempo real” pese a que la intensidad de la segunda ola de la crisis haya sido exponencialmente más alta en Ceuta. Un reto de narices.
Violeta Ramos, que está desde el minuto cero en este frente del combate contra la pandemia, lo cuenta en primera persona: “Durante la primera ola mi vida entera era COVID, con un enorme sacrificio profesional y personal”. Irene López fue a finales de marzo, procedente del Plan Sobre Drogas, el primer refuerzo del contingente de rastreo. Ella también ha vivido el “gran cambio” experimentado gracias, por ejemplo, a la aplicación diseñada por el TSI para la gestión de la información recabada, que con más de 2.600 positivos confirmados puede sumar registros de alrededor de unos 15.000 contactos.
Yusra Mohamed, enfermera como sus compañeras, se incorporó al equipo a principios de septiembre, por lo que había tenido la oportunidad de leer y escuchar sobre la figura del rastreador antes de convertirse en una de ellos. “A veces parece que solo hacemos llamadas, pero en primera persona te das cuenta de que hay mucho más allá que el relleno de una ficha: hay que investigar, insistir, intentar sacar amablemente toda la información posible aunque de entrada no te la quieran dar”, explica.
La Unidad de Rastreo opera siete por días por semana en turno de mañana y tarde. Su misión se activa en cuando el Servicio de Medicina Preventiva les comunica la confirmación de un positivo: un nombre y un teléfono. A llamar. Ramos describe la rutina: “Hay que preguntar por el ámbito familiar, social y laboral de cada paciente, intentar que identifique a todos sus contactos estrechos durante las 48 horas previas al inicio de los síntomas, algo que no siempre es fácil concretar”, advierte, “y a partir nos podemos encontrar desde dos contactos hasta 50 ó 60, y hablar a su vez con todos ellos”.
A veces hay que actuar casi como “psicólogas”, sobre todo cuando, al principio “a quien le decías que era positivo se derrumbaba”. Otras, aguantar desplantes. En ocasiones, perseverar ante los mentirosos. “Ha habido de todo, gritos y amenazas, pero también personas muy amables y agradecidas”, coinciden López y Mohamed.
“Hay personas que no llegan y otros que se pasan, gente que dice que no ha tenido ningún contacto y te hace desconfiar...”, añade Ramos, que con su experiencia opina que las mayores reticencias se encuentran en la población con entre 20 y 25 años que, por miedo a cierto rechazo social o represalias laborales, pone todas las trabas del mundo.
Una llamada puede durar “quince minutos o una hora, según el caso”. Un caso, absorber “una hora o un día entero de trabajo”. Eso sin contar los ilocalizables que obligan a pedir ayuda a la Policía para encontrarlos, los enfermos que son hospitalizados nada más ser diagnosticados y no pueden responder al teléfono...
Además, los rastreadores han tenido que hacer frente también a las dificultades que genera el intrincado reparto de competencias local, con la asistencial en manos del INGESA y la de Salud Pública en las de la Ciudad. “Hemos recibido multitud de llamadas de aislados enfadados exigiendo que les hiciéramos una prueba PCR cuando no es algo nuestro: ahora, desde esta semana, solo podemos dar citas a los asintomáticos para ir al ‘punto COVID’ a hacer un test de antígenos, ya que la relación de sintomáticos la evalúa el Servicio de Medicina Preventiva del INGESA”, advierten.
Igualmente han padecido el cambio continuo de protocolos, especialmente en la primera fase de la pandemia, la necesidad de formarse no solo en el rastreo propiamente dicho, sino también en los nuevos sistemas de diagnóstico que han ido apareciendo...
La ‘aplicación COVID’ del TSI, un “salvavidas” para los rastreos
“Para mí ha sido un salvavidas”. Así describe Violeta Ramos la ‘Aplicación COVID’ que el TSI puso en marcha en mayo y que ha servido para agilizar el trabajo y abandonar la tabla excel que los rastreadores elaboraban manualmente durante la primera oleada. Difícilmente se hubiera podido asumir en la segunda la gestión de los más de 2.000 confirmados, así como facilitar la localización de contactos de distintos positivos, los identificados por segunda vez...
El ingeniero informático Sergio García, uno de los responsables de su confección, explica que pone en contacto no solo a Ciudad e INGESA, sino también a todos los centros médicos habilitados para confirmar contagios. Con el tiempo se ha ido actualizando constantemente para poder ir incluyendo nuevos campos, el último el de la recogida de datos del ‘punto COVID’ de Loma Colmenar.
Que Allah nos proteja y salgamos pronto de esta. situacion...
Pues me he enterado bien édel trabajo que hacen y la verdad,mil disculpas.No sabía que tuvieran tanta organización.Tendrían que apoyarlos más.
Si es cierto.En mi empresa ha salido un compañero positivo,pero no me enteré del todo del proceso que hubo.La verdad que en caliente uno opina sin saber y estos días me he informado bien...Lo que necesitan éstas personas son más rastreadores.Manda narices que no se les valoren.
Reconozco que me he equivocado...En éstos días he podido comprobar la gran labor de éstos profesionales,ya que en mi trabajo han hecho una detección a tiempo.Mil gracias!!
Resumiendo, total descoordinación y caos en el rastreo del virus, me lo temía.
en mi empresa ha salido un compañero positivo en covid19y aun esta esperando que sanidad lo llame para preguntarle cuales han sido sus contactos directos , esos contactos se han autoconfinado ellos por precaución con el resto de compañeros. No se donde están los rastreos ni los rastreadores la verdad. y encima le dicen cuando se hace la prueba que se aísle en su casa diez días y después de esos días que se incorpore al trabajo aunque siga teniendo síntomas . Manda narices de verdad.