Los trabajadores del
centro penitenciario de Ceuta llevan meses usando taxis para poder acudir a su centro de trabajo después de que la empresa de transporte que daba el servicio, según fuentes sindicales, decidiera solicitar casi el doble del presupuesto que la administración tiene asignado para el traslado de los empleados a la cárcel.
Según confirman desde la prisión, el contrato con la empresa acabó hace meses y a la hora de la renovación ésta pidió más del doble, por lo que desde la dirección, se ha optado por la contratación de taxis para los relevos de los funcionarios, todo a la espera de encontrar otra alternativa.
Sin embargo, no lo han tenido fácil, asegura Mohamed Haidor, representante de
UGT en Prisiones, quien coincide en que en el interior del centro “a todos nos ha parecido desproporcionadas las pretensiones de la empresa”, puesto que la prisión no podía derivar 12.000 euros al pago del servicio de autobús, ya que el presupuesto con el que cuenta la administración del centro penitenciario para este servicio no puede superar los 6.000 euros que se venían gastando hasta la finalización del contrato. “Cifra totalmente inasumible para la administración”, reitera.
Por este motivo la dirección optó por suprimir el servicio de autobús y contratar el de taxis, una ‘flotilla’ que a diario se encarga de trasladar a los trabajadores desde un punto determinado a la prisión en los cambios de turno, usándose las mismas unidades para los trabajadores que salen de su turno y regresan a sus casas. “Con cada turno de servicio de los funcionarios, por la mañana suben a los entrantes y esperan a los salientes, e igual con los turnos de tarde y noche”.
Haidor asegura que el gasto que está desembolsando la prisión por este traslado en taxi es similar al que se destinaba al contrato establecido con la empresa de transportes antes de imponer esa subida de más del 50%.
El proceso que se ha mantenido desde hace meses es que la misma administración del centro penitenciario es la que tiene en ‘nomina’ a los taxis, sin que los empleados se tengan que preocupar de abonar el transporte en taxi para luego justificarlos ante la dirección.
No obstante, se trata de una solución que, incide Haidor, es provisional, ya que lo más óptimo sería que existiera un autobús, como se ha estado haciendo desde el traslado a la nueva cárcel, que tenga un recorrido con distintas paradas y que coincida con la entrada y salida de los empleados de los turnos de mañana, tarde y noche.
No es la primera vez que los trabajadores tienen problemas con el transporte, ya que en abril del año pasado, también coincidiendo con la finalización del contrato, la empresa que finalmente firmó el contrato -la que ha estado dando servicio hasta ahora- con la prisión lo hizo sin previo aviso y sin comunicarlo a los trabajadores, llegando a temer que se suprimiera este transporte, necesario para muchos, ya que no hay forma de llegar a la cárcel ceutí si no es en coche -no todos los trabajadores disponen de vehículo- o con el servicio que proporciona la administración, puesto que no hay transporte de autobuses públicos hasta el centro penitenciario, una demanda que se hizo visible con su apertura pesando, concretamente, en los familiares, ya que un taxi hasta el lugar no es asumible por todos.
La lejanía hace prioritario este servicio
Ante la postura de la empresa que daba el servicio de transporte para la cárcel, la administración de la prisión no se lo pensó en decir que no, buscando de inmediato como solución el uso de
taxis para el traslado de los empleados. Sin embargo se vuelve a cuestionar la necesidad de que algún otro transporte llegue hasta el nuevo centro penitenciario, ya no sólo por los empleados, sino por los familiares de los internos. Ya en su día se planteó esta problemática que antes no surgía en el antiguo centro de Los Rosales, llegando a solicitar por Caballas en el Pleno que una línea de autobús llegara hasta la cárcel.