Las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio de Menores de Ceuta se han concentrado ante las puertas del Ayuntamiento este viernes para protestar por sus condiciones laborales.
Están indignadas, sometidas a un nivel de estrés y ansiedad que les está llevando a extremos insoportables. Se encuentran con una empresa que nos les responde y una Ciudad que tampoco resuelve la problemática suscitada.
Beatriz Ávila, en representación de las trabajadoras, ha hecho mención a la situación extrema por la que atraviesan con cuadrantes laborales que se cambian de un día para otro y con contratos por horas, que se traducen en cobros mínimos. Son 60 trabajadoras para unos 20 usuarios, la empresa Salzillo es la adjudicataria de este servicio de conciliación familiar.
El dinero que gestiona la Ciudad para mantener este servicio lo envía el Gobierno de la Nación. Para que los solicitantes perciban esta ayuda deben justificarlo. En la concentración, además de las afectadas, estaban representantes de Ceuta Ya! y MDyC.
Las afectadas explican el origen de su indignación, así como la carencia de recursos.
“Nos cambian de horario, no tenemos equipos de protección, no tenemos uniforme ni acreditación. Entonces vamos a las puertas de los colegios y nos ponen pegas para recoger a menores. No tenemos mascarillas ni guantes, ni zapatos deslizantes. La coordinadora no responde, no nos responden sobre cuál es la mutua que tenemos, es una empresa fantasma, no tenemos oficina donde ir, nos han dejado a nuestra suerte”, ha detallado ante los medios de comunicación.
La empresa que les contrató no especifica las funciones que se tienen. “Sabemos que es ayuda a domicilio, que es estar con los menores, pero en muchos domicilios están los padres en casa, entonces damos parte, pero no nos ponen solución”, detalla. “Nos sentimos desprotegidas”, añade.
Básicamente denuncian que les reducen jornadas, no hay comunicación con la empresa y carecen de recursos, amén de la pérdida de inyección económica. Han llegado a deslizar que hay incluso “ciertas amenazas de las coordinadoras” y “si nos quejamos nos cambian cuadrantes, nos tienen en vilo pendientes a los correos, esto hace que no tengamos ni vida personal, hay abuso psicológico, ansiedad…”, detallan.
“Queremos trabajar, queremos nuestras horas, pero con unas condiciones mínimas, parece que estamos en la edad media”.